Es lunes por la mañana en el campus de Taylor en El Cajón, California. Pero, aunque estamos en enero, hoy no se ve el habitual trajín de guitarras que cobran vida en la planta de producción. La explicación es que, al otro lado de la calle, nuestros artesanos se han reunido con todos los demás compañeros en el aparcamiento frente al almacén de envíos para asistir a un anuncio virtual dirigido a la plantilla en pleno.
Allí se ha instalado un videowall de LEDES de casi 10 metros con un reloj digital que marca una cuenta atrás. Los trabajadores llevan mascarilla y guardan la distancia de seguridad bajo el cielo azul del sur de California. En otras partes del mundo, los empleados de Taylor que están teletrabajando, incluido nuestro equipo en Europa, han recibido instrucciones para seguir la transmisión de vídeo a través de un enlace de Internet.
El anuncio se ha anticipado en tono positivo como una importante celebración para los trabajadores. Sin embargo, no se han dado detalles, así que en el ambiente flota una sensación de curiosidad y expectación.
A la hora señalada, empieza la reproducción de un vídeo con la imagen de un orgulloso Bob Taylor de 17 años sosteniendo la primera guitarra que construyó, una dreadnought de 12 cuerdas. El vídeo continúa con un repaso a la historia de Taylor comentado por las voces familiares de Bob y el cofundador Kurt Listug, que van evocando recuerdos sobre una sucesión de fotos de ellos mismos de jóvenes y de los complicados inicios de la empresa.
Entre otras cosas, hablan de la pasión compartida por la construcción de guitarras que les unió en la tienda American Dream y les motivó a asociarse para comprar el negocio por 3700 $ y establecerse por su cuenta cuando tenían 19 y 21 años, respectivamente. Bob y Kurt rememoran las dificultades a las que tuvieron que enfrentarse y la férrea determinación que les mantuvo remando contra corriente durante 10 años, antes de que por fin pasaran a jugar en primera división y pudieran empezar a pagarse un sueldo a sí mismos.
«Las pasamos moradas durante mucho tiempo», dice Kurt. «Tuvimos que aprender todo: cómo construir guitarras, cómo vender guitarras, cómo crear un negocio».
El vídeo sigue la evolución de Taylor hasta lo que es hoy en día. Bob y Kurt agradecen a los empleados el arduo trabajo y el espíritu de colaboración que han impulsado el crecimiento y el éxito de la empresa y han acabado definiendo su cultura única. También se refieren a las turbulencias del 2020.
«La manera de reaccionar ante la adversidad es una prueba de fuego para la cultura de una empresa», afirma Kurt, relacionando la perseverancia y la capacidad para resolver problemas de sus primeros días junto a Bob con la forma en que la compañía respondió a los inauditos desafíos del 2020. «Queremos que sepáis lo orgullosos que nos hicisteis sentir al veros a todos actuando a la altura de las circunstancias».
Bob profundiza en esa idea al destacar los éxitos del 2020, como la ágil creación y el lanzamiento de la serie American Dream, la presentación de nuestra nueva guitarra GT y la adaptación de los equipos de producción a los nuevos (y numerosos) protocolos de trabajo seguro en la era de la COVID.
«Se nos planteaban retos enormes, pero Kurt y yo sabíamos que como empresa los superaríamos e incluso saldríamos más fuertes de todo ello, porque ya lo habíamos hecho antes. Y la gente que trabaja aquí con nosotros tiene un talento y una capacidad de dedicación increíbles».
A continuación, el vídeo pasa a otro segmento en el que Bob y Kurt hablan a cámara para dirigirse a los empleados.
«Hoy es un gran día en la historia de Taylor Guitars», proclama Bob. «Un día que Kurt y yo llevamos mucho tiempo planeando».
En ese punto, abordan una pregunta que cada vez les plantean más frecuentemente ahora que los dos superan los 60 años: «¿qué pasará con Taylor Guitars cuando vosotros ya no trabajéis?»
Tal como reconoce Bob, «aunque Kurt y yo aún no estamos pensando en jubilarnos, la verdad es que esa es una cuestión importante, y hoy sabréis la respuesta».
