Guardianes de los árboles

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¿Alguna vez te has preguntado cómo se gestiona la población de árboles de una ciudad? En West Coast Arborists nos lo cuentan todo.

Nos encontramos en el despacho de Mike Palat, de West Coast Arborists. Mike enseña a un equipo de Taylor los entresijos de la plataforma informática propia que WCA utiliza para operar su negocio. Todos tenemos los ojos puestos en una pantalla instalada en la pared mientras Mike navega por el software de gestión de árboles ArborAccess de WCA, una robusta base de datos que vincula inventarios de árboles muy detallados con el historial de las labores que han llevado a cabo en las ciudades en las que trabajan (unos 400 municipios de California y parte de Arizona). Este sistema documenta la progresión vital de más de 6 millones de árboles, e integra mapeado GPS para hacer un seguimiento de las localizaciones y las tareas de los técnicos arboristas en tiempo real.

Palat, vicepresidente de WCA que lleva 20 años en la empresa, es un arborista de primer nivel con certificación profesional y especialización en servicios públicos y municipales, y se encarga de supervisar las operaciones de WCA en la región suroeste de California, incluido el condado de San Diego. Es una «Arboripedia» ambulante, y está encantado de ilustrarnos a los no iniciados en arboricultura sobre algunas de las muchas consideraciones que intervienen en la planificación y gestión de los bosques urbanos.

Su exposición abarca desde las funciones básicas de un contratista de mantenimiento de árboles en un municipio hasta las razones por las que la experiencia acumulada de WCA ha sido crucial para la iniciativa colaborativa de madera urbana que ha forjado junto con Taylor.

Nuestra delegación incluye a Scott Paul, el experto de la casa en sostenibilidad. Scott conoce bien a Mike y habla con él asiduamente; de hecho, Palat no solo es el contacto principal de Scott en WCA, sino que ambos forman parte de la junta directiva de Tree San Diego, una organización sin ánimo de lucro dedicada a mejorar la calidad de los bosques urbanos de la zona de San Diego. A lo largo de la sesión informativa, Scott le acribilla a preguntas para ir guiando la conversación.

Cómo gestionan las ciudades sus poblaciones de árboles

West Coast Arborists, en cifras

Más de 1100 empleados
Más de 12 localizaciones en California y Arizona
Más de 675 000 árboles podados al año
Más de 46 000 árboles retirados al año
Más de 18 500 árboles plantados al año
Más de 300 000 árboles inventariados al año

Para empezar, Palat repasa las estrategias de los municipios para crear y mantener sus inventarios de árboles urbanos. Según dice, dentro de una misma ciudad pueden existir varias agencias que gestionan diferentes clasificaciones de los árboles que componen la población urbana. En San Diego, por ejemplo, el departamento de calles de la ciudad supervisa el mantenimiento de los árboles callejeros, y el de parques y áreas recreativas se ocupa de los árboles de los parques públicos. En cambio, los que quedan cerca de las líneas eléctricas pueden ser responsabilidad de la sección de gas y electricidad de San Diego. Juntos, todos estos árboles forman el dosel verde de la ciudad y los suburbios. Y, aunque para muchos de nosotros son invisibles a simple vista porque se funden con las calles y los edificios en un paisaje unitario, la realidad es que estos árboles se plantan, documentan y mantienen de manera totalmente planificada.

«Hay un montón de programas de administración de activos urbanos dirigidos a los baches, al alumbrado público, las cajas de válvulas de riego y también los árboles», aclara Palat. «En este sentido, nuestro software es una solución de referencia pensada específicamente para las ciudades, que disponen de sus sistemas y departamentos de información geográfica. A los municipios que tienen contrato con WCA no les cuesta ningún dinero mantener su inventario en esta plataforma dedicada a la gestión de su población de árboles».

En virtud de este tipo de contrato con WCA, la ciudad puede recibir una serie de servicios de gestión y mantenimiento en función de sus propios recursos departamentales.

«En parte, nuestro trabajo es salir a la calle y registrar el inventario de árboles de un municipio», explica Palat. «Las ciudades son propietarias de esa información y pueden almacenarla de diversas formas. Nuestro software ArborAccess se basa en una plataforma web que incluye una aplicación móvil. Así que, en esencia, el servicio por el que cobramos es la recopilación de datos, para la cual enviamos a nuestros arboristas. A partir de ahí, si una institución tiene contrato con WCA, ya no le cobramos nada por el permiso para utilizar el programa».

