Sustentabilidad

El sinuoso árbol genealógico de la caoba

Bajar

Scott Paul analiza la embrollada mezcolanza de convenciones de nomenclatura asociadas a una de las maderas más conocidas del mundo

A la caoba se le suele llamar “la Reina de las Maderas”. Este árbol, utilizado por los pueblos nativos de América Central y del Sur desde tiempo inmemorial, fue descubierto por los europeos durante la colonización española del Nuevo Mundo. Y, desde que se introdujo en el comercio internacional en el siglo XVII, no ha dejado de exportarse a Europa, Norteamérica y el resto del mundo. La caoba empezó a emplearse para los mástiles de guitarras de cuerdas de acero a principios del siglo XX, cuando los luthiers norteamericanos supieron que se enviaba a Nueva York para la fabricación de muebles y moldes para fundiciones de hierro. Teniendo en cuenta la alta disponibilidad a nivel local, era lógico que empresas como C. F. Martin recurrieran a ella como alternativa al cedro español, ya que tenía unas características similares. Un siglo después, la caoba sigue siendo la madera más usada para los mástiles de guitarra, y hoy en día es habitual encontrarla también en fondos, aros y tapas armónicas.

Corte cuadrado de troncos de caoba para exportación en la Honduras Británica (posteriormente rebautizada como Belice) en los años 30. (Fuente: Handbook of British Honduras, Monrad Metzgen y Henry Cain).

El otro “nombre de la rosa”

Seguramente, muchos aficionados a la guitarra habrán observado que la palabra “caoba” suele ir precedida de un calificativo, como “de hoja grande”, “hondureña”, “tropical”, “neotropical”, “auténtica”, “fiyiana”, “india”, “africana” o “filipina”. Esto puede crear confusión, sobre todo teniendo en cuenta que algunos de estos términos se refieren a especies que no están relacionadas taxonómicamente, lo cual significa que ni siquiera pertenecen al mismo género (vaya, que no son el mismo árbol). Sin embargo, las llamamos a todas igual. ¿Por qué? Simplemente porque, desde su entrada en el mercado internacional, la caoba ha sido tan popular que prácticamente cualquier madera que se pareciera a ella y que tuviera unas propiedades físicas parecidas se comercializaba con ese nombre.

Aquí va una analogía: yo he comprado botellas de un vino espumoso que se promocionaba como “champán” pero que técnicamente no lo era, porque las uvas no procedían de la región vinícola de la Champaña francesa estipulada en las reglas de la denominación de origen. Yo, en mi ignorancia (y a riesgo de insultar a toda una nación), me quedaba tan ancho: la botella cumplía su función de celebrar el Año Nuevo con un brindis, y con eso me valía. Y, a lo largo de la historia, eso es lo que ha ocurrido con la madera. No perdamos de vista el hecho de que la humanidad no se puso en serio a examinar los grandes ecosistemas o a realizar análisis a nivel de especie (particularmente en los trópicos) hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, hasta hace relativamente poco, casi todo el mundo miraba a las maderas desde una ignorancia parecida a la mía con el champán, y a nadie le quitaba el sueño.

Ahora, el tema está cambiando. De hecho, tiene que ser así necesariamente, ya que no podemos hacer como que no sabemos lo que ya sabemos. La ciencia está nombrando, describiendo y clasificando organismos vivos a un ritmo asombroso, y no dejamos de descubrir variaciones genéticas, bioquímicas y conductuales que explican el funcionamiento de la vida en la Tierra. Esto es crucial, sobre todo en una época en la que 8000 millones de personas están devorando los recursos naturales del planeta a una velocidad cada vez mayor.

Si crees en conceptos como el “desarrollo sostenible”, estarás de acuerdo en que es importante que entendamos qué especies de árboles cortamos, comercializamos y usamos para construir componentes de guitarras, por ejemplo. Debemos desarrollar una comprensión más sofisticada que la que ya nos parecía suficiente hace no tanto tiempo. Y no solo porque es moralmente correcto (ni siquiera porque, en última instancia, nuestra supervivencia puede depender de ello), sino porque cada día que pasa las leyes son más exigentes en este sentido. Sin ir más lejos, los lectores de Wood&Steel quizá recuerden que el número de especies de madera que se incluyen en la lista de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) no deja de aumentar. Y nosotros, como fabricantes de guitarras, tenemos que declarar exactamente qué especie y género de madera estamos importando a los Estados Unidos, porque los estándares de cumplimiento y documentación son cada vez más estrictos a nivel legal.