«Cualquier empresa de éxito tiene que mirar más allá de sus fundadores», interviene Kurt. «¿Quién será el propietario? ¿Quiénes serán las personas más adecuadas para pilotar la nave hacia el futuro? ¿Quién mantendrá a Taylor fiel a sus valores y preservará la cultura que nos identifica? Aunque a Bob y a mí todavía nos quedan muchos años en la empresa, queríamos asegurarnos de guiarla en la mejor dirección para garantizar su continuidad y crear las mejores condiciones para que sobreviva con éxito durante los próximos 100 o 200 años».
«Para nosotros, los ‘viejos tiempos de gloria’ son hoy y mañana».
Bob Taylor
Kurt explica los recursos habituales que tienen las empresas para planificar una transición de la propiedad, y aclara por qué ninguno de ellos les parecía viable ni a Bob, ni a él, ni al diseñador jefe Andy Powers, que en el 2019 pasó a ser el tercer socio propietario de Taylor. Sus alternativas eran dejar la empresa a la familia (Kurt no tiene descendencia y las hijas de Bob nunca mostraron interés en el negocio), venderla a otro fabricante de instrumentos musicales (habían recibido ofertas, pero creyeron que ninguna otra empresa entendería o defendería realmente la cultura de Taylor), traspasarla a una compañía de capital privado (lo cual podría comprometer la salud financiera o la misión esencial de la empresa) o cotizar en bolsa (Taylor es demasiado pequeña para eso).
«Ninguna de esas posibilidades iba a preservar los valores de la compañía o a mantener el foco en el diseño y la fabricación de los mejores instrumentos musicales, que es el secreto de nuestro éxito», argumenta Kurt. «Por otro lado, perderíamos el control de la toma de decisiones y la facultad de establecer los objetivos de la empresa».
En el anuncio, Bob comunica a la plantilla que en realidad solo había una opción.
«De hecho, así como nos veis aquí a Kurt y a mí, ya no somos los dueños de Taylor Guitars. Porque, el 31 de diciembre, mientras vosotros os encontrabais en plenas celebraciones navideñas, Kurt, Andy y yo estábamos firmando los documentos para la transferencia oficial de la propiedad de Taylor Guitars a vosotros, nuestros queridos trabajadores. Habéis oído bien: ahora, Taylor Guitars es 100 % propiedad de los empleados. ¡Enhorabuena!»
Terry Myers, uno de los trabajadores más antiguos de Taylor (32 años en la casa), estaba viendo ese vídeo desde el aparcamiento.
«No me lo podía creer», reconoce. «Sinceramente, cuando me enteré de que iban a dar un mensaje importante a nivel de empresa, lo primero que pensé fue que la habían vendido y me preguntaba quién sería el nuevo dueño. Sin embargo, ese anuncio parecía estar rodeado de un aura positiva, lo cual me extrañaba un poco. Todos sabemos que la venta de una compañía no suele ser una buena noticia para la mayoría de los empleados. Y, cuando nos dijeron que nosotros éramos los nuevos propietarios, pensé: ¡vaya, eso sí que no lo había visto venir! Fue un momento muy especial».
Al Moreno, realizador de vídeo de Taylor encargado de documentar el evento, también procesó a nivel personal lo que acababa de ocurrir.
«Me sentí como un músico que acaba de entrar en un supergrupo legendario», compara. «Estoy muy orgulloso de formar parte de esta comunidad de trabajo».
La transición hacia un PTAE
El mecanismo elegido por Taylor para traspasar la propiedad a los trabajadores fue un plan de transferencia de acciones a los empleados (PTAE). Este programa, establecido en la ley federal de Estados Unidos con el nombre de «Employee Stock Ownership Plan» (ESOP), funciona como un tipo de plan de jubilación que otorga a los empleados cualificados de una empresa una participación en la propiedad a través de cuentas individuales. Las acciones de la empresa son gestionadas por un fideicomiso en nombre de los empleados y, con el tiempo, se dividen y se asignan a cuentas de jubilación personales (en la práctica, los empleados no compran las acciones). El valor de cada cuenta de jubilación es un reflejo del rendimiento de la empresa: cuanto mayor sea su éxito y crecimiento, más beneficio económico llegará a los trabajadores. Cada año, la compañía aporta una contribución a las cuentas de los empleados. Cuando un trabajador deja la empresa o se jubila, el PTAE le compensa de acuerdo con el valor de la compañía y la participación que el empleado tenga en su cuenta.
«Hoy en día, cada vez hay más trabajadores que sencillamente quedan apartados de la posibilidad de salir adelante y generar riqueza».