Si una ciudad firma un contrato de mantenimiento con WCA, ArborAccess permite documentar todo el historial de trabajo. Durante su intervención, Palat abre un mapa de San Diego con integración de GPS que muestra todas las localizaciones en las que actualmente hay equipos de WCA en operación.

«Se pueden ver todos los puntos», señala. «Se trata de datos GPS de nuestros equipos y vehículos en tiempo real: dónde están trabajando, dónde han aparcado, a qué hora han llegado allí, a qué velocidad van… Todo eso queda reflejado en el software».

Independientemente de que sea un municipio o WCA quien administre la documentación del inventario de árboles de la ciudad, en la base de datos se crea y se almacena una lista que incluye recomendaciones de mantenimiento para cada árbol individual.

«Si nuestros equipos están podando árboles y ven algo de lo que haya que informar, actualizan los datos para comunicar a la ciudad que se ha producido una variación en esos árboles», continúa Palat. «Estamos hablando de seres biológicos que van cambiando constantemente, y esta es una buena forma de alertar a un municipio sobre los árboles potencialmente peligrosos».

WCA ejecuta la documentación del estado de los árboles y proporciona esa información a la ciudad, pero en última instancia es el municipio quien tiene que emitir las instrucciones pertinentes. Y, cuando se hace necesario retirar árboles debido a su edad, grado de deterioro, riesgos de seguridad, etcétera, la decisión corresponde enteramente a la ciudad. Scott subraya este aspecto para dejar claro que ni WCA ni Taylor se dedican a buscar árboles que talar.

«No, para nada», corrobora Palat. «Nosotros podemos recomendarles determinadas acciones de acuerdo con nuestras observaciones, pero son ellos quienes deciden qué árboles van para abajo».

En este punto, la charla discurre hacia las dos especies de madera urbana que Taylor obtiene actualmente de WCA, el fresno de Shamel y ahora también la corteza de hierro roja. Para demostrar la utilidad de su sistema, Palat realiza una búsqueda del inventario de estos dos tipos de árboles en la ciudad de El Cajón, sede de Taylor (cliente de WCA).

«En El Cajón hay 54 fresnos de Shamel. Y, si quiero saber dónde están, solo tengo que mapearlos. Si activo las imágenes aéreas y hago clic en un árbol, el programa me dice qué es, muestra sus detalles, indica la última vez que fue podado… También puedo ver recomendaciones de poda de rutina y problemas de mantenimiento; en este caso, no hay ninguno. Sin embargo, por encima del árbol pasa un cable de electricidad y eso es algo de lo que deberíamos informar, porque no es bueno que un fresno de Shamel esté ahí debajo».

Cada árbol en su sitio y un sitio para cada árbol

Este último comentario nos lleva a una expresión que se ha convertido en un mantra para los arboristas de todo el mundo: «cada árbol en su sitio y un sitio para cada árbol». En otras palabras: desde la perspectiva de la planificación, es importante plantar especies de árboles cuyas propiedades sean compatibles con su localización específica y que sirvan para su propósito previsto (dar sombra, mitigar la contaminación acústica, actuar como cortavientos o cualquier otro cometido) sin llegar a ser una posible fuente de problemas. Por ejemplo, algunos árboles no deben estar demasiado cerca de una acera o una calle, ya que las raíces de ciertas especies pueden levantar el pavimento o dañar el sistema de alcantarillado. Otros incluso podrían crecer hasta interferir con las líneas eléctricas. Muchas veces, todo esto requiere un ejercicio de geometría en el que hay que proyectar cómo será el árbol en su madurez y de qué manera llenará el espacio en el que se plantará.

En último término, los árboles «incorrectos» plantados en el lugar equivocado «acaban convirtiéndose en candidatos para la retirada», sentencia Palat. «De hecho, el departamento de gas y electricidad de San Diego tiene todo un programa completo dedicado a la eliminación de esos árboles problemáticos. La ciudad está gastando grandes sumas de dinero para despejar la vegetación de las zonas de líneas eléctricas, y muchas veces acude a una agencia y les dice: “os daremos árboles gratis si nos permitís retirar estos otros”».

