Image of a worker handling spruce boards at a sawmill with a computer screen

Con buen corte

Bajar

¿Alguna vez te has preguntado qué hay detrás del proceso de corte de la pícea para tapas de guitarra? Visitamos a nuestros amigos de Pacific Rim Tonewoods para dar a conocer su trabajo y analizar las perspectivas de futuro de la pícea.

La tapa armónica de una guitarra acústica es un elemento excepcionalmente valioso. El propio nombre de «tapa armónica» indica la importancia de su papel, que no es otro que transferir la energía de la vibración de las cuerdas de una guitarra de manera que muevan más aire y, en última instancia, generen sonido.

«Yo siempre pienso en la tapa armónica como el cono de un altavoz», compara Bob Taylor. «Es la parte que realmente vibra. Y el fondo y los aros de la guitarra serían como el recinto de ese altavoz».

Durante siglos, la pícea ha sido la especie más utilizada para las tapas armónicas de los instrumentos de cuerda, desde la familia de los violines hasta mandolinas y guitarras acústicas. Las tablas armónicas de los pianos también se construyen con esta madera.

Y, ¿qué es lo que hace tan especial a la pícea? Para empezar, se trata de una madera conífera blanda, así que es ligera pero también rígida y resistente en las proporciones adecuadas, especialmente cuando se sierra en cuartos de la forma correcta (más adelante volveremos sobre esto). Su favorable relación fuerza-peso, que se manifiesta en un alto grado de elasticidad, también le permite soportar una tensión de cuerda considerable y, al mismo tiempo, convertir la energía de la vibración de las cuerdas en una respuesta tonal clara y dinámica.

Una tapa de pícea de calidad se puede poner en movimiento fácilmente con un toque suave, pero también responderá bien a un ataque más agresivo sin perder nitidez tonal. Además, la pícea tiene buena proyección y genera un sustain muy agradable. De hecho, también se usa para el varetaje interno de la guitarra, incluso cuando la tapa es de una madera dura como la caoba o la koa.

Muchos propietarios de instrumentos Taylor nos han hecho llegar preguntas sobre las cualidades de la pícea, el impacto de sus características físicas sobre el tono y las decisiones que tomamos en nuestros procesos de selección de la madera.

Últimamente, nosotros también hemos hablado bastante acerca de la interacción entre la tapa armónica y la arquitectura de varetaje interno de una guitarra, sobre todo a raíz del lanzamiento de nuestros innovadores diseños de varetaje V-Class y C-Class. Estos y otros patrones de varetaje son los encargados de orquestar y matizar el movimiento de la tapa armónica, y actúan en conjunto con el fondo y los aros para dar voz a la guitarra y definir su identidad tonal.

Viaje al origen: Pacific Rim Tonewoods

Este año, el tema de la pícea ha vuelto al candelero con el estreno de nuestra nueva 814ce Builder’s Edition, que utiliza una tapa de cuatro piezas en lugar de las configuraciones de dos piezas tradicionales. Y vamos a aprovechar la presencia de este peculiar rasgo de diseño en ese modelo para hablar del uso que hacemos de la pícea desde dos perspectivas: por un lado, las implicaciones profundas de la producción de una tapa armónica de pícea de alta calidad y, por el otro, las consideraciones en torno al diseño de tapas de cuatro piezas en el cambiante contexto de la disponibilidad comercial de árboles de pícea. En ambos casos, teníamos claro a quién recurrir para que nos iluminara con su conocimiento experto: nuestro socio proveedor de pícea Pacific Rim Tonewoods (PRT).

PRT lleva más de 35 años suministrando maderas de primera calidad desde su sede en Concrete (Washington), unos 80 kilómetros al sureste de Bellingham en la región de las Cascadas del Norte del valle del Skagit. Su relevancia en la industria de la guitarra acústica es descomunal: de ahí sale la mayor parte de las tapas de pícea de Sitka y de Lutz que se utilizan en las guitarras fabricadas en Estados Unidos, con unas cifras de entre 300 000 y 400 000 unidades al año.

Aparte de las tapas de pícea, PRT también suministra juegos de arce veteado (procedente de su área geográfica) y koa hawaiana para instrumentos musicales. Y, ya que hablamos de la koa, mencionaremos de pasada que PRT es nuestro socio en la empresa colaborativa Siglo Tonewoods, una polifacética iniciativa de silvicultura que combina la restauración de bosques nativos en Hawái con el cultivo de koa destinada a las generaciones futuras de luthiers.

En el número 81 de Wood&Steel (publicado en invierno del 2015) ya nos referíamos a la innovadora investigación sobre el arce que PRT estaba llevando a cabo con el objetivo de cultivar arce veteado apto para la creación de instrumentos.

En muchos aspectos, el fundador de PRT Steve McMinn y Bob Taylor son almas gemelas: los dos tienen una gran curiosidad natural, están enamorados de su trabajo, buscan formas imaginativas de elaborar productos de madera de alta calidad y mantienen un firme compromiso con la gestión forestal responsable. A través de su larga y estrecha cooperación, que les ha llevado hasta la creación de Siglo Tonewoods, ambas empresas miran a largo plazo y comparten una inquebrantable motivación en invertir en el futuro de las maderas para el sector de la música.

Un aserradero especializado para instrumentos musicales

Tal como apuntábamos en nuestro artículo del 2015, el padre de McMinn era guardabosques en la zona del Pacífico noroeste, y Steve siguió un camino parecido. Trabajó como leñador para pagarse la universidad, y en verano también formaba parte de los equipos de senderismo del Servicio de Parques Nacionales de los Estados Unidos, lo cual estimuló su interés por la gestión medioambiental.

La chispa que le atrajo hacia el mundo de los instrumentos musicales se encendió cuando encargó un kit para construir una guitarra y observó que la calidad de las maderas que le habían enviado era inferior a la de las piezas que él podía obtener por sus propios medios. Entonces, McMinn empezó a rescatar árboles de pícea de Sitka derribados por tormentas en terrenos del Servicio Forestal de los Estados Unidos en Alaska y Washington. Al principio, lo que hacía era darse una vuelta por el bosque, cortar en bloques un tronco de pícea que le parecía adecuado y llevarse la madera a casa en una mochila. Con el tiempo aprendió a identificar las cualidades que los luthiers buscan en una tapa armónica de pícea, y fue perfeccionando su forma de aserrar la madera para ofrecer el mejor producto posible.

En una reciente conversación con Steve en las instalaciones de PRT, Bob recordaba el día de finales de los años 80 en que McMinn le trajo varios juegos de madera de muestra en el maletero de su coche para convencerle de que le comprara sus tapas de pícea.

«Me dijiste: “si te hiciera una tapa como esta, ¿la comprarías?”. “¡Claro que sí!”, contesté. La verdad es que yo las estaba pasando cada vez más moradas para conseguir pícea de calidad, hasta el punto de que prácticamente no tenía acceso a ella».

Y eso que, en aquella época, Taylor solo producía entre 4 y 6 guitarras al día…

El comentario de Bob tenía que ver con las condiciones que debe cumplir el corte de la pícea para satisfacer las necesidades de rendimiento de una tapa de guitarra.

Desde entonces, PRT se ha centrado en el suministro de maderas de primer nivel a fabricantes de instrumentos. Y, como en el caso de Taylor y otros nombres de la industria de la guitarra, sus operaciones han crecido tanto en tamaño como en sofisticación. El campus de PRT cuenta con nuevos edificios, máquinas y procesos al servicio de la transformación de troncos gigantescos en refinados componentes de guitarra.

PRT también está rompiendo barreras con investigaciones pioneras sobre la forma en que la pícea genera sonido acústico. Su equipo ha estudiado científicamente la influencia de propiedades como la rigidez, la densidad y la amortiguación, y ha logrado cuantificar esos parámetros para poder categorizar la madera en función del rendimiento sonoro predecible.

Según Steve, la ventaja de esa clasificación de las tapas es que permite dirigir la madera correcta a la guitarra apropiada de acuerdo con sus cualidades acústicas, y no simplemente por el aspecto visual. O, como le gusta decir a Steve: «hemos acabado con la tiranía de la imagen».

Si te interesa el universo de la guitarra, no hay nada como un recorrido por el campus de PRT para comprobar de primera mano el grado de capacitación y atención al detalle que la empresa dedica a sus procesos y para entender lo exigente que puede llegar a ser la producción de juegos de madera para instrumentos musicales. Por lo tanto, decidimos desplazarnos hasta allí para conocer sus operaciones más de cerca.

A mediados de marzo, viajé a Concrete para una visita de dos días con Bob Taylor, Scott Paul (nuestro director de sostenibilidad de recursos naturales) y Craig Evans (director de marketing de Taylor). Allí nos encontramos con el productor de vídeo Gabriel O’Brien y el cámara Chris Lallier para documentar el trabajo que se hace en PRT.

Gabriel y Chris pasaron un día con Eric Warner, gerente y socio de la empresa y mano derecha de Steve. El propio Warner, junto con el responsable de compras y experto «partidor» de troncos Justin El-Smeirat y el aserrador Derrick Schmidt, les guióguio por el proceso de transformación de un tronco de pícea en tapas de guitarra. El plato fuerte del segundo día fue la filmación de una mesa redonda en la que Bob, Scott, Steve y Eric trataron diversos temas relacionados con el uso de la pícea para tapas de guitarra.

Entre otras cosas, se habló de los lugares en los que PRT busca troncos de pícea y los criterios que se siguen para seleccionarlos, las características que hacen tan adecuada a la pícea para las tapas de instrumentos de cuerda, las propiedades más valoradas en la madera, el método para cortar las tapas, la importancia de aserrar las piezas en cuartos y las técnicas especializadas que PRT aporta al proceso.

Eric Warner y Scott Paul intervinieron con conocimiento de causa cuando la conversación derivó hacia los cambios en la disponibilidad de pícea de Sitka y las razones por las cuales se hará necesario cortar las tapas de guitarra en cuatro piezas. Bob, Steve, Scott y Eric comentaron las implicaciones de trabajar con árboles más pequeños y más jóvenes (de 80 a 120 años) en lugar de los especímenes más voluminosos y maduros (de 250 años en adelante) que se han estado utilizando durante siglos. Y, profundizando en esta cuestión, subrayaron la importancia de la adaptabilidad tanto en los procesos de corte de madera como en la propia fabricación de guitarras.

Nosotros hemos editado y estructurado la conversación en las cuatro secciones que te presentamos a continuación junto con una ojeada in situ al proceso de aserrado.

Parte 1: En busca de la madera perfecta

Bob Taylor y Steve McMinn hablan sobre la progresión de Pacific Rim Tonewoods hasta convertirse en un proveedor de pícea capital en la industria de la construcción de instrumentos musicales. También repasan las características que buscan en un tronco de pícea y opinan sobre las mejores prácticas para cortar pícea para tapas armónicas. Y Justin El-Smeirat, responsable de compras y técnico de sección de troncos de PRT, explica cómo se lleva a cabo el abastecimiento y transporte de troncos de pícea, qué criterios deben cumplir los árboles y cómo se evalúa y corta un tronco para sacarle el máximo partido.

Part 2: The Beauty of Spruce

Steve McMinn explains in more detail why spruce is suitable for guitar tops. We meet Justin El-Smeirat at the splitting deck, where he demonstrates how to split a spruce round into blocks to maximize yield. Eric Warner explains how making four-piece tops enables PRT to extract more value from a log. And Eric heads inside the mill to show us how spruce blocks are quartersawn into boards on a headrig, dodging defects within the block. Defects will dictate whether they can cut a larger dreadnought-size two-piece guitar top or a four-piece top. In between top board cuts, they’ll cut brace wood.

Part 3: Finding the Best Spruce for Guitars

Steve McMinn and Eric Warner talk about their newest “secret sauce,” sonic grading technology, which allows them to measure and sort spruce based on attributes like density, stiffness and damping. This helps predict its sonic performance properties in a way that provides guitar makers with greater predictability and consistency. Steve and Bob Taylor also talk about the value of precisely quartersawn wood and explain their preference for wider-grain spruce. In the mill, Eric shows us how boards are edged for four-piece tops and explains how boards are steered toward either tops or braces as the sawyer works around defects in the wood.

Part 4: A Changing Forest

Bob Taylor, Steve McMinn, Scott Paul and Eric Warner discuss the diminishing commercial availability of large, old-growth spruce and how sourcing smaller-diameter trees is leading to the cutting of more sets of four-piece tops. Despite it being more work both for cutting tops and making guitars, there are also benefits to be had, such as the ability to use more wood from a log and create an even more consistent grain structure with guitar tops. Bob and Steve talk about their willingness to adapt to the available resources in a way that respects the forest and continues to serve musicians without compromise.

Guitar designer Andy Powers plays a light blue Powers Electric guitar in a luthier's workshop

Un proyecto desde el corazón

Bajar

Andy Powers tiene una nueva niña de sus ojos. Es una guitarra eléctrica. Y no se llama Taylor.

