Hay Guitarra Después de los 50

Bajar

¿Notas que tus manos están cambiando con la edad? No te preocupes: con un poco de adaptación y paciencia, podrás seguir tocando sin parar.

Cuando se me ocurrió el título para este artículo, pensé: “¡esto va a tener utilidad! Ayudaré a guitarristas mayores de 50 años a mantener viva la llama de la inspiración para que no dejen de progresar como intérpretes”. Pero rápidamente me autocorregí, ya que la verdad es que los músicos de más de 50 años raramente necesitan más inspiración, ¡y hay montones de guitarristas veteranos que son la bomba! Por lo tanto, vamos a concentrarnos en aspectos más prácticos, como ejercicios para dedos que pierden flexibilidad, modificaciones en los instrumentos para mejorar la comodidad (os hablo a vosotras, cuerdas de calibre grueso) y aproximaciones a estilos que quizá no hayas explorado.

Una buena parte de mis alumnos son bastante mayores que yo. Sin embargo, hasta que yo mismo llegué a los 50 años no comprendí del todo las necesidades de los guitarristas de más edad. Los tópicos son reales: el cuerpo cambia y se van manifestando cosas como cierta rigidez, problemas de visión y audición, etcétera. ¿Y qué podemos hacer para afrontar los efectos del envejecimiento sobre la forma de tocar la guitarra? Bien, podemos hacer ciertas cosas.

Calienta a conciencia. ¿Te tira el fingerstyle? ¿Tocas bluegrass con púa? ¿Te encantan los bendings blueseros? Para el caso, es lo mismo: una vez llegas a los 50 años, puede parecerte que, de repente, estas técnicas te exigen más “dedicación”. Pero, por mi experiencia, la cosa es parecida a arrancar un coche viejo y congelado en invierno: solo hay que calentar un poco más despacio. Esto no solo favorecerá la flexibilidad de los dedos, sino que también te hará un mejor intérprete en general. Tocar lentamente te deja espacio para reflexionar sobre la técnica, la ejecución y la intención. Pero esto no significa que el calentamiento tenga que ser aburrido, así que vamos a ver cómo podemos mejorar la agilidad de los dedos mientras nos divertimos.

1) Aprende canciones nuevas. Nada muy sofisticado; simplemente, algo que no te cueste sacar en cinco minutos con una secuencia de acordes o una tablatura que te puedas bajar rápidamente de Internet. Elige un tema que tenga un patrón de rasgueado o una digitación de acordes que sean nuevos para ti. Los Beatles (fig. 1) siempre son una opción muy recomendable, pero cualquier cosa que no hayas tocado antes servirá. ¡Y lo mejor es que las canciones para ir probando son infinitas! Si no se te ocurre nada en concreto que te interese aprender, siempre puedes recurrir a las típicas listas de “las 100 mejores canciones” de un año determinado.

2) Haz bendings de semitono o incluso de cuarto de tono con un toque de blues en lugar de subir un tono. (fig. 2) Si no has calentado adecuadamente, los bendings de un tono pueden causar estragos en los dedos y músculos que todavía estén fríos. También es mucho más fácil practicar estos movimientos en los trastes superiores del mástil que en primera posición. Estos tipos de bendings valen para cualquier género.

3) Toca notas rápidas en ráfagas cortas. (fig. 3) Esto es de lo mejor que puedes hacer, y a cualquier edad. La mayoría de los guitarristas son capaces de tocar dos notas relativamente rápido; solo hay que asegurarse de que suenen limpias y precisas. Cuando tengas esas dos notas controladas, añade una tercera. Tocar rápido tiene más que ver con la resistencia que con la propia velocidad, así que la idea es desarrollar la “estamina” gradualmente sumando una nota tras otra.

4) Prueba a tocar una melodía simple de oído. (Fig. 4… ¡Intenta descubrir cómo acaba!). Esto es especialmente beneficioso si ya no tienes tan buena vista como antes.