Actualmente, los municipios buscan plantar más árboles para reforzar su dosel urbano, así que están mapeando y designando localizaciones vacantes adecuadas para la plantación. Cuando Palat amplía el mapa, aparecen una serie de puntos grises que representan esos lugares.

«En el análisis de posibles plantaciones hay que tener en cuenta cosas como la medida del ancho de una avenida o la presencia de líneas eléctricas por encima de los árboles», apunta. «Todo eso también influye en la toma de decisiones».

La vida media de un árbol urbano es de ocho años.

Palat añade que, según la localización, una de las complicaciones de cultivar un árbol es establecer quién lo regará: «ahora mismo, esa es la gran batalla en el sur de California. Aunque las ciudades estén dispuestas a regalar árboles, nadie quiere hacerse cargo de ellos. Existe el riego por contrato, pero cuesta dinero. O puede ser que un arrendatario diga: “vale, yo me ocupo”, pero luego se va a vivir a otro sitio y la nueva persona que llega no quiere saber nada del asunto. Esta es una de las principales razones por las que la vida media de un árbol urbano es de ocho años».

Palat también cree que se ha extendido una idea muy errónea sobre lo que cuesta regar un árbol.

«Hay gente que cree que estabilizar un árbol joven vale miles de dólares al año», lamenta. «La realidad es que cuesta unos 10 dólares anuales. Los litros de agua que se necesitan se pueden utilizar de forma sostenible para maximizar los recursos».

Afianzar un árbol joven cuesta unos 10 dólares anuales.

Lógicamente, las ciudades tienen que contemplar el impacto a largo plazo de los entornos en los que los árboles viven y crecen a la hora de tomar decisiones de plantación. Y un factor de pronóstico cada vez más importante es el hecho de que los efectos del cambio climático están obligando a las ciudades a repensar la viabilidad de sus poblaciones de árboles de cara a las próximas décadas.

Ante este panorama, WCA ha colaborado con otros reconocidos arboristas de California para compartir información y crear una base de datos de alcance estatal aún más detallada con perfiles de árboles y recomendaciones de plantación. Uno de los participantes en este proyecto es Matt Ritter, profesor del departamento de biología de Cal Poly-San Luis Obispo (la Universidad Politécnica Estatal de California). Matt es escritor y experto en horticultura, y está considerado como una de las principales autoridades mundiales en el estudio del eucalipto. Su base de datos en Internet, llamada SelecTree (https://selectree.calpoly.edu/), es una fantástica fuente de información para la selección de especies apropiadas en California.

«El programa que llevamos a cabo con Matt aportó árboles de los que nadie había oído hablar. La idea es impulsar algunas especies que deberíamos adoptar para obtener buenos resultados en el futuro», defiende Palat.

Para presentar otras funciones de su software y ofrecernos una vista general de un inventario, Palat procede a extraer datos de los árboles de El Cajón. Las estadísticas clasifican las 10 especies más plantadas por porcentajes respecto a la población total de árboles. El mirto crespón está en primer lugar con un 12,7 %, seguido de la palmera pindó con un 12,2 %. Estos datos ayudan a orientar una diversificación saludable de las especies plantadas.

«No es buena idea que una especie acapare más del 10 % de una población de árboles, especialmente aquí en California», advierte Palat. «La diversidad de especies es importante. El tema es que a California llegan nuevas plagas cada 40 días, y una población de árboles con una especie demasiado dominante pasa a ser vulnerable».

La diversidad de edades es otra consideración estadística relevante para evaluar la salud de la población de árboles de una ciudad. Palat hace esta observación mientras se fija en los tamaños de los árboles de El Cajón para calcular una aproximación de su edad.

«Solo hay un 0,55 % de árboles de más de 78 cm de diámetro, y sería bueno promover una mejor distribución de las edades», admite. «Normalmente, cuando los árboles alcanzan ese tamaño, empiezan a estar en el punto de mira para la retirada. A medida que maduran, los árboles experimentan problemas como enfermedades, plagas o descomposición, y también pueden acabar siendo una especie inapropiada para el lugar de plantación».