Tal como dice Bob Taylor: “hoy es el mejor día posible para comprar madera para construir guitarras, porque mañana ya va a ser más difícil”. Bob tiene toda la razón, pero yo matizaría: “…más difícil, pero no inmanejable”. Como empresa, en Taylor Guitars estamos organizando, digitalizando, registrando y supervisando nuestro uso de la madera más que nunca. Y, en ese proceso, hemos decidido omitir descriptores adicionales y hablar simplemente de “caoba” al referirnos a nuestras guitarras terminadas.
Entiendo que esto pueda parecer contradictorio. ¿Lo suyo no sería especificar más en lugar de menos? Voy a intentar explicar nuestro razonamiento.

¿Cuál es la diferencia entre especie y género?

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¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

La primera especie de caoba observada durante la colonización española de América (Swietenia mahagoni) es la que hoy conocemos comúnmente como “caoba cubana”. Es posible que se encontrara por primera vez en Cuba, aunque, como se trata de un árbol originario de la biorregión del Caribe en general, a veces también se le llama “caoba de las Indias Occidentales”. En los años siguientes, los europeos dieron con una segunda especie en la parte continental de Honduras catalogada actualmente como “caoba de hoja grande” (Swietenia macrophylla). Por eso a veces también se le llama “caoba hondureña”, aunque su hábitat nativo se extiende al norte hasta México y al sur hasta la cuenca del Amazonas, lo cual supone un área de distribución realmente considerable. El tema es que, aunque digan que tu guitarra está construida con caoba hondureña, eso no significa que la madera venga realmente de Honduras.

The historical range of Big-leaf mahogany

Área de distribución histórica de la caoba de hoja grande en las Américas

A todo esto, hay una tercera especie de caoba (Swietenia humilis) que crece en la costa del Pacífico en Centroamérica, pero es un árbol pequeño y no tiene una gran utilidad comercial. Todo lo contrario que la caoba cubana y la de hoja grande, cuyo prestigio como “reinas de las maderas” no es obra de una campaña de marketing sino que responde a un largo historial de fantástica estabilidad y excelentes características para trabajos de ebanistería. Es más: estas maderas se consideraron tan valiosas que fueron introducidas como especies de plantación por todo el mundo durante siglos. A día de hoy, la Swietenia (tanto la cubana como sobre todo la de hoja grande) se puede encontrar en lugares tan lejanos como Australia, Fiyi, Guam, Hawái, India, Indonesia, Malasia, Filipinas, las Islas Salomón y Sri Lanka. Los intentos de plantar estos árboles en el África tropical tuvieron menos éxito, debido en parte a su vulnerabilidad ante ciertos insectos a los que les gusta depositar sus huevos en hojas nuevas (lo cual acaba matando a la planta).

Bob Taylor frente a un árbol de caoba plantado por los británicos en Fiyi

Pero, un momento: si a la Swietenia no le fue bien en África Occidental, ¿por qué vemos guitarras construidas con caoba africana? La explicación abreviada es que en África Occidental hay varias especies de árboles que, aunque genéticamente no están relacionadas con la caoba y pertenecen a especies y géneros diferentes, son lo suficientemente similares como para que en su momento se les llamara simplemente “caoba”. La khaya (Khaya ivorensis), el sapele (Entandrophragma cylindricum) y el sipo (Entandrophragma utile) son ejemplos de maderas para guitarras comercializadas como caoba africana, aunque ninguna de ellas es del género Swietenia. Esto no tiene nada que ver con la calidad de la madera como elemento de una guitarra, y tampoco se puede decir que nadie nos engañara, porque durante mucho tiempo todo el mundo llamó “caoba africana” a estos árboles. En la práctica, son maderas muy parecidas en muchos aspectos, aunque los luthiers expertos tienen sus preferencias personales según la parte del instrumento para la que vayan a utilizarlas.

Recapitulemos

Bien, hasta ahora hemos dicho que la “caoba auténtica” (es decir, la del género Swietenia) es nativa de América y que la caoba cubana y la de hoja grande tuvieron tanto éxito que sus semillas se plantaron en muchos países de los trópicos fuera de su área de distribución natural. Actualmente, la madera que solemos utilizar para los mástiles de las guitarras Taylor es caoba auténtica plantada en Fiyi, mientras que nuestros fondos y aros se construyen con árboles de caoba auténtica plantados hace mucho tiempo en la India para adornar las avenidas de las ciudades. Estos árboles crecen mucho, así que lo normal es que se hagan lo bastante grandes como para poder extraerles un fondo de guitarra de dos piezas tradicional. Visto así, Taylor lleva usando madera urbana desde mucho antes de nuestra adopción del fresno de Shamel en el 2020 o del eucalipto de corteza de hierro roja en el 2022… pero nunca se nos había ocurrido mencionarlo.