Kurt Listug
«Con este sistema, podemos pagar a nuestra gente de una manera más sustancial y con más significado», explica Kurt. «Esto da a todos los trabajadores una participación financiera directa en el éxito de la empresa, lo cual les mantendrá enfocados en la construcción de los mejores instrumentos musicales para las generaciones futuras».
La importancia de planificar con tiempo
Kurt, Bob y Barbara Wight, directora financiera de Taylor, empezaron a investigar sobre los PTAE hace bastante tiempo. De hecho, la empresa ha estado proyectando activamente esta transición durante unos siete años. Bob cuenta que él y Kurt aprendieron a valorar la planificación a largo plazo como un principio fundamental desde los primeros días de su asociación.
«Cuando Kurt y yo teníamos veintitantos años, buscábamos dar a nuestra empresa la forma más conveniente para nosotros», recuerda. «Un día, fuimos a hablar con un abogado. Nos empezó a decir: ‘cuando vendáis la empresa…’, y yo le corté: ‘¿qué quieres decir? No tengo ninguna intención de vender esta empresa’. Él contestó: ‘Bob, vas a vender la empresa, ya sea por accidente cuando mueras o en algún momento antes de que eso ocurra y aún tengas el control de la compañía’. Esa bofetada me hizo ver muy claro que pensar en el futuro iba a ser clave para nosotros».
Barbara Wight, que entró en Taylor en julio del 2009, había aprendido por las malas la importancia capital de crear un plan de sucesión de propiedad.
«Pasé por la dura experiencia de ayudar a una gran empresa líder mundial en su sector a materializar su transición cuando el fundador murió inesperadamente sin haber establecido un plan de sucesión. Ahí intervienen dos elementos: la gestión de la compañía y la entidad de la propia empresa, que es un organismo. Y, si no tienes un plan de sucesión para que ese organismo sobreviva después de que tú ya no seas parte de él, va a ser muy difícil que siga adelante».
«Zildjian se fundó en el siglo XVII, Martin en 1833… No es raro que las compañías de la industria de la música tengan una vida muy larga».
Barbara Wight
Ese fue un punto importante en la entrevista entre Barbara, Bob y Kurt previa a su contratación.
«Yo no estaba dispuesta a volver a pasar por una situación así», reconoce Barbara. «Quería asegurarme de que Bob y Kurt entendían esa necesidad de planificación. Y, por supuesto, así era, porque ellos también piensan a largo plazo. En realidad, hemos estado tratando este tema desde que yo entré en Taylor».
Andy Powers viene para quedarse
Hablando de pensar a largo plazo, uno de los ejemplos más evidentes del compromiso continuo de Taylor con el diseño de guitarras fue la llegada de Andy Powers, que fue fichado por Bob casi 10 años antes de esta transición de la propiedad. Cualquiera que haya seguido la prolífica oleada de innovaciones de Taylor durante esta década ya tendrá una idea del enorme impacto de Andy como arquitecto de nuestro diseño de vanguardia. No es ningún secreto que Andy fue contratado para ser el sucesor de Bob Taylor como constructor de guitarras. Lo que quizá no sea tan conocido es que Bob quería explícitamente a alguien que fuera relativamente joven y garantizara un vínculo a largo plazo con Taylor. Cuando Bob escribió la «lista de cualidades» que quería para su sucesor, uno de los puntos era que esa persona fuera alguien por debajo de la treintena pero que tuviera 20 años de experiencia en la fabricación de guitarras. Parecía imposible que alguien lo cumpliera, pero, sorprendentemente, Andy marcó esa casilla (construyó su primera guitarra cuando tenía 9 años).
Andy reafirmó su compromiso con los nuevos empleados-propietarios de Taylor después de que Bob y Kurt anunciaran la transición de la propiedad.
«Mi idea es pasar toda mi carrera profesional aquí, dedicado a este maravilloso mundo de la guitarra que tanto amamos», declara. «Bob siempre ha dicho que él y Kurt pasaron mucho tiempo levantando unos cimientos sólidos y un techo sin goteras, y en esta próxima generación ya nos centraremos en dar forma al interior».
Bob afirma que la contratación de Andy y el trabajo diario con él es uno de los logros de los que está más orgulloso, y lo considera como un ejemplo de la filosofía proactiva de la empresa.
«Andy es mejor constructor de guitarras que yo (es más; creo que es uno de los mejores del mundo). Y eso es fantástico, porque significa que no vamos a conformarnos con recrear el pasado, sino que vamos a mejorar el futuro. Para nosotros, los ‘viejos tiempos de gloria’ son hoy y mañana».
