large stack of compressed plastic wrap with a sign in front reading

El plástico: un problema que nos envuelve

Bajar

Solo en California se generan más de 1,5 millones de toneladas de residuos de film transparente al año.

En Taylor ya llevamos años informando sobre nuestros esfuerzos para desarrollar prácticas comerciales más sostenibles. Los proyectos (y narrativas) más relevantes se han centrado en la cadena de suministro de maderas y en la promoción de un futuro más saludable para las especies que utilizamos, lo cual incluye a las comunidades que participan en esas formas de abastecimiento. Los «Tres Grandes», tal como los llama Scott Paul, el director de sostenibilidad de recursos naturales de Taylor, son el Proyecto Ébano en Camerún (que ha financiado una investigación revolucionaria sobre la ecología del ébano y ha lanzado un plan de replantación comunitaria de crecimiento escalable), la restauración de bosques nativos con plantaciones de árboles de koa en Hawái, y nuestro floreciente programa Urban Wood (Madera Urbana), cuyo objetivo es crear una economía circular basada en la construcción de guitarras con madera de árboles de ciudad que llegan al final de su vida y en el estímulo de proyectos de replantación en esas mismas comunidades.

Aunque estamos orgullosos de los progresos en esos frentes, el compromiso ético que defendemos nos exige que analicemos todos los aspectos de nuestras operaciones. Más concretamente, tenemos que identificar áreas en las que nos estamos quedando cortos y trabajar para solucionar esas carencias.

Esta filosofía nos ha llevado a realizar una revisión exhaustiva de los procesos de fabricación y del funcionamiento del campus. Durante los dos últimos años, Scott Paul ha blandido la vara de la sostenibilidad para dirigir una auditoría interna de nuestros éxitos y deficiencias. Y, aunque hemos logrado muchas cosas (por ejemplo, una drástica reducción de productos desechables de un solo uso en nuestras instalaciones, más estaciones de carga de vehículos eléctricos, un sólido programa de reciclaje de baterías, puntos de reposición de agua en edificios de todo el campus o un sofisticado cuadro de administración de nuestras necesidades de consumo de energía), últimamente hemos detectado un problema literalmente creciente: los envoltorios elásticos de plástico, es decir, el film transparente que usamos para asegurar el transporte de madera o de guitarras apiladas (en sus estuches) en palés o plataformas de carga.

Ese envoltorio es muy útil para proteger piezas y materiales valiosos, pero, dado el volumen de nuestras operaciones, echamos mano de él en grandes cantidades. El nivel de consumo no se acerca ni de lejos al de unos grandes almacenes, pero todo suma.

Antes, recolectábamos en balas el envoltorio usado y nuestro proveedor de gestión de residuos se lo vendía a un intermediario, que a su vez lo enviaba a China para el reciclaje. Pero, en el 2018, China prohibió la importación de la mayoría de plásticos. Y más tarde nos enteramos de que, muy posiblemente, en realidad ese plástico solo fue arrojado fuera del país o, aún peor, quemado en comunidades locales. Actualmente, nos está costando horrores encontrar una compañía con sede en Estados Unidos que recicle todo ese plástico. Nos hemos puesto en contacto con otras empresas, grandes y pequeñas, para saber qué hacen con el suyo. Pero eso solo nos ha servido para descubrir que, ahora mismo, nadie parece tener una solución viable.

También hemos hablado con varios proveedores de servicios para hacerles las mismas preguntas: ¿vais a revender el plástico? ¿Qué haréis con él? Si se recicla, ¿cómo acabará? ¿A qué distancia se transportará en camión o en barco? ¿Se exportará? Al parecer, la mayoría del film transparente acaba en vertederos o incinerado, como probablemente pasaba en China.

No nos importaría pagar para reciclar ese envoltorio de plástico si supiéramos que se hace de forma responsable y en instalaciones seguras y ecológicas, pero no queremos que acabe en un vertedero o incinerado. Así que, ahora mismo, no tenemos una solución. Y la bola se hace más grande cada día que pasa. Después de consultarlo con Scott, Bob Taylor decidió que nuestro primer paso hacia una mejora sería amplificar el problema haciéndolo más visible para todos los trabajadores del campus. Nuestro equipo de instalaciones empezó a llevar balas de envoltorio elástico usado al mismísimo centro de la zona de aparcamiento situada frente al almacén de envíos, y cada mes va añadiendo el nuevo material que acumulamos (unas dos o tres balas). Ya tenemos una pequeña montaña en proceso. Incluso hemos colocado un letrero con un mensaje que invita a la reflexión:

¿Qué es esto?

