Sustentabilidad

La música del medioambiente

Bajar

Scott Paul sigue las huellas de la relación entre los músicos y la reivindicación medioambiental, y habla con Ed Robertson, de Barenaked Ladies, sobre la participación de la banda en causas ecologistas.

El pasado junio, la banda Barenaked Ladies iba a pasar por San Diego con su gira Last Summer on Earth, y yo tenía ganas de ir a verlos. Dio la casualidad de que REVERB, una organización sin ánimo de lucro que colabora con músicos, festivales, recintos y locales para reducir el impacto ambiental de sus eventos e interactuar con los fans, se había puesto en contacto con Tim Godwin, director de relaciones con artistas de Taylor, para hablar de la donación de una guitarra. Aunque yo no lo sabía, resulta que Taylor ha donado una GS Mini para cada una de las últimas giras de Barenaked Ladies. La banda firma la guitarra y luego se sortea para destinar el dinero recibido a apoyar las iniciativas de REVERB.

Conozco las actividades de REVERB desde hace mucho tiempo, pero nunca había tenido la oportunidad de tratar con ellos. Inspirada en parte por la organización Green Highway de Bonnie Raitt (otra entidad sin ánimo de lucro), REVERB fue fundada en el 2004 por la ambientalista Lauren Sullivan y su marido, Adam Gardner, de la banda Guster, con la idea de abordar el problema del impacto ambiental de las giras de artistas. Guster, Barenaked Ladies y la Dave Matthews Band fueron de los primeros en sumarse a la causa. (En este artículo te explicamos cómo empezó todo).

Un día, Tim Godwin me sugirió que entrevistara a Ed Robertson, cantante, guitarrista y compositor de Barenaked Ladies, para charlar sobre «cosas de sostenibilidad». Yo no conocía a Ed personalmente, pero toca instrumentos Taylor desde hace mucho tiempo y es un viejo amigo de la casa. Por otro lado, sí que sabía de la reputación de conciencia medioambiental de la banda. Tim contactó con Ed y lo cuadraron todo en un santiamén. Y, a medida que se acercaba el día del concierto, a mí me iba entrando un cosquilleo de nervios. Yo me siento muy cómodo cuando me entrevistan, pero nunca había tenido la responsabilidad de ser el entrevistador. Por lo tanto, me puse a investigar acerca de Ed y la banda y, en última instancia, sobre cómo los músicos han utilizado su arte y sus plataformas para la reivindicación ecologista.

Incluso antes del “Verano del amor”…

No es sorprendente que los mundos de la música y la defensa del medioambiente empezaran a entrelazarse en la década de los 60. En 1962, Rachel Carson publicó el libro Primavera silenciosa, que documentaba el daño ambiental provocado por el uso indiscriminado de pesticidas y suele citarse como un catalizador del movimiento ecologista moderno. God Bless the Grass, de Pete Seeger (1966), está considerado por muchos como el primer álbum ambientalista. Las ganancias de la canción “My Dirty Stream” sirvieron para financiar los esfuerzos de conservación del río Hudson. Y no es de extrañar que aquellos años dejaran múltiples casos similares, ya que fue una época de notable agitación social que favoreció el auge de la contracultura y marcó un punto de inflexión en la música popular reflejado en el éxito del rock con raíces folk, la Invasión Británica y el universo Motown. En 1970 tuvo lugar en Vancouver el recital Amchitka, con Joni Mitchell, James Taylor y Phil Ochs. Este evento pasó a la historia como el primer concierto benéfico dedicado al medioambiente, y recaudó casi 20 000 dólares para lo que acabaría siendo la primera protesta de acción directa de Greenpeace.

Pete Seeger’s 1966 God Bless the Grass is often cited as being the first environmentalist album.

Estrellas comprometidas

Todo esto me hizo pensar en la música que escuchaba de joven y en los momentos en que los mensajes de determinados artistas conectaron conmigo. Recordé el hit de Midnight Oil, “Beds are Burning” (1987), que habla de los derechos territoriales de los aborígenes australianos. Esa canción (y aquí pongo al descubierto mi edad y referentes culturales) se convirtió en un himno para los activistas medioambientales como yo. En una ocasión, los Midnight Oil actuaron en medio de una zona talada en la isla de Vancouver. Es más: el líder de la banda, Peter Garrett, acabó desempeñando las funciones de presidente de la Fundación Australiana para la Conservación, miembro de la junta de Greenpeace y ministro de Medio Ambiente y Artes de Australia.

Los activistas medioambientales de cierta edad también recordarán el capítulo de Sting y la selva amazónica. En los años 80, la banda de rock británica The Police estaba en la cresta de la ola y la MTV dominaba el mundo de la televisión por cable. Sting, cantante, bajista y compositor de The Police, visitó un buen día la Amazonia brasileña y prometió que ayudaría al pueblo Kayapó a obtener derechos legales sobre sus tierras tradicionales. Para abreviar la historia, Sting cofundó la Rainforest Foundation (posteriormente llamada Rainforest Fund), cuya labor de concienciación y recaudación de fondos culminó en 1992 con el reconocimiento oficial de las tierras de los Kayapó por parte del gobierno brasileño (en una curiosa coincidencia, ese mismo año Brasil fue el país anfitrión de la Cumbre para la Tierra de la ONU). Yo mismo pasé por las tierras de los Kayapó años después, y es imposible no apreciar las consecuencias positivas de todo ello. El Rainforest Fund continúa activo hasta hoy, y ha establecido asociaciones con comunidades indígenas en más de 20 países para unos 300 proyectos de varios años de duración.