La importancia de la cultura del trabajo
Como empresa, Taylor podía haberse conformado con establecerse como una tienda respetada en el mercado de las guitarras acústicas de gama alta. Pero Bob y Kurt siempre tuvieron miras más ambiciosas.
«Cuando compramos American Dream, dijimos: ‘algún día seremos tan grandes como Martin’», recuerda Kurt. «No dejaba de ser gracioso que eso lo dijeran dos chavales, pero realmente ese era nuestro objetivo».
Con el tiempo, Bob y Kurt fueron incorporando a otros colaboradores a su proyecto. Y entendieron que, para que la empresa siguiera creciendo y se mantuviera fiel a sus valores, tenían que crear una cultura sólida junto con otras personas que compartieran sus opiniones, perspectivas e iniciativa.
«A Kurt, a Andy y a mí nos encanta hacer guitarras, pero aún nos gusta más crear empleos y carreras para los demás».
Bob Taylor
«Aquello iba más allá del simple negocio”, defiende Kurt. «Era un negocio, pero también se trataba de atraer a gente tan apasionada por su profesión como Bob y yo. Queríamos crear un entorno de trabajo que priorizara la innovación, la resolución de problemas, la colaboración y el respeto. Un lugar en el que todo el mundo se sintiera empoderado para desplegar su talento particular y tuviera una sensación de orgullo por su labor».
Bob todavía recuerda vivamente una epifanía que experimentó cuando era un joven constructor que aspiraba no solo a dominar su oficio, sino a convertirlo en una vocación atractiva para otras personas.
«En aquellos primeros días de lucha, cuando me encantaba lo que hacía pero no tenía un duro, me marqué otra meta: lograr que ese trabajo se convirtiera en una ocupación de la que otras personas se sintieran orgullosas. Quería darles la oportunidad de plantarse delante de sus amigos con una trayectoria profesional y decirles: ‘yo también tengo una carrera, me dedico a hacer guitarras’».
Décadas más tarde, y aparte del reconocimiento personal que se ha ganado como pionero del diseño y la fabricación de guitarras en la época moderna, Bob valora sobre todo la empresa de más de 1200 trabajadores en la que se ha convertido Taylor.
«A Kurt, a Andy y a mí nos encanta hacer guitarras, pero aún nos gusta más crear empleos y carreras para los demás».
Tren de largo recorrido
Kurt está convencido de que la transferencia de la propiedad a los trabajadores era el mejor camino a seguir desde la perspectiva empresarial. Pero también le entusiasma la idea de ofrecer un medio para que los nuevos empleados-propietarios de Taylor puedan crear un mejor futuro financiero para ellos y sus familias, especialmente en una época de creciente desigualdad económica en todo el mundo.
«Hoy en día, cada vez hay más trabajadores que sencillamente no tienen la posibilidad de salir adelante y generar riqueza», lamenta. «La mayoría de las personas no tendrán la oportunidad de crear abundancia financiera en su vida, a menos que reduzcan sus gastos al mínimo y reciban unos ingresos lo bastante altos como para poder ahorrar algo de dinero. Pero no podrán recibir pagos en forma de capital ni tener control sobre él. Este acuerdo de propiedad supone una oportunidad para que los empleados puedan acumular capital a medida que la empresa vaya creciendo. En su plan de jubilación, reunirán un dinero que jamás podrían haber generado de otra manera».
Pastel para todos
Mientras exploraban la transición de la propiedad, una de las prioridades de Bob, Kurt y Andy era encontrar un marco adecuado que acogiera a todos los empleados de Taylor, incluidos los de México, Sudamérica, el Reino Unido y la Unión Europea. Al fin y al cabo, la sede de Taylor en Ámsterdam (que actúa como núcleo operativo para gestionar nuestra propia red de distribución y ventas e incluye un centro de servicio y reparación totalmente equipado) ha sido vital para nuestro crecimiento internacional durante los últimos diez años.
El segundo complejo industrial de Taylor en Tecate, Baja California, México (situado aproximadamente a una hora de nuestro cuartel general en El Cajón, Estados Unidos), también ha tenido un papel fundamental. Allí es donde fabricamos la Baby Taylor, la GS Mini y las series Academy, 100 y 200, además de estuches y fundas para guitarra.
