Nota editorial: Con motivo del 50.º aniversario de Taylor, echamos la vista atrás para conmemorar algunos de nuestros diseños de guitarra más significativos. Y, sin ninguna duda, la GS Mini que lanzamos en el año 2010 ocupa un lugar de excepción en ese elenco estelar: no solo se ha mantenido como un modelo extremadamente popular durante todo este tiempo, sino que se ha convertido en una de las guitarras acústicas con mejor acogida del mundo. Aunque la producción de la GS Mini arrancó hace solo 14 años, ya hemos superado oficialmente la marca de 500 000 unidades fabricadas.
Hemos pensado que sería divertido sumergirnos en los archivos de Wood&Steel y desempolvar el artículo de portada original del número de verano del 2010, en el que hablábamos de la GS Mini por primera vez. En estas páginas, Bob Taylor desvela detalles muy interesantes sobre su visión del diseño de este modelo y la labor de I+D entre bastidores que ayudó a materializarlo. En palabras de Bob, todo empezó con la idea de crear una versión de nueva generación de otro diseño emblemático de Taylor: el modelo de tres cuartos Baby Taylor, que contribuyó a legitimar el concepto de una guitarra de viaje y apta para niños que ofreciera una calidad de primer nivel como instrumento musical. Por otro lado, este artículo también representa una fascinante instantánea del momento que vivía la empresa por aquel entonces. Y, tal como explica Bob, ilustra cómo las innovaciones en diseño y maquinaria de Taylor suelen dar forma a una plataforma creativa que a su vez impulsa desarrollos futuros. Hemos editado la pieza original para adaptar su longitud.
GS Mini al poder
La nueva GS Mini promete diversión con mayúsculas en cualquier escenario, desde el sofá hasta salas de conciertos y veladas alrededor de una hoguera: una guitarra de tamaño mini pero con un sonido maxi.
Ya hace casi 15 años que el mundo conoció a la Baby Taylor, nuestra dreadnought de tres cuartos “subcompacta”. Con esta pequeña máquina de rasguear que vio la luz en 1996, Bob Taylor intentaba dar respuesta al clamor popular por una guitarra asequible y de tamaño reducido pero de alta calidad. En aquel momento, por el mercado circulaban unas cuantas guitarras de viaje, pero todo el mundo estaba más o menos de acuerdo en que no acababan de alcanzar el nivel de calidad de un instrumento “real”. Bob se refería a esta coyuntura en el artículo de portada del número de Wood&Steel publicado en invierno de 1996, en el que presentábamos la Baby Taylor.
“Desde la fundación de Taylor hace 21 años, la gente no ha dejado de preguntarme: “tengo un hijo o una hija y quiero comprarle una guitarra para ‘principiantes’ que sea buena pero económica. ¿Qué me recomiendas?”. Y mi respuesta siempre ha sido: “nadie ofrece una guitarra que coincida con esa descripción””.
“Así que decidí hacer un modelo de tamaño mini pero con la forma de una guitarra real, que fuera fácil de construir y que cumpliera los requisitos de calidad que todos querríamos para cualquier guitarra: buenos materiales, un mástil cómodo, un trabajo de trastes fino de verdad y un sonido potente para sus dimensiones”, decía ya entonces Bob. “En otras palabras, algo que no fuera un juguete”.
Una grata sorpresa que nos trajo la Baby Taylor fue que los intérpretes para los que en principio estaba pensada (niños y viajeros) acabaron siendo solo un subconjunto de una gama mucho más amplia de guitarristas y aplicaciones.
“La gente nos decía: “qué sonido y sensación más fabulosos, ¿cuándo podré tener una?””, contaba Bob en el 96. “O: “esta guitarra me iría muy bien para tocar con slide”. O: “quiero una como esta al lado de la cama para que, si se me ocurre una idea en mitad de la noche, no tenga que sacar mi guitarra del estuche”. O: “quiero una para mi hija y otra para mí””.
“Para saber realmente dónde están los límites, lo que hay que hacer es traspasarlos”.
Bob Taylor
Probablemente, la prueba más incontestable del perenne poder de seducción de la Baby Taylor sea su constante volumen de producción y ventas con el paso del tiempo. Casi 15 años después de su aparición, e incluso después de que nuestros competidores reaccionaran con sus propios modelos de guitarras de viaje (entre ellos, productos más baratos hechos en China), la Baby Taylor sigue siendo líder en calidad y demanda. Actualmente, Taylor saca unas 60 unidades al día, sin contar la Big Baby.
En retrospectiva, Bob reflexiona con orgullo sobre el espíritu y la filosofía de ingeniería que dieron vida a la Baby Taylor. El desarrollo de un nuevo tipo de instrumento que suene bien, ofrezca un buen rendimiento y al mismo tiempo sea asequible exige un diseño inteligente y eficiente. De hecho, no solo la propia guitarra fue un éxito, sino que el trabajo de innovación en el que se apoyaba sentó las bases de un trampolín creativo que catapultó otros desarrollos importantes de Taylor.
