Antes o después, cualquier persona que haya montado un negocio tendrá que enfrentarse a un dilema: «¿qué pasará cuando yo ya no esté?» En la práctica, toda empresa necesita un nuevo propietario para seguir avanzando. Y, si no tienes una familia a la que quieras dejar el negocio, tampoco es que haya tantas opciones. Te ves ante la disyuntiva de una venta, y debes tomar la mejor decisión para que haya un equilibrio entre dar continuidad a lo que has construido, ser fiel a tus valores, recompensar a tus empleados y ofrecer un intercambio financiero justo para los nuevos propietarios.
A lo largo de los años, me he quedado horrorizado al escuchar historias de empresas adquiridas por compañías financieras que básicamente dinamitaron el negocio, echaron a empleados con una larga carrera, cerraron plantas y subcontrataron trabajos al extranjero. Hay que decir que, en algunos casos, se trataba de empresas antiguas que necesitaban desde hacía mucho tiempo una renovación que nunca llegó, y comprimieron un proceso que puede llevar décadas en una serie de cambios drásticos forzados en un período muy corto. Pero eso tampoco es excusa.
No queríamos pasar a formar parte de otra compañía de instrumentos musicales porque perderíamos gran parte de nuestra cultura e individualidad.
Bob y yo llevábamos mucho tiempo pensando en el futuro de Taylor Guitars. Sabíamos que era inevitable vender la empresa, pero la cuestión era cómo y a quién. Hemos trabajado en ello durante los últimos 10 años, y el resultado ha sido la creación de un PTAE (plan de transferencia de acciones a los empleados) que ha establecido la transición de la propiedad a nuestros trabajadores al término del 2020.
Desde fuera, se puede pensar que todas las compañías de guitarras se parecen bastante. Bueno: sí… y no. Cada empresa tiene su propia personalidad, cultura y sistema de valores. Nosotros no queríamos pasar a formar parte de otra compañía de instrumentos musicales porque perderíamos gran parte de nuestra cultura e individualidad. Eso siempre pasa. Nos gusta lo que hemos creado y queremos que siga así.
Tampoco teníamos ninguna intención de convertirnos en una empresa de cartera de una entidad financiera, aunque probablemente esa habría sido la solución más lucrativa. No podíamos permitir que la motivación principal de Taylor pasara de construir instrumentos de máxima calidad para inspirar la creación de música a basar nuestra toma de decisiones en el retorno de la inversión y los objetivos de crecimiento. Creíamos que ese tipo de transición no sería sana ni para el negocio, ni para nuestros empleados, distribuidores y proveedores, ni para las personas que compran y tocan nuestras guitarras.
En el 2013 empezamos a estudiar el funcionamiento de la transición de la propiedad a los empleados, y lo que averiguamos nos entusiasmó. Cuanto más sabíamos sobre esa estructura, más claro veíamos que cumplía todas nuestras condiciones. Bob y yo mantendríamos nuestros trabajos para seguir guiando a la empresa, que era lo que queríamos hacer. Y Andy podría continuar dirigiendo el diseño de nuestras guitarras durante décadas. Los empleados, muchos de los cuales llevan un montón de años con nosotros, se quedarían en Taylor. Y, quizá lo más relevante, los trabajadores serían los que se beneficiarían económicamente del crecimiento y la prosperidad de la empresa en el futuro.
La transferencia de la propiedad a los empleados supone una oportunidad única para paliar el reparto desigual del dinero, ya que ofrece un medio para que los trabajadores puedan generar riqueza para ellos y sus familias. Nos pareció que darles la oportunidad de cosechar las ganancias de Taylor Guitars era más importante y apropiado que vender la empresa a otra compañía o a una entidad financiera. Y estamos absolutamente encantados con nuestra decisión.