Habla Bob

Cuando la impaciencia es una virtud

Bajar

Tras cinco décadas en el mundo de la guitarra, Bob ha aprendido que, aunque a veces vale la pena esperar por algunas cosas, la capacidad de reaccionar rápidamente es clave para la innovación.

En el momento en que escribo esta columna, estamos entrando en el 2023. Si cuento el año que pasé trabajando en American Dream cuando tenía 18 (antes de que, a mis 19, Kurt y yo fundáramos Taylor Guitars), ¡puedo decir que llevo casi medio siglo escapándome de tener que buscar trabajo! Y no os imagináis hasta qué punto doy gracias por ello.

La carrera que elegí me tuvo en números rojos durante los primeros 10 años, me ha obligado a partirme el lomo en algunas fases y me ha traído unos cuantos dolores de cabeza. Pero, con todo, es la alegría de mi vida. En Taylor Guitars me siento totalmente como en casa, y cada año que pasa me sigue pareciendo apasionante.

Hablando de American Dream, hemos añadido nuevos modelos a esta serie; os lo explicamos en este número de Wood&Steel. Y aquí va una pequeña batallita. Cuando Kurt y yo compramos la tienda American Dream en 1974, nos encontramos con un problema que solo descubrimos después de la operación: no podíamos usar el nombre. Esa fue una de las razones por las que optamos por Taylor, pero la verdad es que American Dream Guitars nos encantaba. En nuestro primer día nos llevamos la gran decepción de saber que nos estaba vetado.

Pero pasó el tiempo y el nombre volvió a estar disponible. Así que, mucho después de que Taylor apareciera en escena, lo registramos. Para mantenerlo activo, teníamos que lanzar un par de guitarras con la marca American Dream de vez en cuando; creo que el intervalo era de un modelo cada 10 años. Y eso fue lo que hicimos.

A lo largo de los años, un aspecto que no me ha gustado de nosotros mismos es que hemos sido demasiado pacientes con cosas que podríamos haber mejorado más rápido.

Durante la COVID, cuando los suministros escaseaban, las ventas eran inciertas y nuestra planta de Tecate estaba cerrada, se nos presentó la oportunidad ideal para desempolvar el nombre y dejarlo volar. Así nació la serie American Dream de Taylor, que tiene mucho significado para Kurt y para mí. Me entusiasma haber recuperado ese nombre, que todo sucediera espontáneamente y que esta serie tenga un diseño legítimo que ofrece una calidad espectacular a muy buen precio. Es sorprendente cómo las cosas acaban llegando si eres paciente y dejas que lleven su curso.

Sin embargo, la paciencia también tiene su lugar y su medida. A lo largo de los años, un aspecto que no me ha gustado de nosotros mismos es que hemos sido demasiado pacientes con cosas que podríamos haber mejorado más rápido. Y otro que sí me ha gustado es que, cuando se ha presentado una necesidad, nos hemos lanzado a afrontarla con una mejora, una innovación o incluso una nueva invención desde cero, porque había que hacerlo en el momento y no podíamos esperar. Así es como rediseñamos nuestros mástiles para hacerlos más rectos y prácticos. También nos vimos en una situación de ese tipo cuando literalmente tuvimos que ingeniar nuevos procesos para elaborar las primeras guitarras acústicas con acabados con curado UV, que ofrecían un mejor rendimiento, sin dejar de cumplir con las estrictas leyes de emisiones de California. En esos casos, la paciencia habría sido el enemigo. Y ahí tenemos la plantación de árboles, de la cual me siento muy orgulloso: el tema es plantar con impaciencia y luego tener paciencia para esperar.

Estoy tremendamente satisfecho con todas las creaciones e innovaciones que Andy ha puesto sobre la mesa, desde cambios sutiles hasta revoluciones como el varetaje V-Class o el increíble contorneado ergonómico de los modelos Builder’s Edition (especialmente en los cutaways, que son muy difíciles de ejecutar).

Ojalá tuvierais la ocasión de ver lo que hace Andy cada día y conocer los desarrollos que se están llevando a cabo ahora mismo en Taylor, porque es algo fascinante. Andy tiene unas ideas geniales que me hacen mirar hacia el futuro con muchas ganas. Y está apoyado por un gran equipo de personas capaces de llevar sus diseños a la producción. Eso es lo que yo llamo «industrializar» una idea. Me encanta partir de un concepto y encontrar un método de construcción para que se pueda materializar de manera efectiva y con el volumen suficiente para ponerlo en las manos de los músicos en forma de guitarras. Ver a nuestro grupo de ingeniería y maquinaria trabajando con Andy para dar vida a esos diseños es una delicia. Y no nos olvidemos de nuestros constructores, que aprenden todas las habilidades que hagan falta con rapidez y naturalidad.

Estoy deseando estrenar un nuevo año de fabricación de guitarras. Nunca ha resultado aburrido, ni ha habido sensación de estancamiento. Tampoco ha sido fácil, pero en ningún momento ha dejado de parecerme profundamente gratificante. Y estoy muy agradecido por ello.