BobSpeak

El arte de la fabricación

Bajar

Una mirada realista al ecosistema empresarial de la fabricación y a la creación de una nueva serie de guitarras en tiempos de pandemia.

Te invito a que te sirvas un café antes de leer esta columna, porque va a ser un poco más larga de lo normal. He pensado que la presentación de la serie American Dream sería una buena oportunidad para hablar sobre la fabricación en general.

Durante casi medio siglo, he estado en contacto con ese mundo día sí y día también, y he acabado aprendiendo algunas cosas sobre el tema. Es muy probable que mi experiencia, que empezó con mis manos y un cincel y me ha llevado hasta lo que Taylor es hoy en día, haya sido más completa que si me hubiera dedicado a trabajar como ingeniero de fabricación para una empresa. En mi caso, he sido el responsable de la mayor parte de las decisiones de nuestra compañía y, por supuesto, de sus consecuencias. Sé lo que es trabajar prácticamente solo y también lo que supone establecer operaciones consolidadas en cuatro países, cada uno con sus propias leyes, idiomas y culturas.

Estoy muy satisfecho del éxito de Taylor y de haberlo conseguido teniendo siempre en mente el interés de todos, desde clientes y empleados hasta proveedores, accionistas y la gran comunidad que nos rodea.

Los costes marcan la diferencia

Todas las empresas venden un producto para obtener beneficios intentando mantener un equilibrio justo entre los costes y lo que reciben de sus clientes. Por otra parte, todos los empleados de una empresa queremos ganar el mejor sueldo posible. Pero, ¿qué pasa cuando intentamos pagar lo mínimo por las cosas que compramos? Todos buscamos precios competitivos y muchas veces adquirimos productos fabricados en lugares donde los costes son menores, lo cual generalmente significa que los salarios también son más bajos. Y las infraestructuras y otros costes asociados también son más asequibles en esos países con salarios bajos, ya que todo se basa en el balance entre los sueldos y la economía a escala local.

Un buen ejemplo de la diferencia de costes lo tenemos aquí mismo, en nuestras guitarras construidas con la madera Urban Ash que obtenemos en el sur de California. Hay gente que se pregunta cómo es posible que las guitarras que producimos a partir de árboles «gratis» de la calle que iban a acabar convertidos en leña valgan lo mismo que otros instrumentos hechos con maderas tradicionales.

En pocas palabras, la razón es que los gastos son más altos y casi todos van a parar a personas que manipulan esos árboles en los Estados Unidos. El trabajo de retirar los troncos de manera segura a 3 metros de una carretera o una casa, transportarlos, serrarlos y volverlos a transportar lo realizan profesionales estadounidenses que ganan buenos sueldos estadounidenses, y se lleva a cabo viajando por carreteras estadounidenses, pagando impuestos estadounidenses, cumpliendo con las regulaciones de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional, garantizando la cobertura sanitaria, etcétera. Dicho de otra forma, la persona que convierte ese árbol en madera para que nosotros construyamos guitarras podría ser alguien como tú. Si solo nos interesara la madera más barata, podríamos encontrarla en lugares donde las condiciones son exactamente lo contrario de lo que acabo de describir. Pero, si queremos trabajar localmente, todo sale más caro.

Localismo transfronterizo

Comprar productos locales es algo que nos interesa a casi todos. Pero eso no debería limitarse a la comida o al pequeño comercio independiente. Admito que no siempre encuentras lo que quieres a nivel local, pero está bien que apreciemos el trabajo que hacen nuestros vecinos. Y, si les apoyamos, ellos a su vez nos ayudarán a nosotros.

Nuestras guitarras se fabrican en dos países distintos. Cuando salgo de mi casa por la mañana, si voy hacia la izquierda llego a nuestra fábrica estadounidense en algo más de un cuarto de hora. Y, si giro a la derecha, me planto en nuestras instalaciones en México en 40 minutos. Esta óptima situación para operar en dos países no deja de ser una casualidad geográfica.

Si voy hacia la izquierda, llego a nuestra fábrica estadounidense en algo más de un cuarto de hora. Y, si giro a la derecha, me planto en nuestras instalaciones en México en 40 minutos.

En Taylor vivimos las relaciones transfronterizas como algo cotidiano y del mundo real, incluidos los vínculos con familiares y amigos. Las dos plantas funcionan como una sola empresa, aunque tengan dos idiomas y dos culturas. La proximidad física nos lo pone fácil. Nos entendemos y disfrutamos de trabajar juntos. Esto nos permite producir instrumentos en una amplia gama de precios y crear puestos de trabajo tanto en los Estados Unidos como en México, lo cual es una ventaja para nosotros como fabricantes y para vosotros como guitarristas.

