Mientras escribo esta columna, nuestro segundo año con la COVID-19 va tocando a su fin. Antes que nada, diré que los nuevos empleados-propietarios de Taylor han dado la talla y han entregado a nuestros clientes más guitarras que nunca, incluso bajo las restricciones de suministro y envío más complicadas que jamás hayamos sufrido. Sé que hay bastante gente que ha estado esperando mucho tiempo a que les llegaran sus guitarras, pero quiero destacar que hemos superado en 40 000 unidades el récord de producción que marcamos en el 2019 y que hemos construido 78 000 guitarras más que el año pasado, cuando la COVID nos obligó a cerrar las fábricas y nos dejó totalmente a cuadros.
Por sí solo, este aumento de 40 000 guitarras respecto al 2019 ya es un volumen mayor que el de la producción anual de la mayoría de grandes empresas de guitarras acústicas. Y eso no es fácil de conseguir. Nuestros distribuidores nos agradecieron ese esfuerzo que les permitió recibir sus encargos en un año en el que la mayoría de las tiendas de guitarras tenían las paredes de exhibición prácticamente vacías. También hay que decir que algunos clientes (una minoría, para ser justos) fueron más críticos y se preguntaban cuándo Taylor cumpliría con sus entregas de guitarras, ya que después de buscar y esperar un tiempo aún no habían podido conseguir el instrumento que querían.
Debo admitir que la demanda de casi todas las guitarras que fabricamos en Tecate está por encima del volumen que podemos satisfacer. Construimos un excedente de modelos Baby porque teníamos madera para ello. También creamos nuevos recursos para obtener y procesar la madera que utilizamos en nuestras guitarras más grandes hechas en México, pero por lo demás nos movíamos en niveles muy inferiores a la demanda. Es difícil seguir el ritmo, especialmente en ese rango de precios.
Antes del inicio de las operaciones de nuestra planta de Tecate, hace ya más de 20 años, esa categoría estaba cubierta por productos de países extranjeros, en su mayoría asiáticos. Nuestra incursión en la construcción de guitarras de calidad en Tecate ha tenido una gran aceptación. Sentimos que hemos sido útiles a muchos guitarristas. Para mí, es muy gratificante ver a jóvenes compitiendo en concursos de talentos con sus instrumentos de las series 100, GS Mini, Academy o Big Baby y comprobar que por televisión suenan igual de bien que cualquier otra guitarra. Soy consciente de que esos artistas no tienen (todavía) suficiente dinero como para comprarse las guitarras más sofisticadas y caras que hacemos nosotros y otros fabricantes, pero sus limitaciones de presupuesto tampoco han comprometido la calidad de su música.
Lo bueno de una fábrica es que podemos atender a más personas. No solo a los intérpretes, sino también a proveedores, empleados, distribuidores y comunidades locales.
En cuanto a nuestra producción en El Cajón, también hemos batido unos cuantos récords. El mayor número de guitarras fabricadas. La gama de precios más amplia. Nuevos modelos. La calidad no solo no se ha resentido, sino que ha seguido mejorando en nuevos diseños con Andy al timón. Estoy muy contento con lo que tenemos planeado para los próximos años. Se avecinan muchas cosas interesantes. Nuestra labor de I+D continúa progresando con normalidad. Es cierto que podríamos haberla ralentizado para priorizar la cobertura de la demanda, pero esa no es la forma en que nos gusta hacer las cosas. Sabemos que no es bueno relajarse cuando el objetivo es perfeccionar las guitarras de cara al futuro o crear nuevos tipos de instrumentos.
Como he dicho en otras ocasiones, siempre he creído que las fábricas pueden ofrecer productos excelentes con una magnífica relación calidad-precio. Hay muchos luthiers fantásticos que construyen guitarras realmente geniales. No es que envidie lo que hacen, y tampoco se me ocurriría quitarles mérito. Todo el mundo debería tener alguna de sus guitarras. También diré que casi todas las guitarras vintage más buscadas salieron de fábricas. Y lo bueno de una fábrica es que podemos atender a más personas. No solo a los intérpretes, sino también a proveedores, empleados, distribuidores y comunidades locales.
A mí me encantan las fábricas y las guitarras hechas en ellas, ¡especialmente las nuestras! Y aún más teniendo en cuenta lo mucho que cuesta conseguir el resultado que ofrecemos, incluso para personas realmente válidas y dedicadas. Cuando veo que la gente está literalmente sufriendo por tener una guitarra y constato que nosotros hemos logrado aumentar nuestra producción en casi 80 000 unidades en un año tan difícil, me reafirmo en mi defensa de las fábricas. En un contexto de agotamiento de existencias en tiendas de todo el mundo, todas esas guitarras que nosotros hemos sido capaces de construir y entregar durante los últimos dos años han servido a cientos de miles de guitarristas, desde principiantes hasta músicos experimentados.
Mucha gente nos pregunta a mí o a Kurt: «¿os imaginabais en vuestros inicios que Taylor podría llegar a lo que es hoy?». La respuesta es no, esto nunca me lo podría haber imaginado.