Y, hablando de temas visuales: si detectas que cada vez te cuesta más leer con claridad las figuras o los números de la notación musical y las tablaturas, te recomiendo dos soluciones.

1) Recurre a archivos PDF electrónicos que puedas ampliar.

2) Hazte con un programa de notación musical que te permita crear tus propias partituras y diagramas de acordes y modificar sus características. Por ejemplo: habrás notado que, en estas imágenes, los gráficos son más grandes de lo habitual, los bendings de cuarto de tono son más cortos que los de semitono, la notación en la tercera línea es más pequeña que en las otras (irónicamente, me pareció que en este caso la notación se leía mejor si la reducía), y la tablatura es más grande de lo que normalmente se encuentra en las revistas. La mayoría de estos cambios se pueden hacer con un clic de ratón. Si las canciones son más fáciles de leer, también serán más fáciles de aprender.

Y una última nota sobre el calentamiento: es bueno adquirir el hábito de estirar los dedos antes, durante y después de practicar y tocar. Si quieres leer más sobre estos temas, echa un vistazo a mi artículo “El guitarrista como atleta” publicado en el número de verano del 2015 de Wood&Steel.

Yo me he pasado muchos años en los que lo único que quería hacer era tocar, tocar y tocar. No me preocupaba de la puesta a punto, las maderas, el radio del diapasón, los amplificadores… solo me importaban las notas. Hace unos años, el representante de una de las bandas en las que toco trajo a una experta en mantenimiento de guitarras. Para que veas hasta qué punto pasaba del cuidado de mis instrumentos, dije: “¿para qué? ¡Si ya sé cambiar las cuerdas!”. Como te podrás imaginar, ella y yo no empezamos con buen pie. Pero, cuando vi cómo me dejaba las guitarras, me quedé pensando: “¡ah, un momento! ¿Esto era? ¿Así es como se supone que debe sonar una guitarra? ¿Y con este tacto? ¿¿Dónde he tenido yo la cabeza en los últimos 30 años??”. Me maravilló lo que un trozo de madera y unas tiras de acero pueden ofrecer en manos de alguien con tanto compromiso con el rendimiento de un instrumento como el que yo tenía con la música que salía de él. Así que, hazme caso en esto: busca a un experto en guitarras de confianza; alguien que conozca tu estilo y respete tu opinión, pero que también entienda qué hay que hacer para sacarle a tu instrumento su mejor sonido y sensación. Si eres como yo y hace años que no envías a tu guitarra a una revisión, te aseguro que un poco de mantenimiento le hará mucho bien.

De hecho, hay un ajuste fácil y barato para el que no te hace falta un técnico y que te ayudará a tocar más cómodamente con la edad: cambia el calibre de las cuerdas. Ahora no entraremos en el debate sobre el tono y el calibre, porque, para el tema que nos ocupa, todo se reduce a esto: si las cuerdas son tan gruesas que no te dejan tocar bien, las sutilezas sobre el tono pierden toda relevancia. Por lo tanto, si crees que has perdido algo de fuerza en las manos, prueba con un calibre más fino. El entrenamiento de fuerza puede ayudar a mantener y recuperar musculatura, pero es normal perder masa muscular a medida que envejecemos. También puedes combinar calibres distintos: cuerdas agudas más finas y graves más gruesas, o al revés. Solo tienes que asegurarte de que el alma quede bien ajustada para que la acción sea correcta. Lo ideal es que esto lo haga un técnico cualificado, que también podría mejorar la acción de tu guitarra sin necesidad de cambiar el calibre de las cuerdas. La acción es un tema de preferencia personal, así que puedes ir probando con un experto que, aparte de saber de guitarras, entienda lo que quieres.