Maná

Otro ejemplo que me vino a la mente es el de la legendaria banda mexicana Maná. Yo les descubrí con su disco de 1997 Sueños Líquidos: en aquel momento, trabajaba para Greenpeace en Washington, D. C., y un representante de la banda se puso en contacto con nosotros para que estuviéramos presentes en los recintos de los conciertos de su inminente gira por los Estados Unidos. Maná acababa de crear la Fundación Ecológica Selva Negra, que actualmente sigue consagrada con el mismo tesón a la preservación del medio ambiente y el desarrollo comunitario en México. En varios conciertos de aquella gira tuve la oportunidad de pasar ratos con Fher, el vocalista, y nunca olvidaré la pasión con la que vivía todo lo relacionado con el medioambiente. Vi cómo se metía al público en el bolsillo cuando hablaba de ello desde el escenario. Lo hacía desde el corazón; era muy inspirador. Desde entonces, soy un gran admirador de Fher y de la música de Maná.

Nueva ola

Hay muchísimos artistas, tales como Jack Johnson, Ben Harper o Jewel (por mencionar a algunos intérpretes de Taylor), que llevan a cabo una labor encomiable con los temas en los que creen. Cuanto más profundizaba en el binomio música-ecologismo, más cosas interesantes encontraba en todos los géneros imaginables. Las letras del rapero Xiuhtezcatl Tonatiuh Martínez y el artista de hip-hop Childish Gambino, por ejemplo, se refieren con frecuencia a los peligros del cambio climático. “All the Good Girls Go to Hell”, de Billie Eilish, y “The Greatest”, de Lana Del Rey, hablan de los incendios forestales provocados por el clima que están quemando California. “Despite Repeated Warnings”, del disco Egypt Station de Paul McCartney, y “Green is Blue”, incluida en el Colorado de Neil Young, son manifestaciones recientes de la frustración ante la inacción imperante. Will.I.Am, Miley Cyrus, Imagine Dragons, Lonnie Rashid Lynn (conocido bajo el nombre artístico de Common), Weyes Blood y The Weather Station también han tratado este tema en su música.

Otro tipo de “ecotourismo”

Hace poco me encontré con Ian Tellam, un londinense afincado en Ámsterdam que, tras recorrer Europa como músico nómada, hizo una pausa para formarse en ciencias medioambientales. Ahora, ha unido sus dos amores para dedicarse a la sostenibilidad en la industria musical con su empresa ECOTUNES. Ian y yo habíamos hablado hacía un tiempo y retomamos el contacto con nuestras reflexiones sobre el impacto de la industria musical en el medioambiente. Ian me contó algunas cosas muy remarcables que están pasando en Europa, entre ellas el esfuerzo que hacen bandas como Coldplay y Massive Attack para determinar, supervisar y reducir la huella de carbono de sus giras en colaboración con instituciones como el Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático de la Universidad de Manchester. Por mi parte, le hablé de REVERB, de su campaña Music Climate Revolution, que ha recaudado más de 5 millones de dólares para proyectos que reducen de manera mensurable la contaminación por gases de efecto invernadero, y de su nuevo Music Decarbonization Project, que ayudó a sustituir generadores diésel por baterías solares inteligentes en el Luck Reunion Festival de Willie Nelson.

Fusión sostenible

Actualmente, parece que está emergiendo una fusión más vanguardista de música, arte y conciencia medioambiental. El Climate Music Project de San Francisco ofrece una experiencia musical y visual canalizada a través del conocimiento científico que quiere educar, motivar y conectar al público con la acción climática aprovechando el poder emocional de la música. Y, por supuesto, si hablamos de unir el arte y la ciencia por medio de la música, tenemos que detenernos en la hermosa e inquietante pieza de protesta ambiental “From Green To Red”, de la artista conceptual e innovadora musical Beatie Wolfe, que utiliza la información de 800 000 años de datos climáticos para visualizar el aumento de los niveles de CO₂. En el 2021, la obra de Beatie se exhibió internacionalmente en la Cumbre Mundial de los Premios Nobel, el festival South by Southwest y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Hablemos del medioambiente

Y todo esto me trae de vuelta a Ed Robertson de Barenaked Ladies, que antes de su concierto en San Diego tuvo la amabilidad de sentarse conmigo para comentar su participación en cuestiones ambientales. La conversación fue grabada en vídeo y, mientras veíamos la primera prueba de montaje con Tim Godwin, se nos ocurrió la idea de crear una serie de charlas con otros artistas igualmente comprometidos con causas ecológicas o sociales.

Aunque la perspectiva no dejaba de intimidarme, tengo que reconocer que, como diría cierto personaje de Liam Neeson, “tengo una serie de habilidades concretas…” que podrían ajustarse a este tipo de entrevistas. Antes de llegar a Taylor, había dedicado la mayor parte de mi carrera (incluidos 14 años en Greenpeace) al activismo y las políticas forestales. Soy la primera persona en más de un siglo que ha sido condenada por abordar un barco; el episodio en cuestión formaba parte de una campaña que desembocó en la inclusión de la caoba de hoja grande en la lista de la CITES (la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres). No te engaño: búscalo en Google. He trabajado como guardabosques en Costa Rica y como becario en la Oficina de Política Ambiental de la Casa Blanca. He intervenido ante las Naciones Unidas y actuado como asesor de ONGs en delegaciones estadounidenses en conferencias de la ONU. Me han nombrado miembro de varias juntas directivas y he caminado por bosques de todo el mundo. También he leído unos cuantos libros. Así que, ¿por qué no? La verdad es que, al fin y al cabo, me paso la vida hablando de “cosas de sostenibilidad” con gente.

Espero que disfrutéis de este diálogo con Ed. Ojalá pueda repetir esta fórmula con más músicos en el futuro y compartir esas conversaciones con el público. Y, si sigues a artistas que están haciendo algo significativo relacionado con el medioambiente, nos encantaría que nos lo contaras.

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