Ya ha llovido desde que Andy Powers grabó su nombre en un clavijero de guitarra por primera vez.

Con su llegada a Taylor Guitars en el 2011, Andy dio carpetazo a su próspero negocio como luthier de instrumentos personalizados que igual te hacía una acústica de tapa plana que una guitarra de tapa curvada, una mandolina, un ukelele o una eléctrica. Ese repertorio tan diverso pone de manifiesto tanto su devoción por todo lo que lleva cuerdas como su capacidad para crear herramientas musicales de cualquier tipo.

Desde su fichaje por Taylor, el objetivo de Andy ha sido mejorar nuestros diseños de guitarras acústicas. Y lo ha cumplido con creces abriendo una vía que ha fructificado en innovaciones como su varetaje V-Class y una larga serie de modelos galardonados con premios de la industria. Pero hay algo que los seguidores de Taylor quizá no sepan, y es que la vida de Andy está profundamente marcada por el mundo de la guitarra eléctrica.

Pues bien, ha llegado la hora de desvelar esa historia de amor.

En nombre de Andy, queremos compartir su nuevo y apasionante proyecto en solitario: una línea de guitarras eléctricas llamada Powers Electric.

Ante todo, un aviso: no estamos hablando de una guitarra Taylor. Se trata de una eléctrica en estado puro con un diseño e identidad musical totalmente propios; una guitarra que a día de hoy solo puede salir de las manos de Andy y un selecto grupo de artesanos, y en cantidades muy pequeñas. Se trata de una creación tan personal que Andy la llama cariñosamente su «guitarra de taller». En definitiva, es la eléctrica de sus sueños.

Bob Taylor y Kurt Listug, los cofundadores de Taylor, animaron a Andy a sacar adelante el proyecto. Ambos pensaban que, para que la guitarra fuera la mejor expresión posible de su visión, Andy necesitaba libertad creativa para construirla al margen del lenguaje de diseño consolidado de la marca Taylor.

Por supuesto, estamos encantados de contarle al mundo cómo ha quedado el invento. Andy cree que en la categoría de la guitarra eléctrica hay espacio para un instrumento único y, a nosotros, nos parece que ha logrado algo muy especial.

Pero, antes de entrar en materia con la guitarra, veamos cómo el bagaje de Andy ha influido sobre su planteamiento de diseño.

La guitarra eléctrica, objeto de deseo temprano

La primera guitarra que conoció el pequeño Andy fue una acústica que había en la casa de su familia. Con una madre artista y un padre que era un excelente carpintero, el entorno doméstico (complementado por unas amplias reservas de madera sobrante) estimulaba el impulso de crear cosas. Así, aquel niño precoz se puso a construir su primera guitarra acústica antes de cumplir los 10 años. En retrospectiva, Andy admite que, siendo generosos, al resultado se le podría haber llamado «objeto con forma de guitarra». Pero la idea de crear un instrumento le sedujo.

Como músico, la primera guitarra comprada por Andy (con la ayuda de sus padres) fue una Stratocaster de segunda mano.

«Me lo pasé bomba con ella», evoca. «En aquella época, estaba obsesionado con el surf-rock instrumental de principios de los 60, al estilo de los Ventures. Después de absorber todo eso, descubrí a los músicos de rockabilly, blues y jazz que les precedieron y a los rockeros que vinieron después. En realidad, nunca he perdido la atracción por esa música».

Andy recuerda el poderoso hechizo que las guitarras eléctricas ejercieron sobre él en su adolescencia (y hasta hoy). Le maravillaban sus colores llamativos, sus arrebatadores contornos y la interminable gama de texturas y matices sonoros amplificados que podías invocar con solo mover un selector o pisar un pedal.

«Sus formas, sonidos y expresiones parecían tener una fuerza de gravedad propia e irresistible», rememora.

Aires del sur

La zona en la que Andy creció también moldeó muy significativamente su sensibilidad creativa. Vivía en el norte del condado de San Diego, al sur de California. La proximidad del océano Pacífico hizo que se enamorara del surf ya de muy joven, y esa fascinación aún le dura.

El ethos burbujeante del sur de California invitaba a la autoexpresión y la experimentación sin barreras.

El estilo de vida del sur de California resplandecía bajo el influjo de la rica cultura de la región y de los «originales» personajes que la poblaban. La polinización cruzada entre el surf, el skate, el tuneado, los coches clásicos, la música, el arte, la arquitectura, el diseño industrial y otras disciplinas creativas dio forma a un ethos burbujeante que invitaba a la autoexpresión y la experimentación sin barreras.

Bob Taylor puede dar fe de esta sensibilidad local única desde su experiencia personal como constructor de guitarras acústicas radicado en San Diego. De hecho, cuando hace años empezó a pensar en buscar un sucesor (que acabó siendo Andy), dos de sus criterios esenciales eran que el elegido tenía que venir de la zona de San Diego y ser autodidacta.

«Como luthier, me di cuenta de que era más fácil y más aceptable presentar nuestras guitarras aquí en California que en el este de los Estados Unidos, donde ya existía un rico legado de fabricantes de guitarras», comenta Bob. «También empecé a notar las diferencias creativas entre los constructores de aquí y los de otros lugares. Nosotros estábamos dispuestos a romper con la tradición».

Si analizas la historia del diseño de guitarras eléctricas, el sur de California fue un auténtico foco de ebullición. A una hora de distancia de donde vivía Andy, hacia el norte, los pioneros Les Paul, Leo Fender y Paul Bigsby se encontraban en casa de Les para charlar sobre las ideas revolucionarias que les llevarían a hacer historia.

Y, en el mundo del surf, durante la transición desde las largas tablas tradicionales a otros modelos más cortos y maniobrables a finales de los 60 y principios de los 70, el sur de California se convirtió en un epicentro de innovación en el diseño. Como surfista, a Andy le cautivaba la estética de las curvas de las tablas y del propio acto de surfear. Con el tiempo, encontró una conexión natural entre el surf y la música: los distintos escenarios te invitan a utilizar tablas o guitarras diferentes, y montar una ola es algo tan íntimamente expresivo como tocar la guitarra. Con las herramientas adecuadas, puedes sacar lo que tienes dentro de una manera fluida y melódica.

Por los senderos de la música

En su adolescencia, Andy le pilló el gusto a crear y arreglar instrumentos musicales. Aún no se había sacado el carnet de conducir y ya era conocido en su ciudad como un hábil reparador de instrumentos. Cuando no estaba haciendo surf o tocando en bandas con amigos, trabajaba para tiendas de música de la zona y también con clientes privados.

Se educó más en serio en la Universidad de California de San Diego (que, casualmente, estaba situada cerca de uno de sus lugares favoritos para hacer surf), donde estudió música con especialización en guitarra. En ocasiones iba a conciertos de jazz con algunos de sus profesores, que muchas veces también recurrían a él para que les construyera y arreglara sus instrumentos.

A tope con la historia de los luthiers

En su inmersión en la creación y restauración de instrumentos musicales, Andy se empapó de la historia y la evolución de sus diseños. Entre la bibliografía esencial que Andy devoró durante su autoformación estuvieron las guías de referencia escritas por George Gruhn, fundador de la tienda Gruhn Guitars de Nashville y ampliamente considerado como uno de los mayores expertos en el diseño de guitarras vintage en Norteamérica. Andy y Gruhn desarrollaron una larga relación que aún continúa. Y quién mejor que Gruhn para avalar la diversidad y profundidad de los conocimientos de Andy y su capacidad para contextualizar la historia del diseño de guitarras, sobre todo desde que pasó a ser el diseñador jefe de Taylor.

«Si te fijas en la evolución del diseño de guitarras eléctricas, puedes ver lo que se hizo y lo que no y entiendes por qué cambiaron algunas cosas».

Andy Powers

«Andy es una de las personas más preparadas que he conocido en el mundo de los instrumentos musicales», elogia Gruhn. «Entiende no solo el diseño, sino también la tradición y la patología de los instrumentos, es decir, lo que no funciona. Cuando proyecta una guitarra, puede remitirse a los sistemas evolutivos que la precedieron».

Estos comentarios de Gruhn ayudan a encuadrar la forma en que Andy enfoca el diseño de una nueva guitarra eléctrica (y de sus modelos acústicos). Después de haber tocado, reparado o estudiado muchas de las grandes eléctricas de los últimos 70 años o más, es una enciclopedia viviente de la historia del diseño de estos instrumentos.

«Si te fijas en su evolución, puedes ver lo que se hizo y lo que no y entiendes por qué cambiaron algunas cosas», afirma Andy. «Lo bueno es que ese estudio es un proceso mucho más rápido de lo que habría sido estar participando de esa evolución en tiempo real. Yo no he tenido que esperar hasta que saliera un nuevo modelo y que alguien lo perfeccionara».

Charlando con Andy, no es raro que se vaya deslizando por los vericuetos de la historia de la guitarra eléctrica para entrar en detalles sobre, por ejemplo, los cambios entre las versiones de Les Paul Standard que iban saliendo de año en año de 1952 en adelante. En una conversación informal en su taller, como quien no quiere la cosa puede ponerse a describir los primeros desarrollos de Leo Fender casi como si él hubiera estado allí, desde la transición inicial de una lap steel a un modelo inspirado en una guitarra española con mástil redondeado, hasta su planteamiento modular del diseño para facilitar el mantenimiento de las guitarras o las razones por las que Leo prefería las pastillas de bobinado simple.

Andy es un paladín del «orgullo friki guitarrero», pero no porque quiera alardear de su sapiencia, sino porque le apasiona absorber y compartir el proceso intelectual, el impulso creativo en la resolución de problemas y el espíritu de prueba-error que han impregnado el diseño de guitarras eléctricas. O de bólidos clásicos. O de tablas de surf.

Lo que la eléctrica de Andy debía ser… y lo que no

Técnicamente, se podría decir que Andy lleva casi toda su vida pensando en esta nueva guitarra eléctrica. En última instancia, la chispa que le hizo ponerse manos a la obra surgió de un hecho muy simple: aunque había tocado, poseído y reparado montones de eléctricas geniales (y muchas de ellas tenían rasgos que le encantaban), la guitarra que él quería, la que cumpliría todos sus requisitos, no existía.

«Quería un sonido y una sensación que no encontraba», manifiesta. «Algo que partiera de las inspiraciones de luthiers anteriores pero que respondiera a un contexto más moderno. Para mí, eso implicaba crear un nuevo diseño desde cero que sacara partido a todos esos años de trabajo y estudio».

Andy era muy consciente de las características que definían a otros modelos y, con toda la intención, asumió el reto de ir por otro camino.

«Hay elementos que ya existen en otras guitarras, y así debe ser, porque encajan perfectamente en esos instrumentos únicos», opina. «Esta guitarra iba a nacer como algo nuevo y en una dirección distinta, así que hice un ejercicio de exclusión deliberada de esas cosas que ya sabemos que funcionan en otros modelos».

«Quería algo que partiera de las inspiraciones de luthiers anteriores pero que respondiera a un contexto más moderno».

Andy Powers

En algunos casos, Andy se basó en ideas pioneras de los primeros diseños de pastillas para eléctrica que en su momento estaban limitadas por los materiales de la época. Ahora, décadas más tarde, ha podido aplicarlas a un contexto contemporáneo gracias a las actuales tecnologías y componentes.

No es un diseño Taylor

Una consideración que podía ser restrictiva o liberadora, según cómo se abordara, era la conexión (o no) de su guitarra con la identidad de Taylor y particularmente de la T5z. Al fin y al cabo, Andy es el principal arquitecto de diseño de Taylor, y ya había estado trabajando en la transición de la T5z hacia una estética y personalidad más eléctricas. Por eso, la concepción de la nueva guitarra se inició dentro de un marco estilístico relacionado. Algunos de sus primeros prototipos incluían diseños de pastilla innovadores y ciertos rasgos que querían ser compatibles con la identidad de marca de Taylor. Pero, tal como escribe Kurt Listug en su columna de este número de Wood&Steel, ese esfuerzo por mantener un «aire de familia» parecía limitar el potencial de la guitarra. [link to column].

«Le dije a Andy que la guitarra estaba bien diseñada y construida y era estéticamente bonita, pero que nos estábamos equivocando», explica Kurt. «Le sugerí que construyera la guitarra eléctrica que le saliera de dentro de verdad».

En su artículo, Kurt también se refiere a las enseñanzas derivadas de la línea de guitarras eléctricas de cuerpo sólido que Taylor lanzó en el 2008 (antes de la llegada de Andy). Aquellos modelos conectaron con un grupo de seguidores devotos de Taylor, pero nunca lograron un éxito generalizado. Y, unos años después, dejamos de fabricarlas. Visto con perspectiva, Kurt reconoce que aquellas guitarras no encajaban con la marca.

«La guitarra acústica y la eléctrica tienen culturas muy diferentes», argumenta. «Ese tipo de eléctrica necesita su propia marca, estilo e imagen comercial».