Bob lo tiene claro: “cuando hablo de nuestro diseño de la junta del mástil, del Expression System, de la T5 o de nuestros modelos de madera contrachapada, siempre menciono a la Baby Taylor, porque fue la primera guitarra en la que usamos tecnología láser, la primera a la que le atornillamos un mástil sin tacón, y la primera con fondo y aros de madera laminada y fondo prensado para mantener la forma”.
“Hemos aprendido mucho desde que la construimos”, continúa Bob. “Las innovaciones se han multiplicado, la fábrica ha madurado muchísimo y nuestra línea de productos ha evolucionado y crecido. Hemos abierto una planta en México. Cuando empezamos con la Baby, creo que teníamos dos fresadoras CNC; ahora son 50. Hoy contamos con sistemas robotizados y láseres más precisos”.
Pasados 15 años, Bob creyó que era hora de sacar partido a toda esa experiencia acumulada en diseño y fabricación para elevar la apuesta de la Baby Taylor y darle un sonido aún más amplio y potente sin comprometer las ventajas de una guitarra de tamaño reducido.
Aumento de talla
En la primavera del 2009, Bob empezó a plantearse activamente la concepción de una nueva generación de guitarras mini. Tomando la forma de la Baby Taylor como punto de partida, Bob se puso manos a la obra para crear una serie de prototipos junto a David Judd, todo un veterano del equipo de desarrollo de productos de Taylor.
“Nos pusimos a hacer guitarras “Frankenstein””, recuerda Bob. “Yo le encargaba a David que diseñara una guitarra con una tapa fina como el papel, o con una escala de trastes mucho más larga, o prácticamente desprovista de varetas. Construimos guitarras con tapas tan ligeras que rozaban el absurdo. Muchas veces, acabas llevando las cosas al extremo. Y es que, para saber realmente dónde están los límites, lo que hay que hacer es traspasarlos. Tienes que producir una guitarra delgada hasta el ridículo para luego poder decir: “efectivamente, ya tenía yo razón al pensar que sería muy poca cosa”. O, por el contrario, para descubrir que a fin de cuentas no es demasiado delgada. En la práctica, solemos encontrar algo no muy diferente a lo que esperábamos. Rara vez nos llevamos sorpresas como la que tuvimos con la Grand Concert 12-Fret, en la que una pequeña modificación dio lugar a una guitarra completamente nueva. En general, por mucho que tunees un diseño de guitarra existente, el resultado no cambiará demasiado. La idea fundamental (el tamaño, la longitud de cuerda, los espesores, etcétera) es la base del 95 % del tono. Puedes manipularla y retorcerla todo lo que quieras y quizá consigas mejorar mínimamente el sonido, pero no estarás haciendo ninguna revolución. Y así es como se llega al punto del rendimiento decreciente, tal como nos pasó con todas esas Baby Taylor loquísimas. Puede ser que suenen algo mejor, pero solo por comparación. No te da como para tocar una de ellas y decir: “¡vaya, esto sí que es una señora guitarra!”. Seguirá sonando como una Baby; tal vez un poco más clara o más fuerte, pero una Baby al fin y al cabo. Al comparar dos prototipos, es verdad que uno podía ser mejor que el otro, pero no dejaba de ser una Baby Taylor. Todo aquello nos hizo pensar que necesitábamos una caja más profunda, una tapa más grande y una escala más larga”.
Bob decidió probar con una versión reducida de la forma de caja Grand Symphony (GS, presentada el 2006) porque era un diseño original de Taylor y le daba la sensación de que sería la mejor opción para lograr una voz más robusta.
“Usually we find that within the confines of an existing guitar design, no matter how much you hotrod that, it doesn’t change it very much.”
“Construimos un par de guitarras que sonaban mejor y tenían una escala de trastes más larga. Pero, a la hora de la verdad, no eran lo bastante grandes como para jugar en otra división”, reconoce Bob.
En parte, el reto era crecer en tamaño pero sin pasarse. La Big Baby estaba demasiado cerca de una guitarra de tamaño completo, y uno de los objetivos era preservar el perfil ultracompacto que había hecho tan popular a la Baby Taylor. Bob y David volvieron literalmente a la mesa de dibujo.
“Empezamos a esbozar guitarras más grandes”, comenta Bob. “Tomábamos láminas finas de madera contrachapada y las cortábamos con láser. Les acoplábamos un mástil de verdad, pegábamos un puente y un golpeador con cinta adhesiva de dos caras, les añadíamos las líneas de los perfiles y las colgábamos en la pared solo para poder mirarlas y decir: “vale, ahora sí que parece una guitarra”. Tuvimos que hacer varios intentos para encontrar aquella forma más grande que buscábamos. Estas cosas no siempre salen a la primera: aunque tengas una idea de lo que quieres y consigas materializarla, puede ser que te quedes pensando que aún no has llegado al punto que querías”.
Según Larry Breedlove, otra pieza clave del equipo de desarrollo de Taylor, la longitud de la caja acabó creciendo de 40,64 cm (la Baby Taylor mide 40 clavados) a 44,76 cm.