«Uno de nuestros mayores éxitos ha sido el auge de las operaciones en Tecate», manifestaron Bob y Kurt en un mensaje dirigido a los empleados de Taylor en México después del anuncio del PTAE. «Creemos que esta es una de las mejores fábricas de guitarras del mundo, y tenéis que estar orgullosos del trabajo que habéis hecho para que Taylor lidere la industria y nuestros instrumentos sean tan populares en todo el planeta».
Dado que las regulaciones del PTAE están regidas por la ley federal de los Estados Unidos, la búsqueda del mecanismo apropiado para incluir a empleados de varios países añadió una notable complejidad al proceso, ya que cada territorio tiene sus propias leyes. La directora financiera Barbara Wight se puso manos a la obra con este tema y trabajó con asesores externos especializados en ayudar a las empresas a conducir la transición de la propiedad a través de un PTAE. Esta es una de las razones por las que el proceso de planificación duró varios años.
«Había que tener en cuenta a la totalidad de los implicados, y la estructura no habría sido correcta hasta asegurarnos de que todos ellos quedaran debidamente reconocidos en la transacción», comenta Barbara. «Eso incluía a Bob, Kurt, Andy y nuestros trabajadores en todo el mundo. También tenía que ser un marco favorable para nuestros proveedores y clientes, la comunidad local, el colectivo empresarial y las entidades que nos han ayudado a adquirir la compañía».
En los años previos a la transición, la fecha marcada como objetivo siempre había sido el 31 de diciembre del 2020. Pero nadie contaba con una pandemia.
«Cuando todo saltó por los aires y hubo que cerrar las fábricas, el plan quedó a un lado», explica Barbara. «Tuvimos que pasar al modo de supervivencia y, ante todo, cuidar de nuestro personal. Pero, con el paso de los meses, empezamos a ver que el mundo giraba la mirada hacia la música, y eso nos motivó a recuperar la idea. En septiembre del año pasado, dijimos: ‘hagámoslo’. Y comprimimos un proyecto de un año en solo tres meses, desde septiembre hasta el 31 de diciembre, porque pensamos que sería genial arrancar el 2021 de una forma increíblemente positiva para todos nuestros empleados, distribuidores y clientes».
Los trabajadores de la planta de Taylor en Tecate están incluidos en el PTAE establecido en los Estados Unidos. Este arreglo es el primero de su clase en el ámbito de los PTAE, y da lugar a un nuevo paradigma que otras empresas podrían optar por seguir.
«Un PTAE es la mejor opción para nosotros, porque significa que nuestro objetivo primordial de construir instrumentos de máxima calidad para los músicos continuará vivo en el futuro».
Andy Powers
Los empleados del Reino Unido y la Unión Europea se beneficiarán de un programa similar (un PTAE global) contemplado en las regulaciones de la UE.
Nate Shivers, director de ventas de Taylor para Europa, Oriente Medio y África, vive y trabaja en Ámsterdam, y subraya que los programas de tipo PTAE no son habituales en Europa.
«El hecho de que Taylor se complicara la vida para aplicar los mismos principios básicos a su plantilla en Europa fue una gran sorpresa para los trabajadores», afirma. «Eso significó toda una declaración de compromiso con el equipo europeo por parte de Taylor».
Nate también reconoce que la noticia fue recibida con una sensación de alivio, ya que algunos empleados tenían dudas sobre el futuro de Taylor sin Bob y Kurt en su rol de propietarios.
«Existía la posibilidad real de que un día nos despertáramos siendo propiedad de un banco o de una compañía competidora. El camino que Bob, Kurt y Andy eligieron tuvo muchísimo impacto para este grupo».
Las diversas caras de la sostenibilidad
En estos últimos años, hemos compartido muchas historias sobre las iniciativas de Taylor hacia una actividad más sostenible. En la mayoría de los casos, nuestros esfuerzos se han centrado en la gestión responsable de los recursos naturales que utilizamos. Hemos invertido en proyectos de futuro como la reforestación de bosques de ébano o koa, el reciclaje y la replantación de árboles en entornos urbanos y otras prácticas orientadas a reducir los residuos. En esencia, se trata de la misma filosofía que ha llevado a Bob, Kurt y Andy a invertir en la gente y la cultura de Taylor cediendo la propiedad a los empleados. Y las dos ideas encajan perfectamente. Bob suele recurrir al ejemplo de los árboles de caoba que fueron plantados hace un siglo en Fiyi por misioneros británicos y cuya madera se ha utilizado para construir guitarras Taylor.