En aquel momento, al sugerir sus propuestas para su guitarra eléctrica ideal, Andy se encontró en una posición similar a la del miembro de una banda que se presenta en el local con unos embriones de canciones que pueden ser geniales, pero que simplemente no se ajustan bien al grupo y que son más adecuadas para un proyecto en solitario.

«Igual que ocurre en una tabla de surf o un biplaza descapotable, delineé cada contorno pensando tanto en el aspecto visual como en el manejo físico».

Andy Powers

La irrupción de la pandemia acabó siendo un catalizador para el proyecto de Andy, que encontró el tiempo y la ocasión para concentrarse en diseñar la guitarra en el taller de su casa. Revitalizado por un nuevo horizonte de libertad creativa, Andy se lanzó a ensamblar holísticamente todas sus ideas tanto en forma como en función.

Se enciende el interruptor de Powers Electric

Después de toda una vida de estudio y experimentación, ha llegado el momento de que Andy levante el telón para revelar la guitarra eléctrica que siempre había querido hacer: un instrumento que combina cosas nuevas (incluidos varios diseños patentados) con algunos elementos tradicionales que encantarán a los aficionados a la guitarra eléctrica. Aparte de las clavijas de afinación, las cuerdas, los trastes y otras piezas aquí y allá, prácticamente todo ha sido diseñado, construido y montado desde cero. La guitarra tiene todo el encanto de la sensibilidad estética del sur de California y del espíritu innovador y autosuficiente de las comunidades del surf y el tuneado de coches.

«Quería que el cuerpo de la guitarra fuera atractivo desde todos los ángulos», subraya Andy. «Buscaba una forma asimétrica pero sin sacrificar el equilibrio visual y un estilo atemporal con detalles ornamentales modernos. Igual que ocurre en una tabla de surf o un biplaza descapotable, delineé cada contorno pensando tanto en el aspecto como en el manejo físico».

El diseño de cuerpo hueco estilizado y totalmente cerrado incluye una estructura interna exclusiva que maximiza la resonancia y el sustain y evita la realimentación.

La viva paleta de colores está inspirada en los inigualables tonos de pintura utilizados en los coches clásicos. La guitarra también presenta elementos patentados como las dos opciones de pastilla, un sistema de vibrato especialmente diseñado con una estructura de levas en el puente (que estabiliza la afinación relativa entre notas al mover la palanca o hacer bendings), un distintivo diapasón de radio asimétrico y unos coloristas potenciómetros hechos en la casa con capas de resina de tabla de surf e inspirados en las creaciones artísticas de Josh Martin, «escultor» de tablas de surf y amigo de Andy. Incluso el estuche tiene un hermoso diseño exclusivo para el que se han utilizado los mismos materiales de tapicería de algunos modelos Porsche clásicos.

Pero lo mejor es que sea el propio Andy quien utilice su espacio en las redes para hablar a sus anchas de su nueva marca de guitarras, así que no te pierdas sus contenidos en powerselectricguitars.com o en su cuenta de Instagram (@powerselectricguitars). Ahí puedes admirar la deslumbrante estética de estas guitarras, conocer todos los detalles que las definen como herramientas de interpretación y ver a Andy y a otros músicos tocándolas y hablando sobre ellas.

Después de varios meses de pruebas con algunos de los mejores guitarristas de la industria de la música y de una serie de eventos de estreno en Los Ángeles, Nueva York y Nashville, la marca Powers Electric Guitars saltó a la palestra oficialmente a mediados de junio con el lanzamiento inicial de un pequeño lote de unas 30 unidades. Estas guitarras no saldrán a la venta en cantidades significativas a corto plazo, ya que solo Andy y un pequeño equipo de artesanos tienen capacidad para construirlas. De momento, se venderán exclusivamente a través de una selecta red de ocho distribuidores de Powers Electric.

En powerselectricguitars.com tienes la lista de distribuidores completa, y también puedes apuntarte a la lista de correo de Powers Electric para recibir noticias frescas como la disponibilidad de nuevos lotes de guitarras, por ejemplo.

Seguro que lo que encuentres ahí te va a gustar. Nos consta que a Andy le entusiasma.

Clases de guitarra con Wood&Steel: los armónicos

Bajar

Taylor Gamble vuelve con tres lecciones en las que te explica cómo puedes utilizar los armónicos para dar color a tus interpretaciones.

Por Taylor Gamble

Te damos la bienvenida a una nueva entrega de las clases de Wood&Steel con la guitarrista de estudio y educadora musical Taylor Gamble.

En este trío de lecciones, Taylor profundiza en una técnica que, aunque no es tan sencilla como parece, ofrece muchas posibilidades en diversos estilos de interpretación: los armónicos. El hermoso sonido acampanado de los armónicos siempre aportará un toque creativo a tu forma de tocar, y también funciona muy bien en acordes y arreglos de fingerstyle.

Beginner: Intro to Harmonics

Para empezar, Taylor te enseña a tocar armónicos naturales al aire en los trastes 5, 7 y 12, y a pulsar las cuerdas en el lugar adecuado según el armónico que estés sacando.

Intermediate: Open Harmonics and Chords

A continuación, Taylor muestra un interesante recurso para incorporar armónicos a los acordes y añadir una textura llamativa e inesperada a tu sonido.

Advanced: Fretted Harmonics

Y, por último, Taylor entra en el mundo de los armónicos tocados en trastes determinados con la mano que pulsa las cuerdas, una técnica más compleja que genera una respuesta parecida a la de un arpa en prácticamente cualquier posición del diapasón.

¡No te pierdas la próxima edición de Wood&Steel para aprender más cosas con nuestras clases de guitarra!

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Guitar Lessons: Harmonics

Bajar

Taylor Gamble returns with a trio of lessons showing you how to use harmonics to color your compositions.

Por Taylor Gamble

Welcome to the latest edition of the Wood&Steel guitar lesson, featuring session player and music educator Taylor Gamble.

For this batch of lessons, Taylor demonstrates a deceptively simple technique that has broad applications across playing styles: harmonics. With their beautiful, bell-like sound, harmonics are useful as creative accents in your playing, but can also be repurposed in chords and fingerstyle arrangements.

Beginner: Intro to Harmonics

Taylor starts out the lesson with a demonstration of how to play basic open harmonics on the fifth, seventh and twelfth frets, including where to pluck the strings depending on which harmonic you’re using.

Intermediate: Open Harmonics and Chords

Next, Taylor shows off a way to incorporate harmonics into chords, adding a striking, unexpected texture to your playing style.

Advanced: Fretted Harmonics

Finally, Taylor dives into advanced fretted harmonics, a more challenging technique that yields a harp-like response at virtually any position on the fretboard.

Check back next time for another batch of Wood&Steel guitar lessons!

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Taylor starts out the lesson with a demonstration of how to play basic open harmonics on the fifth, seventh and twelfth frets, including where to pluck the strings depending on which harmonic you’re using.

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Next, Taylor shows off a way to incorporate harmonics into chords, adding a striking, unexpected texture to your playing style.

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Donde las canciones son sagradas

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En el legendario Bluebird Café de Nashville, los compositores son siempre las estrellas del espectáculo.

Nashville, la Ciudad de la Música, se reconoce como la capital mundial del country. Y, teniendo en cuenta ese estatus, podría parecer extraño que la meca de los compositores del género sea un pequeño local rodeado de tiendecitas en una anodina zona comercial del extrarradio.

Nos referimos al mítico Bluebird Café, fundado en 1982 y situado todavía en su localización original en Green Hills, más de 15 kilómetros al sur del emblemático Ryman Auditorium y del fulgor de los neones y el trajín turístico de los garitos de la parte baja de Broadway, en el centro de Nashville.

«Se dice que los artistas de country acuden al Ryman y los compositores vienen al Bluebird», dice Erika Wollam Nichols, gerente y directora de operaciones del Bluebird Café. Erika empezó a trabajar de camarera en el Bluebird cuando estudiaba en la universidad. Corría el año 1984 y ya hacía dos que Amy Kurland, su fundadora, había abierto el local como restaurante gourmet que servía almuerzos y cenas. Erika vivió la transición que convirtió a este establecimiento que de vez en cuando ofrecía actuaciones musicales en un auténtico santuario para compositores y seguidores del country.

«El novio de Amy era guitarrista», recuerda Erika. «Le preguntó si le parecería bien instalar un pequeño escenario para traer a sus amigos a tocar. Y así empezó lo de la música. Cuando yo entré en el restaurante, aquí venían bandas, no compositores».

Sin embargo, las reducidas dimensiones del local no eran adecuadas para grupos «ruidosos». Una noche, la persona encargada de la programación organizó una rueda de guitarras para cantautores, y el resto es historia.

«Cuando Amy llegó, el público estaba totalmente volcado con las canciones», evoca Erika. «También vio que la caja registradora tintineaba más que nunca. Y pensó: “hum, igual no estaría mal estudiar esto de los cantautores…”».

En muchos sentidos, el interiorismo entrañable y acogedor del Bluebird (sillas de madera desgastadas, manteles de hule, alfombras ajadas, techo de paneles abatibles y retratos firmados por artistas que habían pasado por allí) le daba un encanto retro que remarcaba la falta de interés de sus responsables por seguir a toda costa las últimas modas y tendencias. Con un aforo que no llega a las 90 localidades, el Bluebird se ha mantenido fiel a su misión de honrar el arte de la composición de canciones de country ofreciendo a los autores un ambiente íntimo en el que puedan mostrar su material original y conectar con los oyentes. De hecho, muchos artistas actúan en el centro de la sala a nivel de suelo, y lo bastante cerca del público como para poder dejar su copa en la mesa de un parroquiano.

«Yo he visto cómo Vince Gill le pasaba su guitarra a los de la mesa de al lado», asegura Erika.

Si quieres empaparte de la fascinante historia del Bluebird y su importante contribución a la comunidad de compositores de Nashville, no te pierdas el excelente documental del 2019 Bluebird: An Accidental Landmark That Changed Music HistoryBluebird: un hito accidental que cambió la historia de la música»). La película sigue la evolución del local hasta convertirse en un espacio de presentación de cantautores que ayudó a impulsar las carreras de innumerables compositores y artistas como Kathy Mattea, Garth Brooks, Faith Hill, Keith Urban o Taylor Swift, entre otros. Está salpicada de testimonios de intérpretes, miembros del personal del Bluebird y autores de grandes éxitos que explican cómo el antiguo restaurante llegó a consolidarse como un nódulo esencial en el ecosistema musical de Nashville.

Mira el tráiler del documental Bluebird

Taylor y el apoyo a los compositores emergentes

Hace unos años, Taylor Guitars tuvo la oportunidad de iniciar una relación de colaboración con el Bluebird. El local es muy selectivo con sus asociaciones, pero Erika y Tim Godwin, director de relaciones con artistas y con el sector del entretenimiento de Taylor, vieron claro que ambas instituciones compartían la misma pasión por la promoción de nuevos compositores.

En palabras de Erika, «al valorar nuestra posible vinculación con Taylor, pensamos: ¿qué podemos hacer juntos para cumplir al mismo tiempo con el objetivo de Taylor de ofrecer oportunidades de interpretación a músicos y compositores y con nuestro compromiso de contribuir al desarrollo artístico de esta comunidad?».

Godwin, que había sido músico profesional y siente devoción por la creación de canciones, afirma que los espectáculos que ha visto en el Bluebird en todos estos años le han hecho enamorarse del entorno tan estimulante que el local ha sabido cultivar.

«Lo que me encanta de las actuaciones en el Bluebird es que las letras cobran vida de una manera muy especial», recalca. «En un disco se escuchan todos los detalles de la producción, pero aquí solo hay una guitarra y una letra, y sientes que verdaderamente te sumerges en la canción. Es una gran experiencia tanto para los artistas como para el público».

«Los compositores son nuestra mayor riqueza, y a nosotros nos toca asegurarnos de que la gente se dé cuenta de ello».

Nuestra aventura en común arrancó oficialmente en el 2020 en forma del Bluebird Golden Pick Contest (concurso «Púa de Oro»), que premia a los compositores con un codiciado espacio en el cartel de la Monday Open Mic Night del Bluebird (la noche de micro abierto de los lunes). El concurso admite a participantes de cualquier procedencia, que solo tienen que publicar en Instagram un vídeo en el que canten un tema original para optar a tocar dos canciones en el local. Cada mes, un jurado designado por el Bluebird elige a un ganador que también recibe una guitarra Taylor American Dream y una filmación profesional de la interpretación del tema escogido en la sala de demostración que Taylor tiene en los Soundcheck Studios de Nashville. (Encontrarás más información sobre el concurso  aquí.)