Una de las causas por las que California se ha convertido en un importante núcleo de diversidad de árboles es su clima mediterráneo (junto con los microclimas que existen desde las zonas costeras hasta los valles del interior y las montañas), que posibilita la adaptación de una gran variedad de especies. Por otro lado, Palat remarca que gran parte de California, especialmente el centro y sur del estado, eran en su momento «lienzos en blanco» con poca población arbórea. Y esa es la razón de que muchas de las especies de la zona no sean nativas. (Para conocer un ejemplo ilustrativo, lee el artículo de Scott Paul en la sección «Sostenibilidad» de este número de Wood&Steel, en el que cuenta la historia del eucalipto en California).

La conversación vuelve a las especies de árboles de ciudad con las que Taylor está trabajando, y Palat aprovecha la ocasión para mostrar la localización de algunos ejemplares de corteza de hierro roja en los alrededores. Nosotros teníamos la idea de hacer algunas fotografías de árboles de corteza de hierro y fresnos de Shamel maduros, así que Palat nos encuentra un par de lugares cercanos: la mediana de una carretera con varios árboles de corteza de hierro grandes y un parque que cuenta con ambas especies.

Without WCA’s data analysis, Taylor wouldn’t be able to commit to using these urban woods on dedicated models.

Scott puntualiza que el software de WCA hizo posible que Taylor se decidiera a utilizar fresno y corteza de hierro en modelos dedicados de nuestra línea.

«La gran pregunta para Taylor, más allá de si la madera tenía las propiedades adecuadas para la construcción de guitarras, era si habría o no suministro a largo plazo y con vistas al futuro», interviene Scott. «La base de datos de WCA nos confirmó que los árboles que nos interesaban están presentes en grandes cantidades en todo el estado, que hoy en día se siguen plantando y que, partiendo de la vida media de estas especies, WCA puede ofrecernos una estimación bastante fiable de los índices de eliminación anuales. Está claro que los números fluctuarán de un año para otro, pero estas conclusiones nos dieron confianza para seguir adelante con nuestros planes. Si no hubiéramos contado con la capacidad de WCA para darnos esa información, en ningún caso habríamos podido comprometernos a usar esas maderas como un material con continuidad en nuestro catálogo».

Desde el inicio de esta asociación de abastecimiento de madera en el 2020, Taylor y WCA no han dejado de invertir en procesos e infraestructuras para mejorar las posibilidades operativas de WCA con la madera procedente de árboles eliminados.

«Ahora, tenemos un mecanismo según el cual, cuando una institución emite una solicitud para retirar un fresno de Shamel, me suena el teléfono y podemos comunicarnos directamente con el equipo encargado de ello», comenta Palat. «Este funcionamiento nos recuerda que debemos ser extremadamente cuidadosos en la retirada, y garantiza que el árbol será transportado a nuestra planta de clasificación en Ontario, California».

En este vídeo, que forma parte de una conversación más larga sobre el abastecimiento de madera urbana, el productor de contenidos de Taylor Jay Parkin charla con nuestro director de sostenibilidad de recursos naturales Scott Paul, el diseñador jefe Andy Powers y el especialista en arboricultura Mike Palat, de West Coast Arborists. Este póker de ases explica qué es un bosque urbano, repasa los factores por los cuales la obtención de madera de ciudad es más cara y complicada de lo que podría parecer, y comenta los motivos que impulsaron a West Coast Arborists a crear la infraestructura necesaria para desarrollar este nuevo modelo de abastecimiento.

Taylor también ha trabajado muy de cerca con WCA para preservar y cortar los troncos de una manera apropiada para la construcción de guitarras.

«Estamos aprendiendo muchísimo de vosotros», enfatiza Palat. «Hemos construido más estructuras de sombra y ya mantenemos la madera húmeda, lo cual no era tan importante para nosotros hasta que empezamos a trabajar con Taylor. Y ahora estamos cortando los troncos con los métodos que nos habéis ayudado a desarrollar».

Si todo va bien, esta infraestructura levantará los cimientos de una economía circular en torno a esta madera, y esperamos que sirva como modelo para la elaboración de otros productos de alta calidad.

Y, con un poco de suerte, tal vez el valor al final del ciclo de vida se convierta en otro aspecto que hay que tener en cuenta junto con todos los demás criterios que contribuirán a determinar qué árboles plantaremos en los entornos urbanos del futuro.

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