Hacía cuatro años que no iba a Camerún. Como integrante del Proyecto Ébano de Taylor Guitars, una de mis responsabilidades era desplazarme al país periódicamente para reunirme con miembros del Congo Basin Institute y visitar las zonas en las que las comunidades participantes en el programa plantan ébano y árboles frutales. Esos viajes también me servían para ponerme al día de las últimas investigaciones científicas del doctor Vincent Deblauwe y su equipo. El Proyecto Ébano arrancó en el 2016 con el propósito de promover una investigación ecológica básica y plantar árboles de ébano y frutales. Si tienes un interés especial en el tema, en crelicam.com/resources encontrarás los informes de progreso anuales.
Una vez alcanzada nuestra meta inicial de plantar 15 000 árboles de ébano en el 2021, hemos ampliado los objetivos del proyecto a la plantación de otros 30 000 árboles de ébano y 25 000 frutales de cara al final del 2026. Hasta el momento, Bob Taylor se ha hecho cargo personalmente de casi todos los gastos. También hemos tenido algunas contribuciones externas, y Taylor Guitars ofrece mucho apoyo no estrictamente financiero.
El 19 de marzo del 2020, Bob y yo nos preparábamos para una visita de primavera a Camerún. Pero, de repente, en la fábrica de El Cajón nos dijeron a todos que nos fuéramos a casa. La COVID-19 había llegado a San Diego, y los viajes a Camerún (o a cualquier otro lugar) quedaban cancelados. El pasado febrero, es decir, tres años después, Bob y yo tuvimos la posibilidad de volver por fin a Camerún. En los días previos a la salida, me costaba creer que no había ido allí desde abril del 2019. Realmente, la pandemia había alterado mi percepción del tiempo. Pero, visto en perspectiva una vez de vuelta a casa, todo encaja. El programa ha crecido, y presenciar los cambios sobre el terreno ha situado el paso del tiempo en contexto. Por lo tanto, he pensado que era una buena ocasión para comentar el estado actual del proyecto.
En este viaje nos acompañó la cantautora, guitarrista y actriz camerunesa-estadounidense Andy Allo. Andy, hija de un prestigioso ecologista, nació y creció en Camerún, pero se fue del país con trece años y no había regresado desde entonces. Por devenires del destino (y del talento y el esfuerzo), Andy acabó tocando la guitarra en la banda de Prince, la New Power Generation. También ha publicado varios discos en solitario y actualmente trabaja como actriz en la serie de televisión Chicago Fire y en las producciones Upload de Amazon y Star Wars: La remesa mala de Disney+. Andy toca una guitarra Taylor y, cuando mostró curiosidad por lo que estamos haciendo en Camerún, nuestro director de relaciones con artistas Tim Godwin y yo fuimos a Los Ángeles para comer con ella. Aún no nos habían traído la cuenta y Andy ya estaba entusiasmada con la idea de unirse a nuestra expedición. Sí: es una persona increíble.
Lo que hacen cuatro años…
Me encontré con Andy en el aeropuerto de París para tomar nuestro vuelo de conexión a Yaundé, la capital de Camerún. Bob había llegado unos días antes para pasarse por el aserradero Crelicam. Él y Matthew LeBreton, el director de la instalación, nos recibieron en el vestíbulo de llegadas del aeropuerto. Ya pasaban las 12 cuando Andy y yo nos sumergimos en la húmeda noche tropical. Andy, criada en Camerún, se aclimató con facilidad. Pero yo nací y crecí en Massachusetts, y mi cuerpo nunca se acostumbrará a estos ambientes. Empecé a sudar. ¡Bienvenido a Camerún!
Solo en el 2022, se plantaron 6372 árboles de ébano en todas las localizaciones del programa, lo cual eleva el total a 27 810.
Unos días más tarde, Bob, Andy y yo emprendimos el largo viaje a Somalomo junto con el doctor Vincent Deblauwe y su equipo. Allí, el Congo Basin Institute tiene una base de investigación situada a pocos pasos del río Dja, al otro lado del cual se encuentra la Reserva de la Biosfera del Dja (nombrada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1987). Ahora, en la carretera que lleva a Somalomo hay seis aldeas que participan en el Proyecto Ébano. La última vez que vine solo había tres. Y también se han sumado otras dos en el otro lado de la Reserva del Dja, así que ya tenemos nueve poblaciones involucradas (incluida la localidad de Ekombite, más cerca de Yaundé). Tenía previsto ir a esas dos nuevas aldeas en otro viaje planificado para una semana después, pero en aquel momento mi atención estaba enfocada en esa zona de Somalomo que ya había visitado varias veces. Y, sinceramente, me impactó lo mucho que había crecido el proyecto.