No trasladamos nuestra producción estadounidense a México, sino que allí empezamos de cero haciendo guitarras que en El Cajón no habríamos podido desarrollar. Y yo estoy contento con nuestra ética de expansión más allá de la frontera. De hecho, estoy orgulloso de ella. En Tecate hay más de 500 personas que tienen un buen trabajo construyendo guitarras, y de otra forma eso no existiría.

Crear una guitarra de primera clase tiene su truco, y hay muchas fábricas en el mundo que aún no han descubierto el ingrediente secreto. A nosotros no nos gusta guardar secretos (de hecho, tendemos a compartir), pero nos esforzamos por hacer todo lo necesario para que los guitarristas noten ese plus de calidad que distingue a nuestros instrumentos. La explotación de dos fábricas gemelas nos permite cumplir ese objetivo sin tener que subcontratar nuestros productos de menor precio a empresas de otros continentes.

Adaptación a un medio agitado

Cuando la COVID-19 empezó a afectar de verdad a personas y negocios en todo el planeta, tuvimos que cerrar la planta de El Cajón y, pocas semanas después, también la de Tecate. Pasado un tiempo, El Cajón empezó a revivir lentamente, pero Tecate permanecía inoperativa. La gran pregunta era: ¿qué pasará si no podemos entregar al mercado nuestros modelos hechos en Tecate? En aquel escenario, sabíamos que no había ninguna esperanza de producir guitarras GS Mini, Baby Taylor, Academy ni Serie 100. Es tan simple como que en El Cajón no podemos hacerlas. La Serie 200 quizá habría sido factible, pero las herramientas y los sistemas están en México. Además, aquí solo trabajamos con madera maciza.

Así fue como empezamos a imaginar lo que finalmente se convirtió en la serie American Dream, que combina técnicas de construcción especiales con el uso de maderas útiles que habíamos dejado de lado debido a sus rasgos estéticos peculiares, dimensiones inusuales o especies que actualmente no usamos en nuestra línea de guitarras. Nos gusta decir que estamos cocinando con lo que tenemos en la nevera. Todo lo que se nos vino encima durante aquellos meses nos llevó a pensar y actuar de esta manera.

En aquel momento, Tecate parecía estar a un mundo de distancia, pero pronto nos dimos cuenta de que nuestra presencia allí está más que legitimada y que somos parte de esa ciudad, igual que lo somos de El Cajón. Enseguida pusimos manos a la obra para convertir la sección de costura de fundas de concierto en una cadena de producción de mascarillas para ayudar a los profesionales sanitarios de la zona. Conseguimos el permiso para activar esa pequeña línea de confección durante el cierre. Con el tiempo, las luces empezaron a encenderse en otras partes de la fábrica. Colaboramos con funcionarios de los departamentos de trabajo, economía y salud para preparar la planta de cara a una reapertura segura. Esa fue la prueba definitiva para nuestra relación con la ciudad y el país en el que operamos.

Mientras tanto, la serie American Dream nacía aquí, en El Cajón. No queríamos esperar a ver qué podía pasar o no en México. Meditamos mucho sobre el diseño de estas guitarras, y nos movimos rápidamente para romper barreras físicas y mentales y empezar a producirlas. Nuestra gente fue volviendo gradualmente al trabajo en El Cajón. Nos sentíamos optimistas y creativos. Esta serie ha sido un triunfo para nosotros en medio de todo esto.

Hagamos un avance rápido hasta hoy. Nuestros trabajadores han vuelto a sus puestos en ambos países, aunque bajo unas normas de distancia social tan estrictas que nos vemos obligados a exprimir las 24 horas de los 7 días de la semana para cumplir con el ritmo de producción. Pero estamos sanos y salvos, y hemos recuperado nuestro medio de vida. Los distribuidores están encantados porque sus negocios funcionan mejor, y los clientes han redescubierto el placer de crear música en casa. Conclusión: nosotros seguimos enviando guitarras, los distribuidores continúan vendiendo y tú estás ahí tocando.

Todo está en su sitio. Con estas reflexiones, quería transmitir que las cosas vienen de lugares en los que se hacen cosas, y de personas que trabajan en esos lugares en los que se hacen cosas. Muchas de esas personas somos tú, yo, nuestros familiares, nuestros vecinos. Todos trabajamos para ofrecer algo que se vende, y todos compramos cosas hechas por otros. Es una simbiosis. Tú nos apoyas, nosotros te apoyamos. Este año nos ha hecho recapacitar sobre lo que es bueno y lo que no. Y creo que todos podemos estar de acuerdo en que la música es algo bueno.

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