Y otra cosa sobre la comodidad de interpretación: si te sigue costando tocar tu instrumento favorito incluso después de una buena puesta a punto, quizá valga la pena probar una guitarra con cuerdas de nylon. Son más suaves que las de acero y tienen menos tensión, lo cual disminuye la presión y el esfuerzo necesarios para digitar las notas en el diapasón. Es evidente que las cuerdas de nylon generan un tono distinto, pero, como decía anteriormente: si la mano del mástil pasa un mal rato, el tono deja de ser tan importante. [Nota editorial: Aunque en las guitarras con cuerdas de nylon la tensión es más baja, ten en cuenta que el mástil tiende a ser un poco más ancho. Si te estás planteando esta opción, asegúrate de probar la nueva guitarra para hacerte una idea de la sensación al tacto.]

Yo he tenido un buen número de alumnos que han acudido a mí específicamente porque tenían sensación de estancamiento: llevaban años practicando y no veían una mejora. Pero, lo que ocurría era que, más que estancarse, muchos de ellos habían avanzado en un determinado estilo o técnica hasta dominarlos. Nunca diré que exista un punto en el que ya sea imposible mejorar, pero sí es verdad que, a ciertas edades y niveles, es razonable reconocer que has llegado a hacer algo bastante bien. A veces, los árboles te impiden ver el bosque, y mi trabajo es señalarlo. Entonces, ¿qué se puede hacer en esa situación? Creo que hay dos vías:

1) Continuar por el mismo camino sumando nuevas piezas al repertorio. Por ejemplo, alguien que toque con los dedos y tenga predilección por Chet Atkins (que tocó y grabó hasta pasados los 70 años) podría explorar los mundos del flamenco o la guitarra clásica, seguir la tradición acústica de tappings y percusiones a lo Michael Hedges, o centrarse en técnicas de jazz como las de Joe Pass o el punteo híbrido de Mimi Fox.

2) Variar el enfoque, pero no de forma demasiado radical. Si tocas bluegrass con púa, por ejemplo, intenta adaptar tus temas favoritos al estilo surf (fig. 5). O pongamos que siempre te han fascinado las líneas monofónicas improvisadas del jazz pero también te entusiasma la sonoridad de las ragas hindúes. En este caso, en lugar de lanzarte de cabeza a la música clásica del Indostán, podrías iniciar una transición hacia ella con un acercamiento al grupo Shakti de John McLaughlin y su versión ligeramente más occidental del género. (Aprovecho la ocasión para llamar la atención sobre los increíbles conciertos que dio McLaughlin en el 2023… con 81 años. Si no has visto vídeos de esa gira, búscalos en YouTube: más allá de la edad, son un logro verdaderamente excepcional para cualquier músico).

Por último, y este es probablemente el mejor consejo que puedo darle a cualquier guitarrista: si aún no lo has hecho, empieza a cantar. Nada te convertirá en un mejor músico (“guitarrista” está muy bien; “músico” es aún mejor) que cantar, ya que así interiorizas la música de una manera que no consigues solo con tocar el instrumento.

Nuestro mundo cambia muy rápido y es imposible predecir cómo sonará la música del futuro. Entre Internet, la informática musical (desde las DAW hasta el software de notación y muchos otros programas que sin duda desconozco) y la inteligencia artificial, las posibilidades son infinitas y apasionantes. Pero, sin duda, el factor más importante en lo que está por venir será la próxima generación de músicos.

Mi hija tiene mucho talento para el bajo y cada día veo cómo va creciendo musicalmente. Aunque me gustaría atribuirme algo de mérito, en la práctica esa progresión se debe al programa de educación musical del instituto en el que estudia, a la experiencia de tocar con sus compañeros y a su propio interés personal por mejorar. Es, con diferencia, la parte más inspiradora y motivadora de mi vida musical actual. Si eres uno de esos carcas que dicen: “los chavales de hoy en día no saben lo que es la buena música”, es posible que estés escuchando a los chavales equivocados.

Dice el dicho que los jóvenes no saben lo que tienen, pero yo pienso que también los que nos hacemos mayores tenemos que sacarle el máximo partido a nuestro momento vital para no desaprovecharlo. Al fin y al cabo, nos queda mucha música por tocar.

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