Este año se celebra la cuarta edición del evento. Para inaugurar la nueva temporada, varios miembros del equipo de relaciones con artistas de Taylor (entre ellos el propio Godwin, el productor de vídeo Gabriel O’Brien y la responsable de relaciones con la comunidad Lindsay Love-Bivens) viajaron a Nashville para conversar sobre la historia del Bluebird con Erika y otros cómplices del local. También charlaron con dos veteranos de las veladas del Bluebird que han sido maestros de ceremonias de las famosas sesiones In the Round del club: el cantautor Dave Barnes y Marshall Altman, compositor, productor discográfico y ejecutivo de A&R (siglas de «artistas y repertorio») establecido en Nashville.

Por caprichos del azar, se dio la afortunada circunstancia de que Kat & Alex, un prometedor dúo de música country con el que Taylor había estado trabajando, acababan de actuar en la noche de micro abierto del Bluebird por primera vez. Por lo tanto, Tim también tuvo la ocasión de recabar sus impresiones sobre la experiencia cuando aún la tenían a flor de piel.

El Bluebird forja su identidad

Para dar un poco de contexto, vale la pena señalar que, históricamente (y aún hoy en gran medida), muchas estrellas de la música country no escriben todas sus canciones. Por lo tanto, los compositores son un eslabón creativo crucial en la industria de Nashville. Sin embargo, los autores no suelen acaparar tantos focos como los artistas que graban sus temas, así que raramente se les conoce fuera del sector. Y, hasta hace no tanto tiempo, no había muchos lugares en los que los creadores de canciones tuvieran la oportunidad de presentar su material en directo.

Cuando en los años 80 el Bluebird empezó a abrir sus puertas a los compositores como «espacio de escucha», rápidamente se consagró como un importante núcleo de descubrimiento de nuevos temas y talentos autorales en la ciudad.

Erika explica la historia del Bluebird Café

«Los intérpretes y los responsables de A&R venían a escuchar canciones, y los artistas podían empezar a construir su carrera», comenta Erika. «Kathy Mattea tocaba aquí regularmente y consiguió un contrato discográfico. Cuando los cantautores empezaron a sentir que el Bluebird era su casa, Amy inició las audiciones y las sesiones de micro abierto. Con ello, no solo atraía la atención hacia los compositores que ya tenían éxitos en las listas, sino que también le daba prestigio al propio arte de escribir canciones».

Igual que los cómicos novatos perfeccionaban su oficio interpretando nuevos monólogos ante un público, a los compositores se les ofreció una plataforma para tocar versiones de sus canciones en directo.

«Si has estado en esta sala, sabes que enseguida se detecta si una canción es buena o no tanto, porque tienes al público cara a cara y ves cómo responde a la música», argumenta Erika. «Por lo tanto, el Bluebird era (y sigue siendo) como un laboratorio en el que los autores pueden hacer pruebas con material nuevo».

Y, en algunos casos, ese material puede ser tan nuevo como una canción escrita el mismo día o incluso una pieza todavía incompleta.

En círculo

La modalidad de espectáculo más representativa del Bluebird son las actuaciones llamadas «In the Round». En ellas, los cantautores no suben al escenario, sino que se sientan juntos en el centro de la sala rodeados en círculo por el público. Por turnos, van tocando sus canciones y explicando las historias que hay detrás de ellas. Y, aunque el local ya es pequeño de por sí, esta disposición genera un intercambio aún más íntimo entre intérpretes y oyentes.

Este formato se estrenó en 1985, cuando varios compositores experimentados y habituales del escenario del Bluebird observaron que, a veces, el público hablaba durante las canciones. Este grupo de amigos músicos estaba formado por Don Schlitz («The Gambler»), Thom Schuyler («Love Will Turn You Around»), Fred Knobloch («A Lover Is Forever») y Paul Overstreet («When You Say Nothing At All»). Una noche, con la idea de captar toda la atención del respetable, Schlitz y Schuyler decidieron colocarse en medio de la sala. La idea no solo funcionó, sino que creó una experiencia inmersiva única tanto para los artistas como para los asistentes.

«Esta filosofía encaja muy bien con el carácter del local», observa Erika. «Parece que estés en el salón de una casa particular. Todo el mundo se siente implicado, e incluso si estás en la mesa más alejada, la distancia solo es de 6 o 7 metros y no pierdes la sensación de que formas parte de lo que está pasando. Creo que es una oportunidad perfecta para sentir que estás viviendo de cerca lo que se mueve en la industria de la música en Nashville».

Con los años, el Bluebird ha ido proponiendo diferentes tipos de presentaciones para apoyar y promover a los artistas en diversos niveles de su desarrollo. Cualquier intérprete puede apuntarse a las noches de micro abierto del lunes. También se organizan audiciones cuatro veces al año para seleccionar a los músicos que tocarán en la Writers Night, la velada de compositores de los domingos por la noche (en ella, seis autores suben al escenario para tocar tres canciones cada uno y trabajar su material). Y, si después de actuar en cuatro de estos domingos causan una impresión favorable, optan a participar en una sesión In the Round con otros dos o tres artistas.

«Puede ocurrir que una actuación en círculo de varios autores maravillosos sea un fiasco absoluto si no se conocen entre ellos».

Erika Wollam-Nichols

Erika defiende que el diseño de un cartel atractivo para estas actuaciones en círculo es una forma de arte en sí misma.

«La programación no se hace al azar; buscamos que haya una sinergia y una intención», aduce.

El intérprete principal elige a los otros compositores que tocarán con él, lo cual garantiza que habrá química entre ellos. Y eso marca una gran diferencia.

«Puede ocurrir que una actuación de varios autores maravillosos sea un fiasco absoluto si no se conocen», advierte Erika. «Se quedan sin más ahí sentados escuchando a los demás. Pero, si se juntan cuatro artistas que han colaborado para escribir canciones, llevan a sus hijos a la misma escuela, han publicado con la misma editora y han recorrido el mismo camino… ahí surge una chispa que no prende de ninguna otra forma. Sus historias se amplifican por las conexiones que les unen. Y eso es lo que siente el público que viene a verles actuar».

Marshall Altman entra en escena

Desde la perspectiva del cantautor, tocar en el Bluebird puede ser tan inspirador como intimidante, sobre todo la primera vez. Así lo considera Marshall Altman, compositor (Frankie Ballard, Eric Paslay, Cheryl Cole), productor (Marc Broussard, Walker Hayes, Matt Nathanson) y ejecutivo de A&R (Katy Perry, One Republic, Citizen Cope).

Aunque ya tenía experiencia como músico de directo, Altman reconoce que la noche en que se estrenó en una sesión en círculo estaba de los nervios, en parte porque su intervención no estaba prevista.

«Mi amigo Rob Hatch, también compositor, se iba a casar ese fin de semana y se había organizado una velada In the Round en su honor», rememora Altman. «Creo que los artistas programados eran Rob, Dallas Davidson, D. Walt Vincent y Lance Carpenter, cuatro auténticos fenómenos. Pero Rob había celebrado su despedida de soltero la noche anterior y aún se encontraba algo… indispuesto. Yo estaba sentado en una mesa con Lela, mi mujer, escuchando temazo tras temazo.

«Dallas Davidson tocó “Rain Is a Good Thing”, un gran éxito de Luke Bryan que me encanta. D. cantó “I’m Moving On” (Rascal Flatts), otra de mis canciones country favoritas de toda la vida. Entonces, Rob me mira y musita: “voy a vomitar. Tienes que salir a tocar”. Yo nunca había actuado en el Bluebird; es más, hasta aquel momento solo había escrito una canción de country porque me dedicaba principalmente al pop y el rock. Bien, Rob se levanta para ir al baño y dice: “Marshall me sustituirá”, y yo voy y toco esa canción que había compuesto con un autor de primera llamado Andrew Dorf. Hacía mucho, mucho tiempo que algo no me ponía tan nervioso. Y después de aquello me pasé varios años rechazando tocar aquí».

Desde entonces, Altman ha organizado y dirigido muchas noches In the Round, pero para él cada una de ellas sigue siendo especial.

«Recoger el legado de los músicos que han pasado por el Bluebird antes que yo es algo increíblemente poderoso», dice. «Cada vez que toco aquí, siento la energía de todos esos compositores, los famosos y los desconocidos».

Según él, otra cosa que hace especial al Bluebird es que la mayoría de los temas que se presentan todavía no se han grabado ni han llegado al público.

«Cuando tocas canciones tuyas que estuvieron cerca de entrar en un disco de un artista pero acabaron quedándose por el camino, el dolor que hayas podido sentir por ese pequeño fracaso desaparece de un plumazo», aprecia Altman. «La generosidad, el respeto y el amor que el público que te rodea siente por el oficio de compositor es algo muy hermoso. Estaré eternamente agradecido a esta sala, a la gente que la lleva y a Erika. Es un oasis en el que podemos compartir todo lo que hacemos durante nuestra vida creativa».

Dave Barnes

Para el cantautor Dave Barnes, que se trasladó a Nashville en el 2001 y también ha programado y tomado parte en muchas veladas en círculo, llegar al Bluebird continúa siendo como entrar en territorio místico.

«Cuando me acerco por la parte de atrás vengo muy relajado», manifiesta. «Pero, hace diez minutos, en el momento en el que entraba por la puerta, he vuelto a sentir ese pequeño escalofrío, y no lo digo de broma. Es como un lugar encantado que invoca la magia que tiene Nashville y la irradia a todo el que pasa por aquí, tanto artistas como público.

» Creo que el Bluebird es parte de la salsa especial de esta ciudad; esto no pasa en ninguna otra parte del mundo. Y estoy muy orgulloso de formar parte de ello, ya sea tocando o contándole a la gente lo que sucede en este local, porque es un componente imprescindible del ecosistema de Nashville».

«Somos como un susurro, no un vozarrón, y tampoco tenemos por qué serlo».

Erika Wollam-Nichols

Rostros entre la multitud

Otro punto diferencial del Bluebird es que nunca se sabe quién puede estar sentado entre el público y, de repente, salir a tocar. Podría ser un compositor que en su momento escribió una canción de éxito y que, al interpretarla en su versión acústica original, magnifica su música y letra de una manera totalmente distinta al tema grabado que todos conocen, y revela su esencia lírica con una resonancia mucho más personal y emocional.

O quizá actúe por sorpresa un artista conocido como Ed Sheeran o Taylor Swift, o incluso alguien que miraba el espectáculo tranquilamente desde un rincón. Por ejemplo, eso es lo que ocurrió la noche en que Dave Barnes estaba en el escenario, vio entre el público a la leyenda del fingerstyle Tommy Emmanuel y le invitó a participar.

«Dije: “no sé si lo sabéis, pero ese de ahí es Tommy Emmanuel, uno de los mejores guitarristas del mundo”», relata Barnes. «Y, después de que él saliera a tocar, pensé: “la sesión debería acabar aquí, porque cualquiera que ahora se ponga a rasguear progresiones de Sol-Do-Re va a parecer aburridísimo”», dice riendo.

Una oportunidad de oro

Liana Alpino, responsable de la marca y el área de mercado del Bluebird, interviene en muchos de los aspectos operativos del local. Sus funciones van desde el marketing hasta las redes sociales, la supervisión de la página web y la coordinación de relaciones y asociaciones. Y es una figura clave en la logística detrás del Golden Pick Contest organizado por el Bluebird y Taylor desde hace unos años. Para Liana, el gran atractivo del concurso radica en que permite a los compositores emergentes ganarse un espacio de presentación muy preciado y conocer a otros artistas.

Erika y Liana Alpino comentan la asociación del Bluebird con Taylor y hablan sobre el concurso «Púa de Oro»

«Hemos tenido vencedores de todo el país e incluso uno del Reino Unido», subraya. «Nos encanta ver el talento que hay fuera de Nashville. Yo tengo la gran suerte de poder conocer a todos esos ganadores cuando vienen a actuar, y siempre remarcan lo mucho que este concurso significa para ellos. De hecho, no son pocos los que afirman que les da una razón para componer día a día. Hay un montón de participantes que no son compositores profesionales ni artistas a jornada completa. Tienen una vida cotidiana como la de cualquiera y eso puede ponérselo difícil para explotar la creatividad, pero el concurso les aporta una motivación para continuar escribiendo canciones todos los meses».

Kat & Alex

Kat & Alex son un dúo de marido y mujer que colorea su sonido country con unas ricas armonías vocales y un inconfundible toque latino entretejido a veces con letras en inglés y español. Ambos son de Miami, y allí se conocieron. Kat es estadounidense de primera generación con familia cubana, y Alex tiene ascendencia puertorriqueña. Su amor compartido por el country y la música latina es la base de su identidad artística. Y, desde que se mudaron a Nashville para impulsar su carrera, se han centrado en la composición y grabación de canciones originales teñidas de una mezcla de sus diversas influencias.

Se dio la feliz coincidencia de que Taylor ya había organizado con ellos la filmación de un vídeo para nuestra serie Soundcheck la misma semana en que nuestro equipo visitó el Bluebird. Por lo tanto, Tim Godwin tuvo la ocasión de asistir a su debut en el local y encontrarse con ellos el día después. Los dos artistas todavía vibraban con la emoción de ese momento inolvidable.