Un mástil Taylor de caoba

También hemos comentado que otras maderas a las que se les llama “caoba” no son “caoba auténtica” porque pertenecen a otros géneros, como la khaya, el sapele o el sipo. Para complicarlo todo aún más, apuntaré que a finales de los 80 y principios de los 90 se plantó caoba auténtica (Swietenia) en Filipinas, pero también llevamos mucho tiempo importando otras especies procedentes del sudeste asiático (en su mayoría del género Dipterocarpus) que se comercializan como “caoba filipina”.

¿Y dónde radica la importancia de todo esto? A un músico podría darle igual: la cuestión es si la guitarra te gusta o no, independientemente de los tipos de maderas que se hayan utilizado para construirla. Si la tocas y te cautiva, eso es lo que cuenta, y no lo que la maquinaria del marketing te quiera vender. Sin embargo, un fabricante de guitarras o un importador de madera sí deben estar muy bien informados, porque tanto la ética como la legalidad lo exigen cada día más.

Las regulaciones crecen

A finales del siglo XX, el área de distribución natural de la caoba en América Central y del Sur se encontraba en tal estado de tala y degradación que la CITES (la organización multilateral de la que hablábamos antes y que se dedica a proteger a especies de plantas y animales ante niveles insostenibles de comercio internacional) tuvo que tomar cartas en el asunto. Al principio, la idea de que la lista de especies protegidas incluyera a una madera comercializada a tan gran escala generó cierta controversia. Tras varios intentos fallidos, primero Costa Rica y a continuación Bolivia, Brasil y México optaron unilateralmente por añadir sus poblaciones de caoba de hoja grande al Apéndice III de la CITES, que no es tan restrictivo. Para ser sinceros, las consecuencias de aquella decisión no fueron preocupantes para los actores del sector privado. Pero la cosa cambió en el 2002, cuando, después de una campaña de alto nivel emprendida por Greenpeace, la CITES votó a favor de mover las “poblaciones neotropicales de Swietenia macrophylla” al Apéndice II, que ya requería un grado más alto de transparencia y documentación por parte tanto de los gobiernos como del sector privado.

La historia de la caoba y la CITES viene al caso por dos razones: marcó un hito en el refuerzo de la protección de especies de madera de alto valor comercial, y supuso la entrada del término “neotropical” en el diccionario de los constructores de guitarras. En este contexto, neotropical se refiere a una región zoogeográfica de las Américas que queda por debajo del trópico de Cáncer. Y esta distinción es importante, ya que la CITES decidió conscientemente eximir de esos requisitos legales a las poblaciones de Swietenia (incluso si estaban naturalizadas) introducidas en lugares como Fiyi, Bangladesh, India, Indonesia o Filipinas, que en aquel momento eran grandes exportadores de madera cultivada en plantaciones. Y la misma exención se aplicó a las especies que recibían el nombre convencional de “caoba” pero que no pertenecían al género Swietenia, como la khaya y el sapele.

La nueva normalidad

Desde la inclusión de las poblaciones neotropicales de caoba de hoja grande en el Apéndice II de la CITES en el 2002, se han ido añadiendo a la lista varias especies de árboles utilizadas para la creación de instrumentos musicales. En el 2017, todo el género Dalbergia (palosanto) al completo pasó a formar parte del Apéndice II. Y en el 2022 le tocó el turno a la khaya (Khaya ivorensis), una de las llamadas “caobas africanas”. El pernambuco (Paubrasilia echinata), empleado para los arcos de instrumentos de cuerda como violines y violonchelos, se incluyó en el 2007 con una anotación que fue revisada en el 2022. En este momento no se sabe qué especies de árboles comercializadas serán las siguientes en entrar en la lista, pero está claro que eso va a pasar. Y no hay duda de que algunas de ellas serán maderas usadas en la construcción de guitarras.

Taylor Guitars continuará involucrada en los procesos de la CITES y seguirá de cerca los cambios en la legislación tanto en Estados Unidos como en el extranjero. El mundo está cambiando, y nosotros tenemos que cambiar con él. Como decía antes, estamos organizando, digitalizando, registrando y supervisando nuestras actividades como nunca. Y, desde esa filosofía, queremos ser un poco más directos y coherentes en la nomenclatura de las maderas que utilizamos. Por lo tanto, si hablamos de caoba auténtica del género Swietenia, simplemente la llamaremos caoba, independientemente de si procede de su hábitat nativo en las Américas o se plantó en otro lugar hace mucho tiempo. Y seguiremos refiriéndonos al sapele como sapele, aunque, cuando en 1998 lo estrenamos en nuestra Serie 300, durante un tiempo usamos el término “caoba africana”. En cualquier caso, podemos garantizar que, detrás del número de serie de cada una de nuestras guitarras, estamos nosotros pendientes de todo hasta el último detalle.

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