«¿No es genial pensar que, dentro de cien años, los artesanos de Taylor podrían estar haciendo guitarras con ébano, koa y otras especies de madera que nosotros estamos plantando ahora?», imagina Bob.
Y, tal como señala Barbara Wight, la música es una forma de expresión humana tan esencial y duradera que las empresas dedicadas a los instrumentos musicales pueden durar muchas generaciones.
«Zildjian se fundó en el siglo XVII, Martin en 1833… No es raro que las compañías de la industria de la música tengan una vida muy larga. Esas empresas en particular lo han logrado traspasando el negocio de padres a hijos. En nuestro caso, perduraremos muchísimos años gracias a nuestros empleados. Y eso es algo verdaderamente increíble».
Por qué esta estructura es buena para los músicos
Es fácil que la gente que ya sentía afinidad con los instrumentos y los valores de Taylor (o incluso con las guitarras en general) vea con buenos ojos nuestros planes a largo plazo. Pero esto también es una buena noticia para los clientes actuales y futuros.
Dave Pelletier, director de ventas de Taylor, lleva décadas en la industria de la música, tanto en el lado de la fabricación como en el del comercio minorista. Para él, está claro que la transferencia de la propiedad a los empleados supone una relación de beneficio mutuo con los clientes de Taylor.
«El trato a los trabajadores y a los clientes dice mucho de una empresa. La cesión de la propiedad a los empleados es la máxima expresión de una entidad que acompaña las palabras con hechos. Esta decisión conecta con nuestros clientes y los atrae hacia la marca; ya estamos detectando esa tendencia. También les reafirma sobre la continuidad de nuestra cultura y de la forma en que seguiremos haciendo negocios en el futuro. Todo esto se traduce en una garantía de la calidad que los consumidores obtendrán a cambio del dinero que con tanto esfuerzo han ganado. Y, a nivel personal, como trabajadores individuales de Taylor, ahora tenemos una perspectiva más amplia sobre nuestra labor y nos preguntamos si cada cosa que hacemos beneficiará a todos y, en última instancia, a nuestros clientes».
La transferencia de la propiedad a los empleados crea clientes satisfechos
Los datos de las empresas con un PTAE apuntan a unos excelentes registros de productividad, éxito comercial y satisfacción tanto de los trabajadores como de los clientes. Según el Centro Nacional para la Propiedad de los Empleados (NCEO por las siglas en inglés de «National Center for Employee Ownership», una organización de investigación sin fines de lucro), las empresas con un PTAE y otros programas de propiedad de los empleados representan bastante más de la mitad de la lista anual de «las 100 mejores empresas para trabajar en Estados Unidos» publicada por la revista Fortune.
Alex Moss, fundador y presidente del Praxis Consulting Group y exmiembro de la junta directiva del NCEO, fue una figura clave en el equipo asesor para el PTAE de Taylor. Hablamos con él para que nos contara su perspectiva sobre la transición de la propiedad de Taylor desde el punto de vista del cliente.
Tú has ayudado a muchas empresas en estos procesos de transición. ¿Hay algo que te haya llamado especialmente la atención en el caso de Taylor?
Lo que más destacaría es la coherencia en torno a los valores de la empresa, desde la motivación general hasta todas las pequeñas decisiones encaminadas a establecer el PTAE y la propiedad compartida de una forma que reflejara el propósito inicial de Bob y Kurt. Eso coloca a la compañía en una buena posición para, tal como ellos mismos dicen, «seguir llevando la alegría de la música» a la gente que recibe sus productos. La transición a un PTAE es un proceso muy complejo en sí mismo, y a mí me ha impresionado ver cómo lo han llevado a cabo reforzando en todo momento la visión de Taylor.
¿Por qué es bueno este sistema para los clientes de una empresa?