«Nunca había llorado tanto en una ronda de cantautores», dice Kat.

«La gente te rodea tan de cerca…», añade Alex. «Se trata de un momento muy íntimo en el que realmente estás abriendo la puerta para que la gente entre en tu carrera y en tu vida, y compartir algo así es único. Es un lugar sagrado que yo me atrevo a comparar con el Grand Ole Opry».

En su actuación, tocaron varias canciones nuevas por primera vez ante un público.

Kat & Alex interpretan su tema «I Want It All»

«Canté una que escribí para Kat y se la dediqué», dice Alex. «Ella también interpretó un tema nuestro que dedicamos a sus padres, y nos arrancamos con otro titulado “Cowboys Need Sunsets”, que todavía no hemos grabado. Fue una noche muy especial en la que expusimos cosas muy personales que aún no habíamos publicado, ni siquiera en las redes sociales».

«Vi a personas que lloraban conmigo», se emociona Kat. «Alguien me pasó una servilleta. Me dije: “vale, ellos también lo sienten, lo están entendiendo”. Y, si eso pasó, es que hicimos bien nuestro trabajo».

Los compositores del futuro

Aunque el Bluebird ya es desde hace tiempo un lugar de peregrinación venerado por la comunidad musical de Nashville, la visión a largo plazo de Amy Kurland también abarcaba la continuidad de su espíritu cuando dejase se retirase. Así que, cuando se retiró en el 2008, vendió el Bluebird a la Nashville Songwriters Association International (NSAI), la organización de compositores sin ánimo de lucro más grande del mundo. La misión de la NSAI es «educar, promover y homenajear a los compositores, y actuar como fuerza unificadora dentro de la comunidad musical y de la sociedad en general». Y, para Kurland, estos principios hacían de la NSAI el custodio ideal de los valores del Bluebird.

La fundadora también tenía en mente a la persona perfecta para tomar las riendas: Erika. Ya desligada oficialmente del Bluebird, llevaba tres años trabajando en la NSAI en el cargo de directora de desarrollo, y tras la llamada de Amy volvió al redil como gerente y directora de operaciones del local.

El Bluebird salta al estrellato televisivo

En el 2011, Erika recibió una propuesta relacionada con el proyecto de una serie de televisión ambientada en Nashville y basada en las historias de varias estrellas del country ficticias. El equipo creativo quería que las localizaciones en Nashville fueran lo más auténticas posible, así que sugirió rodar en el Bluebird varias escenas del episodio piloto. Erika estuvo de acuerdo, y la serie Nashville acabó en manos de la cadena ABC. Se mantuvo durante seis temporadas desde el 2012 hasta el 2018, primero en la ABC y luego en la CMT.

Como escenario recurrente a lo largo de la serie, la productora (Lionsgate) construyó una réplica exacta del interior y el exterior del Bluebird en sus estudios. El decorado se diseñó con absoluta minuciosidad para maximizar el realismo, y los escenógrafos llegaron hasta el punto de llevarse prestadas todas las fotos de artistas de las paredes del Bluebird, escanearlas y colgarlas en el set de rodaje exactamente en las mismas posiciones.

Nashville no solo convirtió al Bluebird en una marca reconocida a nivel mundial y una visita obligada para los seguidores de la serie, sino que también generó un aumento de la afluencia turística tan abrumador que el pequeño local las pasó moradas para seguir el ritmo.

«Lo más interesante fue la respuesta de la gente a la fama del Bluebird Café», opina Erika. «No sabían que aquí había música, que programábamos dos sesiones por noche. Les daba igual. Lo único que querían era hacerse una foto o, como mínimo, sentir que su cuerpo físico estaba en este lugar. Si ves el documental, te darás cuenta de lo alucinante que fue todo aquello».

Como efecto positivo, Erika destaca que esa notoriedad supuso una plataforma más visible para mostrar por qué los autores son tan importantes en Nashville.

«Los compositores son nuestra mayor riqueza, y a nosotros nos toca asegurarnos de que la gente se dé cuenta de ello», sostiene. «Así que todo esto nos dio una oportunidad para proclamar que somos una sala de música, que promocionamos la creación original y que estamos con los autores de canciones, y esa parte funcionó muy bien. Pero, con todo, aún tenemos solo 86 localidades».

El éxito de la serie también alimentó el interés por producir un documental sobre el Bluebird y su larga historia, algo que Erika ya llevaba un tiempo persiguiendo. Habló con los cineastas Brian Losciavo y Jeff Molano, que habían trabajado en Nashville y se subieron al barco de este nuevo proyecto.

Y a Erika le encantó el resultado, Bluebird.

«No podía haber quedado mejor», declara. «La filmación de las actuaciones daba risa: el equipo de cámara se metía por debajo de las mesas, pasaba por detrás de los postes y reptaba entre los pies de los asistentes para poder capturar lo que se siente en este espacio, el nivel de cercanía que se crea y la intimidad que se genera entre un oyente, un compositor y una canción».

El Bluebird cumplió 40 años en 2022, pero Erika no pierde el entusiasmo por continuar preservando la esencia y el legado del club en su localización actual, incluso en una época en la que nada parece detener el crecimiento económico y residencial de Nashville y sus suburbios.

«Están construyendo un edificio de 22 plantas aquí al lado, así que esta zona va a volverse supercomercial», vaticina. «En este contexto, al pasear la mirada por nuestra sala podrías decir: “hum, la alfombra está vieja, y esos manteles…”. Pero está cargada de energía, y creo que tiene un poder inspirador que estimula a los músicos a dar lo mejor de sí. También nos identificamos mucho con los artistas con los que trabajamos y con la forma en que nos representamos los unos a los otros. Eso es muy, muy importante para mí, porque somos como un susurro, no un vozarrón, y tampoco tenemos por qué serlo. La cuestión es mantener el foco muy definido en lo que somos y lo que hacemos, y creo que Taylor ha asumido ese mismo compromiso».

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Por Taylor Gamble

¡Aquí estamos con una nueva lección de guitarra de Wood&Steel! Esta vez, estamos encantados de contar con la presencia de la guitarrista profesional y maestra Taylor Gamble. Taylor ha grabado y tocado en directo con artistas como Ari Lennox, Stevie Wonder, Tye Tribbett, JJ Hairston, Anthony Brown o Bela Dona, y ha centrado su extensa carrera como instrumentista de estudio en el gospel, el R&B, el rock y la guitarra clásica y acústica. Puedes seguirla en su cuenta de Instagram, @taylrtheg, y profundizar en sus clases de guitarra en su curso en Skillshare.

Nivel principiante: introducción al sistema CAGED

Para empezar, Taylor presenta el sistema de acordes abiertos CAGED, que conforma una base simple sobre la cual puedes construir melodías y progresiones armónicas.

Nivel intermedio: saca más jugo a los acordes

A continuación, Taylor ilustra cómo el sistema CAGED puede llevarte a nuevos territorios sonoros a partir de pequeños cambios en las digitaciones de los acordes, como el paso de tonalidades mayores de aire optimista a armonías menores con un carácter más sombrío, por ejemplo.

Nivel avanzado: cómo moverte por el sistema CAGED

Por último, Taylor te enseña a jugar con las posiciones y dibujos de acordes que has aprendido en las lecciones anteriores y a mover las digitaciones hacia arriba en el mástil para moldear armonías y progresiones en diversos tonos y rangos de frecuencia.

¡Esperamos que hayas disfrutado de esta edición de las clases de guitarra de Wood&Steel! No te pierdas nuestro próximo número para seguir desarrollando tus habilidades con nuevos vídeos.

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Raíces nativas

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El guitarrista Stevie Salas, RUMBLE y los músicos nativos americanos que contribuyeron al nacimiento del rock ‘n’ roll.

Imagínate la siguiente escena. A la izquierda, un LP gira en un tocadiscos. A la derecha, una mujer llamada Pura Fé escucha la música ataviada con prendas de ropa y pendientes que señalan de forma sutil pero inconfundible el legado tuscarora y taíno que la distingue como nativa americana. El tema que suena tiene un aire crudo y lo-fi. Es una grabación clásica de blues del cantante y guitarrista Charley Patton. Al reconocerla, Fé ríe y el rostro se le ilumina. Sigue el ritmo de la música y se pone a cantar. Esa chispa desencadena una conexión musical que, aunque se remonta a más de un siglo, es indestructible.

«Me transporta al lugar de donde vengo», dice. «Puedo identificar todas esas canciones tradicionales de los nativos americanos. Esto es música india canalizada por una guitarra».

Esta secuencia de unos dos minutos recupera generaciones de sonido que se transmiten a través de culturas y linajes: folk de los indígenas norteamericanos, blues de raíces afroamericanas y un ritmo de rock ‘n’ roll clásico. Y la música revela un vínculo tan inequívoco que incluso un oyente no iniciado lo captaría.

Esa es la fuerza del documental musical de 2017 RUMBLE: The Indians Who Rocked the World («RETUMBO: Los indios que sacudieron al mundo»), con producción ejecutiva de Stevie Salas. Esta película, cuyo título alude a aquel clásico instrumental de Link Wray (de ascendencia shawnee) marcado por un incandescente motivo de tres acordes, es una rara avis con un aura de poder restaurador. El documental reconstruye los hilos culturales que, en su momento, fueron activamente desmantelados por los poderes fácticos y los devuelve a los oídos del oyente moderno. RUMBLE ha recibido varios premios en festivales de cine independiente y es de visión obligada para todos los aficionados al rock clásico, el blues o la música tradicional de cualquier tipo.

Stevie Salas: manos alucinantes

Desde el principio, queda claro que RUMBLE está imbuida de un amor y una autenticidad que la elevan del nivel de producción estándar de la televisión pública al estatus de obra de arte sincera e inspirada. Y, teniendo en cuenta que el timón lo maneja Stevie Salas como productor ejecutivo, no es sorprendente que la película cumpla su promesa de ponerle rock ‘n’ roll a tu vida.

Salas, nacido en 1964 en Oceanside (una localidad de California que, casualmente, queda cerca de la sede de Taylor en San Diego), es el tipo de músico que en un mundo más justo sería un artista archiconocido más allá de su prestigio en los círculos especializados. Aunque no tocó su primera guitarra hasta los quince años, no perdió el tiempo y enseguida se lanzó a perseguir sus sueños rocanroleros. En 1986 empezó a trabajar como guitarrista de estudio y directo acompañando a las leyendas del funk George Clinton y Bootsy Collins. Salas creció escuchando a clásicos como Led Zeppelin, Cream, Jimi Hendrix o James Brown, pero fue su padrastro (también músico de rock) quien le despertó un auténtico interés por el mundo de la música. No tardó en hacerse un nombre entre lo más granado del circuito y, en 1988, entró en la banda de directo de Rod Stewart.

Pero, a pesar de su extensísimo currículum como músico de banda (desde Mick Jagger, Ronnie Wood, Bernard Fowler y Steven Tyler hasta el rapero TI o los iconos pop Justin Timberlake y Adam Lambert), muchos le recuerdan por su momentazo musical en la película de culto Las alucinantes aventuras de Bill y Ted. Esta obra magna del humor surrealista, protagonizada por Alex Winter y un joven Keanu Reeves, relata las tribulaciones de dos adolescentes más bien espesos cuyas aspiraciones a rock star se ven constantemente truncadas por obstáculos tan mundanos como las exigencias del instituto o su total incapacidad para tocar instrumentos. Tras recibir poderes para viajar en el tiempo de la mano de Rufus, un misterioso humano del futuro interpretado por George Carlin, los chavales van saltando de una época a otra en busca de personajes que puedan ayudarles a hacer un trabajo de historia épico para salvar el curso escolar y mantener viva la llama de sus pretensiones rockeras.

Tras muchas payasadas, Bill y Ted concluyen su periplo con una presentación musical improvisada y liderada por Rufus, que para rematar la película interpreta un solo de guitarra tan intenso como disparatado. Con el objetivo de darle algo de verdad a la escena, los productores contrataron a Salas como guitarrista, así que las manos que ves en pantalla son las suyas. Y, para lograr el sonido vertiginoso pero chapucero del solo, Salas grabó el audio tocando con la guitarra al revés, es decir, como si fuera zurdo.

Bill y Ted supuso un momento muy afortunado para un músico ya respetado, y abrió la puerta a una dilatada carrera que ha llevado a Salas a tocar por todo el mundo con una larguísima lista de grandes del rock y el funk. Su aventura en solitario arrancó con un proyecto llamado Colorcode, que en 1990 se estrenó oficialmente con un álbum homónimo producido por Bill Laswell. Tras la gira de presentación, en la que actuó como telonero de Joe Satriani, el disco registró buenas ventas internacionales y fue seguido por seis lanzamientos de estudio y dos en directo.

«Nunca utilicé mi origen como una parte de la imagen que vendía de mí mismo. El elemento nativo se limitaba a quién era yo en el plano personal».