La profundidad de la guitarra también aumentó significativamente. La caja de la Baby tiene 85,7 mm de profundidad, mientras que la nueva guitarra acabó en 104,7 mm, más que la Big Baby y casi tanto como una Grand Concert. La longitud de escala se incrementó de los 577,8 mm y 19 trastes de la Baby hasta los 597 mm y 20 trastes del nuevo modelo. Bob señala que ese extra en la longitud de cuerda aporta rotundidad al tono acústico. (El equipo también experimentó con una escala de tamaño completo, pero llegó a la conclusión de que no había una mejora apreciable en el tono).
Bob tenía otra idea en cuanto a diseño: una versión del mástil Taylor patentado con tacón.
“El tacón del mástil te da mucha estabilidad sin comprometer nada”, afirma. “Este mástil es más estable que el de una Baby: solo tienes que ajustar el ángulo para darle al cliente una guitarra maciza como una roca”.
Al igual que en la Baby y la Big Baby, también se utilizó un fondo arqueado sin varetaje, pero se delineó una silueta completamente nueva para refinar la estética general.
Como la forma elegida para definir el aspecto visual de la nueva guitarra fue una GS reducida, en la planta de Taylor empezaron a llamarla informalmente “GS Mini”. Las curvas de la GS aguantan perfectamente la reducción, de manera que la guitarra mantiene unas líneas muy agradables a la vista a pesar de su tamaño relativamente pequeño. Para remarcar el carácter de guitarra “real” de la Mini, Bob le aplicó detalles estéticos como un golpeador, una roseta con incrustaciones y líneas de fileteado también incrustadas en la tapa. Bob apunta que este tratamiento del fileteado fue posible gracias a los nuevos métodos de producción que se desarrollaron para las guitarras eléctricas SolidBody de Taylor.
“Hace unos años no habríamos podido hacerlo”, admite Bob. “Para que este trabajo sea viable, se necesita un nivel de precisión que nuestras nuevas técnicas de fabricación ya nos están dando”.
Otra diferencia notable que se manifiesta tanto en el aspecto visual como en el tono es que la Mini tiene una boca de 101,6 mm de diámetro (como las Taylor de tamaño completo), más grande que la boca de 89 mm de la Baby. Por otro lado, la Mini también utiliza cuerdas de calibre medio.
Comparada con la Baby Taylor, la Mini es claramente más grande (especialmente en el lóbulo inferior), aunque la diferencia tampoco parece enorme… hasta que rasgueas un acorde.
“Tiene el doble de capacidad de proyección que la Baby”, subraya Bob. “Y no se trata solo del volumen, sino también de la profundidad y la riqueza del tono. Realmente, suena como una guitarra de tamaño completo. Y además es ultraportátil”.
“We think this might be the modern-day parlor guitar that people have been asking for.”
“A primera vista, sí que se percibe como un poco más grande. Pero, cuando te cuelgas la funda al hombro o te imaginas llevándotela a un avión, no da la sensación de que sea más voluminosa que la Baby”, argumenta Bob. La verdad es que él puede hablar desde la experiencia, ya que durante la primavera pasada ha volado con la Mini en varias ocasiones… y no solo en viajes comerciales, sino que también se la llevó acompañando al ejército de los Estados Unidos para una gira con la Zac Brown Band organizada en Irak por la USO (United Service Organizations). “No pesa nada y puedes colocarla en el compartimento superior del avión, aunque yo ni siquiera he tenido que dejarla ahí arriba. En todos los vuelos, el personal de la tripulación me preguntaba: “¿puedo colgarla en el armario?”, porque la veían pequeña y no les parecía que pudiera molestarles para nada en el avión. Cuando subes con una guitarra más grande, a veces te miran con cara de: “fantástico, ese trasto nos va a ocupar todo el armario”, y te reciben con un suspiro mal disimulado. En cambio, con esta guitarra las reacciones fueron totalmente diferentes”.
Bob asegura que el volumen de trabajo de ingeniería y maquinaria que se volcó en el diseño de la Mini fue el mismo que habría sido necesario para crear desde cero una guitarra de tamaño completo, una forma de caja o una guitarra clásica totalmente nuevas.
“Invertimos todo ese esfuerzo en este proyecto porque pensamos que podría ser la guitarra parlor moderna que el público lleva tiempo pidiéndole al mercado. Y, en realidad, la Mini es incluso más pequeña que la guitarra parlor que construimos el año pasado. Hay un montón de guitarristas que solo buscan el equivalente a un perrito faldero con el que divertirse y no quieren gastarse mucho dinero”.
“La Mini es una guitarra Taylor de verdad; un instrumento real perfecto para los músicos que, quizá por razones de edad o de presupuesto, aún no están preparados para dar el salto a otro tipo de modelo Taylor”, añade Bob. “Y, además, lleva la combinación de portabilidad y calidad a otro nivel para aquellos que ya tengan una Taylor; por ejemplo, los propietarios de una Baby que, aunque esa guitarra les encante, siempre habían deseado que proyectara un poco más de sonido”.