La principal preocupación de los consumidores es que sus necesidades queden satisfechas. También tienen sus propios compromisos con las comunidades a las que sirven: en el caso de los artistas, crear la música que van a compartir. Esta estructura de propiedad de los empleados es una excelente noticia para los clientes de Taylor a todos los niveles. Los trabajadores de Taylor, que siempre han diseñado y construido unas guitarras increíbles, ahora están aún más arraigados a la empresa y reciben una recompensa por ofrecer instrumentos y servicios de primera. Eso supone un refuerzo directo de lo que quiere el cliente, y aporta una nueva y poderosa razón para que los empleados-propietarios de Taylor cumplan con las expectativas. Al mismo tiempo, los clientes también ven que Taylor está redoblando sus esfuerzos por cuidar de su gente, y muchos consumidores sencillamente admiran a las empresas que hacen este tipo de cosas. Esta filosofía se alinea con la forma en que quieren hacer negocios, y se enorgullecen de trabajar con socios comerciales como Taylor. De hecho, la mecánica del proceso de propiedad puede desviar la atención de la intención principal, que no es otra que crear unas conexiones humanas aún más fuertes.
¿Existe una correlación entre la realización profesional de los empleados y la satisfacción del cliente?
La propiedad de los empleados se adapta especialmente bien a una empresa en la que la forma en que los trabajadores desempeñan sus funciones influye directamente en la calidad del producto final. Lo que los empleados de Taylor consiguen todos los días no es fácil; si lo fuera, cualquiera podría hacerlo. Por lo tanto, todo lo que Taylor haga para contribuir a que los empleados-propietarios se sientan conectados con su trabajo les ayudará directamente a ofrecer calidad y valor, y eso hará que los clientes sigan encantados con el producto. Por supuesto, eso no lo crea el PTAE: el mérito es de Bob y Kurt, y ahora, de Andy y de todos los que se han unido a ellos para sacar adelante a la empresa. La transferencia de la propiedad a los empleados protege a la compañía al tiempo que la ilumina y la refuerza, y demuestra que hay una conexión directa entre el éxito de todas las partes. Es bastante simple: cuando los empleados-propietarios trabajan a gusto, rinden más y eso se manifiesta en mejores resultados para los clientes.
La pasión por el diseño de guitarras sigue viva
Desde su perspectiva como diseñador jefe de Taylor, Andy Powers está entusiasmado con la promesa de que la propiedad de los empleados mantendrá a la organización alineada con su propósito compartido de servir a los músicos durante las próximas décadas. Andy se ha sumergido profundamente en la historia del diseño de instrumentos musicales y ha estudiado la evolución de otras empresas que han pasado por varias generaciones y cambios de propiedad. Ese conocimiento le permite identificar las oportunidades y los valores únicos que Taylor puede ofrecer a los músicos.
«Cuando una empresa cambia de manos tras la marcha de su fundador, existe el riesgo de que el propósito principal se desplace desde su enfoque original de buscar la excelencia para sus clientes a simplemente generar beneficios, muchas veces destinados a pagar deudas», explica. «En estos casos, los consumidores pueden pasar de ser considerados como las personas a las que la empresa debe servir a quedar vistos como meros objetos de los cuales se saca un provecho. Cuando esto sucede, el cambio de percepción erosiona la filosofía que dio sentido a la empresa en el momento de su creación».
«Un PTAE es la mejor opción para nosotros, porque significa que nuestro objetivo primordial de construir instrumentos de máxima calidad para los músicos continuará vivo en el futuro», añade Andy. «Así, Taylor puede mantener su compromiso de servir a los guitarristas y seguir preocupándose por sus empleados, proveedores y recursos forestales. Ningún grupo queda excluido en beneficio de otro. Yo lo veo como la mejor decisión para que una empresa de guitarras consolide su intención de ofrecer productos de primera clase».
La reacción de proveedores, distribuidores y otros socios clave de Taylor ha sido unánimemente positiva. Para nuestro equipo directivo era importante garantizar a todo el mundo que ninguna de nuestras operaciones y actividades de alta gestión y producción iba a quedar alterada por esta transición de la propiedad, y que Bob y Kurt continuarían con sus funciones de administración. El anuncio no solo quería transmitir un mensaje de continuidad sin fisuras, sino también volatilizar cualquier posible especulación sobre el futuro de Taylor (lo cual aportó una reconfortante sensación de tranquilidad a mucha gente).
Esta transición también puede ser un ejemplo a seguir para otras empresas con una cultura creativa en sus procesos de cambio de propiedad.
«Taylor es una luz que ilumina el camino correcto en nuestra industria», dice Meng Ru Kuok (cofundador de BandLab Technologies y director ejecutivo de Swee Lee Music, nuestro socio en Singapur, Malasia e Indonesia) en una nota de felicitación remitida a Kurt Listug. «Estamos muy orgullosos de trabajar con vosotros, y ojalá que en el futuro yo pueda hacer lo mismo por mi equipo».