Stevie Salas

Aparte de Colorcode, Salas también ha grabado música con su propio nombre y bajo la fuerte influencia de sus raíces indígenas. Aunque su ascendencia es apache, Salas reconoce que, durante gran parte de su carrera, el legado nativo americano penetró en su trabajo sobre todo a través de músicos no indígenas como Jimmy Page y Jeff Beck, quienes a su vez se inspiraron en los sonidos nativos que permearon el blues típicamente asociado a las comunidades afroamericanas radicadas en el sur de Estados Unidos antes de la Guerra Civil y en la época de la Reconstrucción.

«Nunca utilicé mi origen como una parte de la imagen que vendía de mí mismo», explica Salas. «Quería ser reconocido como uno de los grandes, y trabajar con los grandes, solo por lo que podía ofrecer como músico. El elemento nativo se limitaba a quién era yo en el plano personal».

Un retumbar en la distancia: el nacimiento de RUMBLE

El acercamiento de Salas al legado indígena fue impulsado por su colaboración con Brian Wright-McLeod, periodista musical y locutor de radio de ascendencia dakota-anishinaabe y establecido en Toronto. Gracias a Wright-McLeod descubrió a Jesse Ed Davis, un guitarrista conocido por haber tocado con Taj Mahal, Eric Clapton y John Lennon, entre otros. Por entonces, Salas decidió promover proyectos culturales que vincularan a los músicos nativos americanos con las corrientes mayoritarias de la música popular. Antes de empezar a trabajar en RUMBLE, Salas se alió con Tim Johnson (mohawk), director asociado del Instituto Smithsoniano de Washington D. C., para programar una exposición titulada Up Where We Belong: Natives in Popular Culture («El lugar al que pertenecemos: los nativos americanos en la cultura popular»).

«Como nativo americano, tenía que devolverle cosas a mi gente, dejar algo más que los saltos de un mono con una guitarra en un escenario», expresa Salas. «Sentía la necesidad de hacer algo más importante».

RUMBLE se estrenó en el Festival de Cine de Sundance en el 2017, cinco años después de que Salas propusiera la idea. La crítica la recibió con grandes elogios y ganó el premio especial del jurado a la excelencia narrativa en documentales del mundo. También se llevó galardones en otros festivales de cine independiente, entre ellos, el de mejor documental musical en el Festival Internacional de Cine de Boulder y tres premios Canadian Screen en el 2018.

Un ecosistema que conecta la música y la historia

Desde el punto de vista formal, RUMBLE sigue un canon habitual en los documentales musicales: las entrevistas se intercalan con imágenes históricas de principios del siglo XX y fragmentos de actuaciones tanto clásicas como modernas en un lenguaje audiovisual muy reconocible para el espectador medio. El punto verdaderamente diferencial de la película es la manera en que saca a la luz conexiones insospechadas entre sonidos que la gran mayoría, sea cual sea nuestro nivel de conocimiento de la historia de la música, pensaríamos que son totalmente independientes. Igual que un biólogo investiga los lazos invisibles entre especies en la larga cadena evolutiva, RUMBLE sigue el rastro de varios rasgos característicos de distintos estilos musicales. Para ello, retrocede en el tiempo desde los artistas que convencionalmente asumimos como los creadores de esos géneros hasta las influencias ocultas de las comunidades indígenas norteamericanas. Y, por el camino, la película consigue sorprender y emocionar a un espectador que quizá pensaba que ya conocía esas historias.

La muestra más poderosa de esas conexiones se remonta a más de cien años en la historia de los pueblos indígenas, las comunidades afroamericanas y los Estados Unidos como nación. Todos conocemos a Robert Johnson, el guitarrista cuya forma de tocar se considera fundacional en el nacimiento del blues y, por extensión, del rock ‘n’ roll en todas sus variedades. Sin embargo, la cosa es más complicada. Y, aunque la influencia de Johnson es un hecho, RUMBLE dirige la mirada hacia otro iniciador del sonido del blues.

Citando una conversación con su amigo, vecino y también guitarrista Charlie Sexton, Stevie Salas resume la verdadera historia tras el mito.

«Todo el mundo tiene en la cabeza a Robert Johnson porque su narrativa es irresistible», argumenta refiriéndose a la leyenda del cruce de caminos en el que Johnson vendió su alma al diablo a cambio de su talento musical. «Pero cualquiera que entienda de verdad sabe que, en realidad, la figura clave fue Charley Patton».

Patton nació probablemente en 1891 y creció en el centro y noroeste de Misisipi, cerca del territorio habitado por los indios choctaw. Y se cree que, aparte de su herencia afroamericana, podría tener ascendencia choctaw. De hecho, esa combinación era bastante común a finales del siglo XIX y principios del XX, lo cual tenía mucho que ver con la política racial de la época. Tal como se subraya en RUMBLE, las comunidades negras e indígenas interactuaban habitualmente como resultado de la huida de esclavos que buscaban refugio en las poblaciones tribales, entre otras causas. Las aldeas y comunidades nativas no solo acogieron a muchos esclavos fugitivos, sino que se convirtieron en parte integral del famoso Ferrocarril Subterráneo.

Charley Patton vivió inmerso en estas comunidades integradas por negros y nativos norteamericanos y se empapó de los estilos musicales de ambas culturas.

Después de la Guerra Civil y del fin de la esclavitud en los Estados Unidos, las relaciones entre negros y nativos se hicieron más intrincadas. En particular, las tribus cherokee, choctaw, chickasaw, seminola y creek tenían porcentajes significativos de personas de origen negro. Sin embargo, las instituciones de la Reconstrucción en el sur de Estados Unidos veían esta mezcla como una amenaza, y la discriminación racial continuó. En muchos casos, el gobierno de la época suprimió el complejo legado de los afroamericanos descendientes de esclavos liberados e indígenas norteamericanos, y los mestizos fueron categorizados como negros y no como nativos para negarles sus derechos a la propiedad de tierras. Los legisladores también utilizaron la confluencia racial como herramienta para eliminar las exenciones de impuestos para las comunidades nativas norteamericanas.

Dejando a un lado la política, Patton vivió inmerso en estas comunidades mixtas y se empapó de los estilos musicales de ambos pueblos. Era famoso por su llamativa puesta en escena, que incluía extravagancias como tocar la guitarra por detrás de la cabeza (un número que Jimi Hendrix adoptaría en el futuro). La influencia de Patton en la música rock es innegable: la leyenda del blues Howlin’ Wolf le identificó como un referente capital, y el propio Howlin’ Wolf inspiró a músicos europeos tan populares como los Rolling Stones.

Para Stevie Salas, este legado ha permanecido al margen de los focos.

«Cuando empiezas a buscar, te das cuenta de que toda la información estaba ahí», revela. «Pero no habíamos sido capaces de verla».

Las lecciones de historia de RUMBLE son de amplio alcance, ya que retratan la propagación de conceptos musicales a lo largo y ancho de todo un continente.

«La música nos sirvió para contar la historia del desarrollo de Norteamérica», sostiene Salas.

Vínculos personales en el tejido del rock

Los directores de la película (Catherine Bainbridge y Alfonso Maiorana) y los expertos que intervienen en ella conducen con maestría la trama del relato. RUMBLE refleja el legado y el potencial inspirador de la cultura nativa americana desde Link Wray hasta Jimi Hendrix pasando por Johnny Cash (que libró una larga batalla con su discográfica para publicar una colección de canciones herederas de ese patrimonio), y resitúa sonidos muy familiares para los seguidores del blues y el rock clásicos llevándolos a un punto de colisión de ideas del que nacieron esos pilares musicales. El documental también explora la carrera y la influencia de artistas menos conocidos como Jesse Ed Davis, que en la canción «Doctor, My Eyes», de Jackson Browne, se marcó un solo bluesero que le llevó a estar muy solicitado como músico de directo, o Redbone, cuyo éxito de 1974, «Come and Get Your Love», llegó a una nueva generación de oyentes 40 años después de su lanzamiento gracias a su aparición en la banda sonora de la película de Marvel Guardianes de la Galaxia, estrenada en el 2014. Y, claro, ahí está Randy Castillo, el hombre que prestó sus flameantes baquetas a Ozzy Osbourne y Mötley Crüe.

La historia de Castillo tiene todos los elementos del folclore del rock ‘n’ roll: una estética musical única que le distinguió de otros baterías de la época, una personalidad arrolladora y un final trágico. Hacia la parte final de RUMBLE, el propio Stevie Salas habla sobre Randy junto con el poeta y activista nativo americano John Trudell (santee-dakota). Salas cuenta que fue Castillo quien le acercó a su herencia indígena en los años 80, mientras vivía a tope la vida de una estrella del rock.

«Viajo en jet privado», rememora Salas. «Gano dinero a espuertas y estoy rodeado de mujeres. Pero rápidamente pierdo la perspectiva y ya no sé quién soy. Randy Castillo se aproximó a mí sabiendo que yo era nativo americano. Nos conocimos cuando yo acababa la gira con Rod Stewart; en aquel momento, me estaba hundiendo cada vez más en el alcohol y la fiesta… y él se dio cuenta de que se me estaba yendo la cabeza. Me dijo: “te voy a llevar a Nuevo México”».

Salas comenta que, durante gran parte de su carrera, no pensó en su origen indígena como una característica definitoria de su identidad como músico, ni en su propia imagen en el entorno de la música. Pero la relación con Castillo le ayudó a conectar con sus raíces.

«Randy va y me dice: “tengo que llevarte a tierra india”. Y la verdad es que yo nunca había oído esa expresión, “tierra india”».

Una idea que recorre RUMBLE de principio a fin es que existe una musicalidad especial compartida entre personas de ascendencia nativa; una forma diferente de relacionarse con el sonido que les ha permitido labrarse un lugar en la cultura dominante y filtrar su influencia por todo el árbol genealógico del rock.

«Mi sentido del ritmo nativo americano está en mi ADN», afirma Salas. «Es la forma en que sentimos los tiempos fuertes».

Esa sensación también está presente en las palabras de los invitados que los productores de RUMBLE eligieron para la película, desde personalidades de la industria musical como Quincy Jones, Steven Van Zandt, George Clinton o Taj Mahal hasta gurús culturales como Martin Scorsese y John Trudell.

En sus recuerdos de la época de Castillo con Ozzy Osbourne, el bajista Robert Trujillo cuenta que Ozzy buscaba artistas con ese aire característicamente «indígena» en su manera de entender la música.

«Ozzy siempre decía que le encantaba trabajar con indígenas e hispanos. Sentía una conexión especial con ellos», dice Trujillo. «Le parecía que tenían mejor ritmo. Siempre consideró a Randy como un portador de esa energía indígena y del ritmo que tanto le gustaba».

Ante todo, Salas quería hacer una película que ilustrara los nexos entre los músicos nativos americanos y la comprensión universal del rock como género. Por otro lado, no quería que RUMBLE fuera una «película racial», sino una historia de héroes: aquellos que llevaban esos sonidos en sus genes y los entregaron generosamente a través de generaciones musicales.

En una reciente entrevista de Taylor Primetime presentada por el equipo de contenidos de Taylor, Salas expuso su visión personal de la película.

«RUMBLE va sobre gente que cambió el mundo», sentencia. «Habla de todo lo que las personas que nos enseñaron lo que era el rock ‘n’ roll aprendieron de los nativos americanos. Si yo te digo que Jesse Ed Davis fue uno de los mejores guitarristas de los 70, podrías contestar: “bueno, vale, no estaba mal”. Pero si el que te lo dice es Eric Clapton, pensarás: “pues igual sí que era mejor de lo que yo creía”».

Aunque RUMBLE también pone sobre la mesa las sombras de la barbarie histórica y las calamidades a las que tuvieron que enfrentarse los antepasados de Salas, es incuestionable que está a la altura de los mejores documentales sobre el mundo del rock. Trenzando los variopintos hilos de la historia y la cultura en una secuencia temporal tan densa como conmovedora, RUMBLE rescata del olvido esas líneas de influencia que hasta ahora solo conocían los musicólogos y los artistas que trabajaron de primera mano con aquellos ases del rock de origen nativo americano. En definitiva, RUMBLE es mucho más que un documental para iniciados, y ningún músico o aficionado que quiera entender cómo el rock llegó a ser lo que es debería perdérselo.

Taboo, miembro de la banda de pop Black Eyed Peas y perteneciente a la comunidad shoshone, resume el mensaje hacia el final de la película.

«Cuando estás rodeado de personas increíbles que vienen de las naciones indígenas y se sienten orgullosas de su legado, es imposible que eso no te inspire, seas quien seas».

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Guardianes de los árboles

Bajar

¿Alguna vez te has preguntado cómo se gestiona la población de árboles de una ciudad? En West Coast Arborists nos lo cuentan todo.

