Bob Taylor seated on stack of mahogany wood

Habla Bob

Un viaje épico

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Bob conmemora el 50.º aniversario de Taylor evocando diversas etapas de la evolución de la empresa.

Taylor Guitars nació el 15 de octubre de 1974, así que aún quedan unos nueve meses para poder celebrar oficialmente nuestro 50.º cumpleaños. Ese día tengo la intención de levantar mi copa. Pero ya hemos entrado en nuestro año número 50, y eso me trae algunas reflexiones a la cabeza. Hace poco, me dijeron que, cuando Fender alcanzó su 50.º aniversario, hacía 29 años que Leo Fender ya no estaba involucrado en la empresa. Bueno, gente, yo aún estoy por aquí y no os desharéis de mí fácilmente. Haber podido tener una carrera tan rica y llena de pasión ha sido la alegría de mi vida, y no le envidio nada a nadie.

Cuando pienso en los capítulos que componen la historia de estos 50 años, los veo como pequeñas épocas que tienen cada una su significado. Los primeros años en que mi gran satisfacción era trabajar día y noche con mis propias manos, desarrollándome como constructor de guitarras y aprendiendo lo difícil que era avanzar en la buena dirección. La fase en la que nadie nos conocía y no conseguíamos vender suficientes guitarras como para que las cosas funcionaran. El momento de instalar nuestros primeros expositores en ferias comerciales, la tremenda emoción de mostrar nuestras guitarras, aquel maravilloso aroma de los catálogos recién impresos en color que nos costaron hasta nuestro último céntimo, el olor a alfombra nueva en los pasillos. La creación de una fábrica diminuta a la que fuimos añadiendo herramientas y artesanos. Formar a profesionales para construir un mástil o una caja de guitarra y darle un buen acabado al instrumento. Colocar trastes en un diapasón a base de martillo, lija y lima.

Todo se fue haciendo más fácil a medida que la fábrica y el equipo iban ampliando su capacidad. Luego tuvimos que enfrentarnos a la realidad de que la madera que utilizábamos era cada vez más escasa y estaba sometida a más regulaciones. Palabras como «sostenibilidad» empezaron a tener significado a corto plazo y no solo como una idea de futuro. Mientras yo me iba mentalizando de todo ello, nuestras guitarras empezaron a crecer al ritmo del desarrollo de nuestros propios estilos, formas e imagen de marca. Nos sentíamos muy orgullosos de que, aunque habíamos llegado tarde a la fiesta, teníamos una personalidad única en cuanto a sonido, estética y sensación. Éramos Taylor Guitars, no una copia de ninguna otra marca. Aunque esto es difícil de lograr, en nuestro caso sucedió, de forma lenta pero segura.

Nuestra producción se amplió. Nos convertimos en un actor importante en el mercado. ¡Nos salieron haters! Cuando hay gente que critica prácticamente todo lo que haces, dices, vendes y piensas, es que estás generando un impacto. También teníamos fans a los que nuestras guitarras les encantaban. De hecho, los números reflejaban que algo más del 40 % de los compradores de guitarras estaban votando por nosotros con sus billeteras. Aun así, la actitud de los haters me afectaba por dentro, incluso en un contexto de éxito.

Llegó un momento en que empezamos a preocuparnos más por la procedencia de nuestra madera y la forma en que se nos suministraba. En algunos casos, no había ningún problema, como con nuestros amigos de Pacific Rim Tonewoods en el estado de Washington, Gemwood en India o Madinter en España. Pero, en otros, nos pareció mejor implicarnos en el proceso hasta el punto de crear asociaciones allá donde fuera posible. Eso fue lo que hicimos con el ébano y la koa: nos unimos a Madinter para obtener ébano en Camerún y a Pacific Rim Tonewoods para traer koa de Hawái. Y acertamos de pleno con ambas decisiones. Más tarde se sumaron los chicos de West Coast Arborists, gracias a los cuales adquirimos árboles urbanos de California que han llegado al final de su ciclo de vida y que ya nos han servido para construir miles de guitarras.

Nos sentíamos muy orgullosos de que nuestras guitarras fueran únicas en cuanto a sonido, estética y sensación; no eran copias de otras marcas.

Vino Andy Powers, que entró en nuestro equipo como diseñador jefe. Él también tiene sus haters (lo cual me consuela un poco) y, por supuesto, sus fans. Nuestra colaboración fue tan positiva que acabó extendiéndose hasta el ámbito del capital social de la empresa: era la primera vez que Kurt y yo introducíamos a una tercera persona en la propiedad de Taylor.

Y llegó el día en que traspasamos el 100 % de esa propiedad a los empleados con la intención de que, de cara al futuro (cuando Kurt y yo ya estemos más mayores), Taylor mantenga el espíritu de lo que ha sido y es. Para qué engañarnos: el paso del tiempo es inexorable, y esa ha sido nuestra manera de afrontarlo. Después, nombramos a Andy presidente y director ejecutivo de Taylor. Hay cambios, sí, pero intentamos articularlos lo mejor que podemos.

Cincuenta años de cambios. Fábricas en Estados Unidos y México, nuestra propia red de distribución en casi todo el mundo, operaciones de adquisición de madera en Camerún y Hawái. Declaraciones de impuestos en un montón de países y estados. Leyes, normas, empleados, culturas, lenguas. A todo esto, aprovecho la ocasión para mencionar que imprimimos la guía de productos de Wood&Steel en seis idiomas.

En un rápido repaso a nuestra trayectoria, estas son las épocas de Taylor Guitars a lo largo de 50 años. Es algo realmente grande para mí. Me llena de humildad saber que estás leyendo esto porque te gustan nuestros instrumentos y te interesa nuestra empresa. Pero, por supuesto, la columna vertebral y razón de ser de todo ello es la guitarra y la persona que la toca, es decir, tú.

Estos son nuestros 50 años de vida condensados en unas 1000 palabras. Si quieres saber más, Kurt y yo hemos grabado una serie de pódcasts en los que contamos nuestra historia juntos. Los iremos publicando durante este año; ahí entramos en profundidad y tiramos de recuerdos. ¡Hay algunos relatos geniales que incluso a mí me gusta escuchar! Si te pica la curiosidad, no te los pierdas.

¡Gracias por estos 50 años!

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