Solo en el 2022, se plantaron 6372 árboles de ébano en todas las localizaciones del programa, lo cual eleva el total a 27 810 aparte de los 5402 árboles frutales que también se añadieron el año pasado. Aquel día, los viveros de la aldea rebosaban de jóvenes árboles de ébano y frutales listos para ser plantados unos meses más tarde coincidiendo con la llegada de las lluvias. Las comunidades participantes mostraron sus procesos de injerto de árboles frutales siguiendo una técnica de horticultura que, aunque se ha practicado durante siglos para propagar plantas, no se introdujo en estas aldeas hasta hace poco. Una parte de los árboles frutales plantados al inicio del programa ya estaba dando frutos y alimentando a la gente. Y en el horizonte ya se ve cómo se aproximan varios cientos de árboles más, quizá a distancia de solo unos años. Algunos de los árboles de ébano que tiempo atrás había visto plantar ya eran tan altos como yo, o incluso más. Y todos y cada uno de los participantes en el proyecto explicaban que la plantación de ébano contribuye a clarificar la propiedad de las tierras.
El asunto de la posesión de terrenos en Camerún es complejo, pero este programa puede ayudar a los participantes a obtener el reconocimiento por parte del gobierno nacional de la propiedad de los árboles individuales que ellos plantan. Este año, en todas las sedes del Proyecto Ébano se han elaborado unos registros de silvicultura que documentan quién plantó qué, dónde y cuándo. Aunque estos registros no implican directamente la tenencia de tierras, sí aportan pruebas de casos de propiedad tanto local como consuetudinaria y suponen un reconocimiento formal.
Un momento de contemplación
En conjunto, nuestra visita a estos seis pueblos fue extremadamente satisfactoria. En efecto, habían pasado cuatro años: eso me quedó muy claro. Pero, para mí, lo más gratificante fue ver la reacción de Bob. Él ha estado en Camerún innumerables veces durante los últimos 11 años y ha pasado cientos de horas en el aserradero Crelicam en Yaundé. Pero esta era la primera vez que se desplazaba hasta las localizaciones de campo, y aquel concepto que en su día era pura teoría ahora se desplegaba materializado delante de nuestros ojos. Bob había hecho un esfuerzo titánico para convertir la idea en una realidad, y uno tendría que ser de piedra para no conmoverse ante lo que estábamos viendo.
Parada, respiro y continuación
Unos días después volvíamos todos a Yaundé: hora de ducharse y lavar la ropa. Bob se disponía a regresar a San Diego. Andy se quedaría unos días más para visitar amigos y lugares de la infancia y conocer la escena musical y artística local. Yo, por mi parte, me preparaba para un viaje a la nueva zona designada para el proyecto en Zoebefam y alrededores, al sureste de la Reserva del Dja. En mi última estancia en Camerún, esta área no estaba incluida en el programa, pero ahora ya teníamos una aldea en su tercer año de plantación y otra en el segundo.
Algunos de los árboles de ébano que años atrás había visto plantar ya eran tan altos como yo, o incluso más.
En esta ocasión me acompañó Virginia Zaunbrecher, de la UCLA. Virginia y yo vamos hablando regularmente desde el inicio del Proyecto Ébano; de hecho, somos los principales puntos de comunicación entre Taylor Guitars y la UCLA, que es la entidad supervisora del Congo Basin Institute. Por supuesto, Vincent también vino con sus tres directores de proyecto: Jean Michel Takuo, Zach Emanda y Josiane Kwimi, de nacionalidad camerunesa y con sendas titulaciones en agrosilvicultura. Cuando vine la última vez acababan de incorporarse al programa, pero ahora parecía que llevaran toda la vida trabajando en él. Y yo estaba deseando compartir tiempo con ellos en lo que prometía ser un contexto más íntimo y tranquilo que la travesía de unos días atrás.