Nos encontramos en el despacho de Mike Palat, de West Coast Arborists. Mike enseña a un equipo de Taylor los entresijos de la plataforma informática propia que WCA utiliza para operar su negocio. Todos tenemos los ojos puestos en una pantalla instalada en la pared mientras Mike navega por el software de gestión de árboles ArborAccess de WCA, una robusta base de datos que vincula inventarios de árboles muy detallados con el historial de las labores que han llevado a cabo en las ciudades en las que trabajan (unos 400 municipios de California y parte de Arizona). Este sistema documenta la progresión vital de más de 6 millones de árboles, e integra mapeado GPS para hacer un seguimiento de las localizaciones y las tareas de los técnicos arboristas en tiempo real.

Palat, vicepresidente de WCA que lleva 20 años en la empresa, es un arborista de primer nivel con certificación profesional y especialización en servicios públicos y municipales, y se encarga de supervisar las operaciones de WCA en la región suroeste de California, incluido el condado de San Diego. Es una «Arboripedia» ambulante, y está encantado de ilustrarnos a los no iniciados en arboricultura sobre algunas de las muchas consideraciones que intervienen en la planificación y gestión de los bosques urbanos.

Su exposición abarca desde las funciones básicas de un contratista de mantenimiento de árboles en un municipio hasta las razones por las que la experiencia acumulada de WCA ha sido crucial para la iniciativa colaborativa de madera urbana que ha forjado junto con Taylor.

Nuestra delegación incluye a Scott Paul, el experto de la casa en sostenibilidad. Scott conoce bien a Mike y habla con él asiduamente; de hecho, Palat no solo es el contacto principal de Scott en WCA, sino que ambos forman parte de la junta directiva de Tree San Diego, una organización sin ánimo de lucro dedicada a mejorar la calidad de los bosques urbanos de la zona de San Diego. A lo largo de la sesión informativa, Scott le acribilla a preguntas para ir guiando la conversación.

Cómo gestionan las ciudades sus poblaciones de árboles

West Coast Arborists, en cifras

Más de 1100 empleados
Más de 12 localizaciones en California y Arizona
Más de 675 000 árboles podados al año
Más de 46 000 árboles retirados al año
Más de 18 500 árboles plantados al año
Más de 300 000 árboles inventariados al año

Para empezar, Palat repasa las estrategias de los municipios para crear y mantener sus inventarios de árboles urbanos. Según dice, dentro de una misma ciudad pueden existir varias agencias que gestionan diferentes clasificaciones de los árboles que componen la población urbana. En San Diego, por ejemplo, el departamento de calles de la ciudad supervisa el mantenimiento de los árboles callejeros, y el de parques y áreas recreativas se ocupa de los árboles de los parques públicos. En cambio, los que quedan cerca de las líneas eléctricas pueden ser responsabilidad de la sección de gas y electricidad de San Diego. Juntos, todos estos árboles forman el dosel verde de la ciudad y los suburbios. Y, aunque para muchos de nosotros son invisibles a simple vista porque se funden con las calles y los edificios en un paisaje unitario, la realidad es que estos árboles se plantan, documentan y mantienen de manera totalmente planificada.

«Hay un montón de programas de administración de activos urbanos dirigidos a los baches, al alumbrado público, las cajas de válvulas de riego y también los árboles», aclara Palat. «En este sentido, nuestro software es una solución de referencia pensada específicamente para las ciudades, que disponen de sus sistemas y departamentos de información geográfica. A los municipios que tienen contrato con WCA no les cuesta ningún dinero mantener su inventario en esta plataforma dedicada a la gestión de su población de árboles».

En virtud de este tipo de contrato con WCA, la ciudad puede recibir una serie de servicios de gestión y mantenimiento en función de sus propios recursos departamentales.

«En parte, nuestro trabajo es salir a la calle y registrar el inventario de árboles de un municipio», explica Palat. «Las ciudades son propietarias de esa información y pueden almacenarla de diversas formas. Nuestro software ArborAccess se basa en una plataforma web que incluye una aplicación móvil. Así que, en esencia, el servicio por el que cobramos es la recopilación de datos, para la cual enviamos a nuestros arboristas. A partir de ahí, si una institución tiene contrato con WCA, ya no le cobramos nada por el permiso para utilizar el programa».

Si una ciudad firma un contrato de mantenimiento con WCA, ArborAccess permite documentar todo el historial de trabajo. Durante su intervención, Palat abre un mapa de San Diego con integración de GPS que muestra todas las localizaciones en las que actualmente hay equipos de WCA en operación.

«Se pueden ver todos los puntos», señala. «Se trata de datos GPS de nuestros equipos y vehículos en tiempo real: dónde están trabajando, dónde han aparcado, a qué hora han llegado allí, a qué velocidad van… Todo eso queda reflejado en el software».

Independientemente de que sea un municipio o WCA quien administre la documentación del inventario de árboles de la ciudad, en la base de datos se crea y se almacena una lista que incluye recomendaciones de mantenimiento para cada árbol individual.

«Si nuestros equipos están podando árboles y ven algo de lo que haya que informar, actualizan los datos para comunicar a la ciudad que se ha producido una variación en esos árboles», continúa Palat. «Estamos hablando de seres biológicos que van cambiando constantemente, y esta es una buena forma de alertar a un municipio sobre los árboles potencialmente peligrosos».

WCA ejecuta la documentación del estado de los árboles y proporciona esa información a la ciudad, pero en última instancia es el municipio quien tiene que emitir las instrucciones pertinentes. Y, cuando se hace necesario retirar árboles debido a su edad, grado de deterioro, riesgos de seguridad, etcétera, la decisión corresponde enteramente a la ciudad. Scott subraya este aspecto para dejar claro que ni WCA ni Taylor se dedican a buscar árboles que talar.

«No, para nada», corrobora Palat. «Nosotros podemos recomendarles determinadas acciones de acuerdo con nuestras observaciones, pero son ellos quienes deciden qué árboles van para abajo».

En este punto, la charla discurre hacia las dos especies de madera urbana que Taylor obtiene actualmente de WCA, el fresno de Shamel y ahora también la corteza de hierro roja. Para demostrar la utilidad de su sistema, Palat realiza una búsqueda del inventario de estos dos tipos de árboles en la ciudad de El Cajón, sede de Taylor (cliente de WCA).

«En El Cajón hay 54 fresnos de Shamel. Y, si quiero saber dónde están, solo tengo que mapearlos. Si activo las imágenes aéreas y hago clic en un árbol, el programa me dice qué es, muestra sus detalles, indica la última vez que fue podado… También puedo ver recomendaciones de poda de rutina y problemas de mantenimiento; en este caso, no hay ninguno. Sin embargo, por encima del árbol pasa un cable de electricidad y eso es algo de lo que deberíamos informar, porque no es bueno que un fresno de Shamel esté ahí debajo».

Cada árbol en su sitio y un sitio para cada árbol

Este último comentario nos lleva a una expresión que se ha convertido en un mantra para los arboristas de todo el mundo: «cada árbol en su sitio y un sitio para cada árbol». En otras palabras: desde la perspectiva de la planificación, es importante plantar especies de árboles cuyas propiedades sean compatibles con su localización específica y que sirvan para su propósito previsto (dar sombra, mitigar la contaminación acústica, actuar como cortavientos o cualquier otro cometido) sin llegar a ser una posible fuente de problemas. Por ejemplo, algunos árboles no deben estar demasiado cerca de una acera o una calle, ya que las raíces de ciertas especies pueden levantar el pavimento o dañar el sistema de alcantarillado. Otros incluso podrían crecer hasta interferir con las líneas eléctricas. Muchas veces, todo esto requiere un ejercicio de geometría en el que hay que proyectar cómo será el árbol en su madurez y de qué manera llenará el espacio en el que se plantará.

En último término, los árboles «incorrectos» plantados en el lugar equivocado «acaban convirtiéndose en candidatos para la retirada», sentencia Palat. «De hecho, el departamento de gas y electricidad de San Diego tiene todo un programa completo dedicado a la eliminación de esos árboles problemáticos. La ciudad está gastando grandes sumas de dinero para despejar la vegetación de las zonas de líneas eléctricas, y muchas veces acude a una agencia y les dice: “os daremos árboles gratis si nos permitís retirar estos otros”».

Actualmente, los municipios buscan plantar más árboles para reforzar su dosel urbano, así que están mapeando y designando localizaciones vacantes adecuadas para la plantación. Cuando Palat amplía el mapa, aparecen una serie de puntos grises que representan esos lugares.

«En el análisis de posibles plantaciones hay que tener en cuenta cosas como la medida del ancho de una avenida o la presencia de líneas eléctricas por encima de los árboles», apunta. «Todo eso también influye en la toma de decisiones».

La vida media de un árbol urbano es de ocho años.

Palat añade que, según la localización, una de las complicaciones de cultivar un árbol es establecer quién lo regará: «ahora mismo, esa es la gran batalla en el sur de California. Aunque las ciudades estén dispuestas a regalar árboles, nadie quiere hacerse cargo de ellos. Existe el riego por contrato, pero cuesta dinero. O puede ser que un arrendatario diga: “vale, yo me ocupo”, pero luego se va a vivir a otro sitio y la nueva persona que llega no quiere saber nada del asunto. Esta es una de las principales razones por las que la vida media de un árbol urbano es de ocho años».

Palat también cree que se ha extendido una idea muy errónea sobre lo que cuesta regar un árbol.

«Hay gente que cree que estabilizar un árbol joven vale miles de dólares al año», lamenta. «La realidad es que cuesta unos 10 dólares anuales. Los litros de agua que se necesitan se pueden utilizar de forma sostenible para maximizar los recursos».

Afianzar un árbol joven cuesta unos 10 dólares anuales.

Lógicamente, las ciudades tienen que contemplar el impacto a largo plazo de los entornos en los que los árboles viven y crecen a la hora de tomar decisiones de plantación. Y un factor de pronóstico cada vez más importante es el hecho de que los efectos del cambio climático están obligando a las ciudades a repensar la viabilidad de sus poblaciones de árboles de cara a las próximas décadas.

Ante este panorama, WCA ha colaborado con otros reconocidos arboristas de California para compartir información y crear una base de datos de alcance estatal aún más detallada con perfiles de árboles y recomendaciones de plantación. Uno de los participantes en este proyecto es Matt Ritter, profesor del departamento de biología de Cal Poly-San Luis Obispo (la Universidad Politécnica Estatal de California). Matt es escritor y experto en horticultura, y está considerado como una de las principales autoridades mundiales en el estudio del eucalipto. Su base de datos en Internet, llamada SelecTree (https://selectree.calpoly.edu/), es una fantástica fuente de información para la selección de especies apropiadas en California.

«El programa que llevamos a cabo con Matt aportó árboles de los que nadie había oído hablar. La idea es impulsar algunas especies que deberíamos adoptar para obtener buenos resultados en el futuro», defiende Palat.

Para presentar otras funciones de su software y ofrecernos una vista general de un inventario, Palat procede a extraer datos de los árboles de El Cajón. Las estadísticas clasifican las 10 especies más plantadas por porcentajes respecto a la población total de árboles. El mirto crespón está en primer lugar con un 12,7 %, seguido de la palmera pindó con un 12,2 %. Estos datos ayudan a orientar una diversificación saludable de las especies plantadas.

«No es buena idea que una especie acapare más del 10 % de una población de árboles, especialmente aquí en California», advierte Palat. «La diversidad de especies es importante. El tema es que a California llegan nuevas plagas cada 40 días, y una población de árboles con una especie demasiado dominante pasa a ser vulnerable».

La diversidad de edades es otra consideración estadística relevante para evaluar la salud de la población de árboles de una ciudad. Palat hace esta observación mientras se fija en los tamaños de los árboles de El Cajón para calcular una aproximación de su edad.

«Solo hay un 0,55 % de árboles de más de 78 cm de diámetro, y sería bueno promover una mejor distribución de las edades», admite. «Normalmente, cuando los árboles alcanzan ese tamaño, empiezan a estar en el punto de mira para la retirada. A medida que maduran, los árboles experimentan problemas como enfermedades, plagas o descomposición, y también pueden acabar siendo una especie inapropiada para el lugar de plantación».

Una de las causas por las que California se ha convertido en un importante núcleo de diversidad de árboles es su clima mediterráneo (junto con los microclimas que existen desde las zonas costeras hasta los valles del interior y las montañas), que posibilita la adaptación de una gran variedad de especies. Por otro lado, Palat remarca que gran parte de California, especialmente el centro y sur del estado, eran en su momento «lienzos en blanco» con poca población arbórea. Y esa es la razón de que muchas de las especies de la zona no sean nativas. (Para conocer un ejemplo ilustrativo, lee el artículo de Scott Paul en la sección «Sostenibilidad» de este número de Wood&Steel, en el que cuenta la historia del eucalipto en California).

La conversación vuelve a las especies de árboles de ciudad con las que Taylor está trabajando, y Palat aprovecha la ocasión para mostrar la localización de algunos ejemplares de corteza de hierro roja en los alrededores. Nosotros teníamos la idea de hacer algunas fotografías de árboles de corteza de hierro y fresnos de Shamel maduros, así que Palat nos encuentra un par de lugares cercanos: la mediana de una carretera con varios árboles de corteza de hierro grandes y un parque que cuenta con ambas especies.