Es un problema que vamos a abordar. Estad atentos.

De hecho, las balas solo representan aproximadamente la mitad del material que utilizamos para envolver guitarras; la otra mitad sale de nuestra planta cuando enviamos palés.

Scott Paul apunta que este problema con los envoltorios de plástico no es exclusivo de Taylor.

«Solo hay que pensar en todo el film transparente que se desecha en grandes almacenes, supermercados y comercios minoristas de todo Estados Unidos», dice. «La mayoría se está llevando a vertederos, y una parte se está quemando».

El comité «Equipo Verde» de Taylor empezó a investigar posibles soluciones, incluidas opciones alternativas de reciclaje y el uso de otros materiales más fáciles de reciclar. Scott también buscó el consejo experto de una voz autorizada.

Jan Dell es una ingeniera química con 30 años de experiencia que ha trabajado en 45 países para grandes corporaciones del sector industrial. En su momento, dirigió programas de implementación de prácticas de sostenibilidad y resiliencia climática para empresas como Nike, Gap y Mattel, entre otras.

En el 2018 dio un giro a su carrera, se estableció como independiente y creó una ONG llamada The Last Beach Cleanup para frenar la contaminación provocada por el plástico. Una de sus campañas prioritarias está orientada a detener las exportaciones de residuos plásticos a países pobres. En el 2019 fue nombrada Exploradora de National Geographic y recibió una pequeña subvención para ayudar a algunas ciudades a reducir la contaminación de plásticos. Y en el 2020 entró a formar parte de la California’s Statewide Recycling Commission (Comisión Estatal de Reciclaje de California).

En abril, Dell visitó el campus de Taylor para reunirse con Scott Paul, Bob Taylor y una pequeña representación de otros empleados de Taylor que son miembros de nuestro grupo de trabajo informal. Como tenía que ser, la conversación introductoria se llevó a cabo enfrente de nuestra montañita de plástico. Dell compartió algunos de sus conocimientos, como la bofetada de realidad que supone saber que solo se recicla una pequeña parte de los residuos plásticos. Señaló que solo en California se generan más de 1,5 millones de toneladas de residuos de film transparente al año, pero que en California y Nevada solo hay unas pocas empresas de reciclaje de ese material que no tienen capacidad para reprocesar más de 45 000 toneladas. Eso representa más o menos un 3 % del total, así que no es ninguna sorpresa que el volumen de plástico de Taylor esté creciendo.

Hemos explorado el uso de productos alternativos que se venden como biodegradables, pero son menos efectivos. Además, Dell explica que existen otros obstáculos para promover el uso de esos materiales, como el hecho de que la mayoría de plantas de compostaje no aceptan residuos bioplásticos porque no se biodegradan de forma segura y pueden contaminar el compost.

«Hoy en día, los vertederos están diseñados para prevenir las emisiones de metano de los materiales almacenados, así que el film transparente no se biodegradará y no desaparecerá en un vertedero», añade.

Según Dell, lo mejor que podemos hacer en Taylor es seguir minimizando el uso de plástico en la medida de lo posible. También es buena idea intentar aumentar la demanda de envoltorios de plástico con un porcentaje de contenido reciclado solicitando el suministro de este material a nuestros proveedores y animando a otras empresas a hacer lo mismo. Esto ayudará a ampliar la infraestructura de la cadena de suministro en torno al producto y a acelerar su uso.

A nivel de empresa, nuestra «exposición» de plástico ya ha generado su impacto entre los empleados. Después de sacar a la luz este problema en nuestro boletín interno, varios trabajadores de Taylor (es decir, algunos de sus nuevos empleados-propietarios) han impulsado iniciativas para reducir el consumo de envoltorio elástico en sus departamentos.

Entretanto, no dejaremos de investigar con la ayuda de personas como Dell y de buscar activamente opciones más adecuadas. Seguiremos informando sobre el estado de nuestros residuos plásticos y las soluciones alternativas que vayamos desarrollando.

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