Al llegar a la nueva zona del proyecto, me chocó lo diferente que la encontré y, al mismo tiempo, lo mucho que se parecía a lo que yo recordaba. Es difícil de explicar. La impresión era que había más bosque. La afluencia de extranjeros y de proyectos internacionales había bajado. Pero, en muchos sentidos, me parecía estar en la misma región de Somalomo que yo había conocido cinco años antes, cuando el programa empezaba a implantarse en la zona. Fue inspirador, pero me dejó con una sensación tibia. Solo podía esperar que, dentro de cinco años, el proyecto hubiera echado raíces y crecido de manera similar a lo que había visto en las aldeas alrededor de Somalomo. Sin embargo, también sabía que cada región, cada pueblo, se enfrenta a sus propios desafíos. Algunas aldeas son bantúes y en otras domina la etnia baka. Esto hace que entren en juego una serie de consideraciones políticas que yo apenas empiezo a entender pero que, afortunadamente, no son ningún misterio para el equipo del proyecto. Algunas poblaciones cuentan con la participación activa de múltiples miembros de la comunidad; en otras, el trabajo recae en un grupo de personas muy reducido. Cada localidad tiene sus dificultades particulares en cuanto a inseguridad alimentaria, acceso a agua potable, atención médica y educación.
Dormíamos en tiendas de campaña y cocinábamos al fuego. Por las noches y en los trayectos por carretera hacia y desde las aldeas, el equipo y yo hablábamos sobre el Proyecto Ébano: qué cosas funcionan, qué necesidades hay y qué retos plantea la expansión a nuevas zonas. Después de varios años de negociaciones y esperas (seguidas por más negociaciones y esperas), pronto se liberará la primera asignación de una subvención de 1 millón de dólares para proyectos de 5 años otorgada por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, siglas en inglés de «Global Environmental Facility»). Con estos recursos, el Proyecto Ébano se ampliará a tres aldeas más. Pero, ¿cuáles? ¿Y dónde? ¿Qué hacemos: expandimos el programa a lo largo de la carretera de Somalomo al noroeste de la Reserva del Dja, o buscamos oportunidades para afianzarnos y crecer en el lado sureste hacia Zoebefam? ¿Intentamos abrir un nuevo núcleo en el extremo este de la Reserva de Dja cerca de Lomié? Cada opción tiene sus pros y contras y sus consideraciones financieras, logísticas y de capacidad del personal. Hay muchos elementos que estudiar y sobre los cuales reflexionar. Y estoy muy agradecido por tener un equipo de trabajo con tanto talento en el Congo Basin Institute.
Cuando volví a Yaundé unos días después, Bob y Andy ya se habían marchado. La casa estaba vacía. Vincent, Matthew, Virginia, Jean Michel y yo nos reunimos con representantes del gobierno de Camerún, el GEF y el Fondo Mundial para la Naturaleza para hablar de los fondos que pronto estarán disponibles y de nuestros planes de ampliación del proyecto. En los próximos meses, el equipo tendrá que resolver esta cuestión. Y yo soy optimista.
El crecimiento lento y metódico del proyecto ha sido nuestra mejor baza y refleja la filosofía flexible y adaptable de Bob Taylor.
El crecimiento lento y metódico del programa ha sido nuestra mejor baza. Es un reflejo de la filosofía flexible y adaptable de nuestro patrocinador principal, Bob Taylor, cuya mentalidad empresarial en la puesta en marcha del proyecto ha resultado fundamental para nuestro éxito. De hecho, es el mismo planteamiento que él y Kurt Listug siguieron para crear Taylor Guitars. Dicho en pocas palabras: cuando algo no funcionaba, se discutía y revisaba. Y, cuando algo era demasiado complicado, se simplificaba. A pesar de las significativas condiciones asociadas a la recepción de fondos concedidos por una gran institución multilateral como el GEF, yo tengo confianza en nuestras posibilidades. Aprender este nuevo baile burocrático nos hará más fuertes y, con suerte, nos preparará para ampliar drásticamente la escala del proyecto dentro de unos años. Por ahora, nuestro objetivo es plantar otros 30 000 árboles de ébano y 25 000 frutales para finales del 2026, y llevar el programa a tres aldeas más. Vincent pronto publicará un nuevo artículo de investigación científica revisado por expertos del que espero informar en los próximos meses. Y tengo la sensación de que aún nos quedan cosas por ver en la relación de Andy Allo con el Proyecto Ébano.
En el 2021, escribí una pieza en Wood&Steel titulada Proyecto Ébano: Fase 2. En aquel momento, soñaba con un día en el que el Proyecto Ébano se hubiera extendido más allá de la Reserva del Dja por todo el sur de Camerún y continuara hacia el Tridom, una vasta región que incluye partes del sur de Camerún, Gabón y un trocito de la República Centroafricana. Todavía tengo ese sueño, aunque ahora con una comprensión un poco más realista de lo que haría falta para llevarlo a la práctica. Pero puede hacerse. El plan está funcionando. El equipo es pequeño pero excelente. Y ojalá pueda hablar de todo ello en un futuro número de Wood&Steel.