Without WCA’s data analysis, Taylor wouldn’t be able to commit to using these urban woods on dedicated models.

Scott puntualiza que el software de WCA hizo posible que Taylor se decidiera a utilizar fresno y corteza de hierro en modelos dedicados de nuestra línea.

«La gran pregunta para Taylor, más allá de si la madera tenía las propiedades adecuadas para la construcción de guitarras, era si habría o no suministro a largo plazo y con vistas al futuro», interviene Scott. «La base de datos de WCA nos confirmó que los árboles que nos interesaban están presentes en grandes cantidades en todo el estado, que hoy en día se siguen plantando y que, partiendo de la vida media de estas especies, WCA puede ofrecernos una estimación bastante fiable de los índices de eliminación anuales. Está claro que los números fluctuarán de un año para otro, pero estas conclusiones nos dieron confianza para seguir adelante con nuestros planes. Si no hubiéramos contado con la capacidad de WCA para darnos esa información, en ningún caso habríamos podido comprometernos a usar esas maderas como un material con continuidad en nuestro catálogo».

Desde el inicio de esta asociación de abastecimiento de madera en el 2020, Taylor y WCA no han dejado de invertir en procesos e infraestructuras para mejorar las posibilidades operativas de WCA con la madera procedente de árboles eliminados.

«Ahora, tenemos un mecanismo según el cual, cuando una institución emite una solicitud para retirar un fresno de Shamel, me suena el teléfono y podemos comunicarnos directamente con el equipo encargado de ello», comenta Palat. «Este funcionamiento nos recuerda que debemos ser extremadamente cuidadosos en la retirada, y garantiza que el árbol será transportado a nuestra planta de clasificación en Ontario, California».

En este vídeo, que forma parte de una conversación más larga sobre el abastecimiento de madera urbana, el productor de contenidos de Taylor Jay Parkin charla con nuestro director de sostenibilidad de recursos naturales Scott Paul, el diseñador jefe Andy Powers y el especialista en arboricultura Mike Palat, de West Coast Arborists. Este póker de ases explica qué es un bosque urbano, repasa los factores por los cuales la obtención de madera de ciudad es más cara y complicada de lo que podría parecer, y comenta los motivos que impulsaron a West Coast Arborists a crear la infraestructura necesaria para desarrollar este nuevo modelo de abastecimiento.

Taylor también ha trabajado muy de cerca con WCA para preservar y cortar los troncos de una manera apropiada para la construcción de guitarras.

«Estamos aprendiendo muchísimo de vosotros», enfatiza Palat. «Hemos construido más estructuras de sombra y ya mantenemos la madera húmeda, lo cual no era tan importante para nosotros hasta que empezamos a trabajar con Taylor. Y ahora estamos cortando los troncos con los métodos que nos habéis ayudado a desarrollar».

Si todo va bien, esta infraestructura levantará los cimientos de una economía circular en torno a esta madera, y esperamos que sirva como modelo para la elaboración de otros productos de alta calidad.

Y, con un poco de suerte, tal vez el valor al final del ciclo de vida se convierta en otro aspecto que hay que tener en cuenta junto con todos los demás criterios que contribuirán a determinar qué árboles plantaremos en los entornos urbanos del futuro.

Cata de guitarras con los profesionales

Bajar

Hemos invitado a varios músicos con el oído muy fino a probar nuestras nuevas guitarras de la Serie 500. Y esto es lo que opinan sobre ellas...

El pasado mes de julio, el equipo de relaciones con artistas de Taylor organizó en Republic Studios (una división de Universal Music Group) una serie de sesiones individuales con varios músicos radicados en Los Ángeles para conocer sus primeras impresiones de las nuevas guitarras de corteza de hierro roja.

Queríamos recabar las reacciones espontáneas de cada artista sin condicionarles en modo alguno, así que no les revelamos de antemano ninguna información sobre los modelos, aparte de sus estilos de caja. Todos los participantes eran intérpretes de guitarras Taylor con los que trabajamos actualmente. Por lo tanto, para ser justos, hay que decir que ya sentían cierto cariño por nuestros instrumentos. Les invitamos a tocar la 512ce y la 514ce empezando por el modelo que quisieran, y a continuación les preguntamos qué aspectos, buenos o malos, les habían llamado la atención de estas guitarras.

Estéticamente, a casi todos les encantó el sutil tratamiento edgeburst, especialmente en combinación con el tono ligeramente más oscuro de la tapa de pícea torrefactada, y varios de ellos destacaron los perfiles de falso caparazón de tortuga. Musicalmente, el grupo se dividió de manera bastante equitativa en sus preferencias entre ambos modelos.

Aquí os resumimos algunos de sus comentarios.

Matt Beckley

Guitarrista, compositor, productor, ingeniero de sonido

[Empieza tocando la 512ce.] Es genial. [Pasa a la 514ce.] Esta quiere que le des más fuerte. Vale, ¿de qué va esto? ¿Cómo es que son tan buenas? Suenan articuladas pero equilibradas… Esta tiene una estupenda resonancia y respuesta de graves. No parece una guitarra nueva, y lo digo como algo bueno. La sensación es que no hace falta tocarla mucho para que madure: ya tiene ese carácter tan agradable de la caoba vieja; nuevamente, «vieja» en el buen sentido. 

Yo toco en muchas sesiones de grabación y, a veces, sobre todo con guitarras acústicas, luego tienes que retocar un montón de cosas para que suenen naturales, como si las hubieras ecualizado previamente. Pues bien, a eso me recuerda este sonido: está muy equilibrado desde el primer momento, sin ningún rango de frecuencias rebajado.

Esta guitarra puede ser un todo en uno, porque no solo parece perfecta para grabaciones, sino que también es inspiradora para escribir canciones. Por ejemplo: las guitarras de hombros redondeados clásicas pueden sonar bien en tu sala de estar, pero hay que trabajarlas mucho en el estudio, o no acaban de dar la talla en un escenario… Esta es inspiradora para tocar, así que irá muy bien para componer. Y, escuchada en condiciones de sala, también parece muy válida para sesiones de grabación. Vaya, que yo la usaría prácticamente para todo. Y otra cosa es que puedes atacarla fuerte o pulsarla suavemente con los dedos y responde igual de bien. ¡Es muy divertida de tocar!

La 512ce tiene un volumen increíble para una guitarra de caja pequeña. Y yo soy de los que aporrean el instrumento… Aquí hay algo de compresión pero sin llegar a distorsionar el sonido, porque muchas de las guitarras de caja pequeña que tengo no aguantan que las toque tan fuerte (lo cual no es necesariamente malo, porque me lleva a ajustar mi forma de tocar). También genera mucho contenido de bajas frecuencias, pero realmente controlado y sin emborronar. 

Los instrumentos Taylor tienen unos buenos graves y proyectan muy bien, pero nunca enturbian la mezcla. Y, como productor y músico de directo, lo que busco en una guitarra es que me haga la vida más fácil. 

[Después de averiguar las maderas de estos modelos.] Esta guitarra es fantástica. No me puedo creer que no sea caoba, porque realmente suena a caoba. Esto es algo muy especial y, como defensor del planeta, me alegro de que estéis encontrando formas de contribuir a la conservación del medio ambiente. ¡Habéis dado en el clavo!

Dory Lobel

Músico, compositor, productor y miembro de la banda de directo del programa The Voice durante 10 años

[Examina la 514ce.] Muy buena sensación, magnífico mástil. [Rasguea un acorde.] ¡Vaya! Para empezar, suena muy, muy bien; es realmente sorprendente. Superdulce y equilibrada. No hay prácticamente ni rastro de esa aspereza que casi siempre tienen las acústicas. Muchas veces ocurre que las guitarras acústicas están diseñadas para dar volumen y proyección, de manera que en ocasiones a las notas individuales les falta carácter; no «hablan». Aquí, todas las notas tienen muchísimo tono y suenan muy redondas.

La palabra que me viene a la cabeza es «equilibrio». Este instrumento es extremadamente equilibrado. Yo tengo una relación de amor-odio con las guitarras acústicas. Esto no hay mucha gente que lo diga, pero creo que, en realidad, las acústicas están diseñadas ante todo para generar volumen. Yo siempre las comparo con instrumentos como la mandolina o el banjo, que tienen mucha más personalidad y contenido de medios. Y eso es lo que busco en una acústica: un sonido lo suficientemente interesante como para que baste con tocar una simple nota y dejarla resonar. Por otra parte, la entonación de esta guitarra también es para volverse loco.

Lo curioso es que transmite un carácter de alta fidelidad en todo el rango de frecuencias, pero no a costa de perder dulzura. Me gustan muchas cosas de ella: tiene un aire a esa música acústica tan hermosa y emotiva de Elliott Smith y, al mismo tiempo, recuerda al bluegrass de alta fidelidad de Tony Rice. La clave está en la entonación y la resonancia, en cómo florecen las notas. Ya me imaginaba que sería un instrumento genial porque llevo 20 años tocando guitarras de la Serie 500, pero es que esta es una pasada.

En The Voice uso muchísimo la caja Grand Auditorium; es una de mis favoritas. Creo que todos estaremos de acuerdo en que es un auténtico todoterreno. Hay gente que dice que unas formas de caja son mejores para puntear y otras para rasguear, pero esta, y sé lo que digo, es capaz de cualquier cosa. He tocado guitarras Grand Auditorium con Ryan Adams, con Alison Krauss y Vince Gill… No hay nada que no puedas hacer con ellas, y también son perfectas para grabar. Hay instrumentos que te llevarías a un directo porque son fiables, mientras que para una sesión de estudio recurrirías a otros. En cambio, esta guitarra cumple con creces en ambas situaciones. Es verdaderamente preciosa… y la mejor prueba de ello es que no quiero dejar de tocarla.

Jaco Caraco

Guitarrista de estudio y directo, integrante de la banda del programa The Kelly Clarkson Show

[Empieza tocando la 512ce.] Suena genial. Qué pasada… Mi primera impresión es que el sustain se queda resonando. Creo que no había escuchado algo así hasta ahora. La sensación y el sonido son increíbles. El tono es bonito; suena a madera, y eso me encanta en una guitarra acústica. La afinación es perfecta. ¡Es una gozada!

Los medios son muy agradables, nada ásperos. Suena igual de fabulosa con fingerpicking como rasgueando acordes.

[Toca la 514ce.] Obviamente, esta caja es más grande y genera más graves, algo cercano a una J-200. Ahora que he escuchado y sentido el tacto de las dos guitarras, diría que para rasguear me quedaría con esta. Tiene un tintineo muy atractivo; es realmente impresionante.

Una guitarra increíble, muy bien equilibrada. Y los graves resuenan en tu cuerpo, lo cual es una sensación fantástica.

La guitarra clásica con la que yo me metería en un estudio sería una Gibson antigua, pero también me encantaría grabar con esta y estoy seguro de que nadie notaría la diferencia excepto por el sustain y la entonación.

Horace Bray

Guitarrista de estudio y directo, cantante y productor

[Toca la 512ce.] Impacto inicial: suena de maravilla. Lo primero que destacaría es que es realmente consistente en todo el mástil. Por mucho que me gusten las guitarras, me encanta cuando parecen un piano en el que todo está equilibrado de arriba abajo. Y, en este caso, eso salta a la vista al instante. Claramente, en los medios hay algo diferente a lo que escucho con mi modelo con tapa de pícea y fondo y aros de caoba. Casi parece que tenga una compresión natural, lo cual probablemente contribuye a la sensación de uniformidad en toda la guitarra. Y no suena débil: las notas más suaves salen con mucha personalidad; por eso me estoy recreando en ellas… Con esta guitarra, el ataque es más inmediato.

[Toca la 514ce.] ¡Vaya! Esta es algo más percusiva. Parece como que reacciona un poco más a los ataques de púa. Me da ganas de arrancarme a rasguear… Creo que aquí me gusta más el ataque de la púa, pero la compresión natural de la otra guitarra me invita más a tocar líneas melódicas. Yo quizá tiraría por el bluegrass con ese modelo, y con este iría más al rasgueo y a dejar que las notas resuenen.

También me parece que estas dos guitarras se complementarían muy bien en un entorno de estudio: sus distintos ataques darían lugar a una mezcla estupenda.

Taylor Gamble

(Ari Lennox) Guitarrista de estudio y directo (gospel-rock, R&B, guitarra acústica y clásica)

[Toca la 512ce.] La tensión de las cuerdas es muy agradecida. Mira cómo responde al vibrato… La acción es perfecta. Tiene la calidez del palosanto, que a mí me gusta por lo versátil que es para pasar de un género a otro.

El sonido es majestuoso… Me encantaría escuchar esta guitarra con microfonía y amplificación al mismo tiempo, porque es muy robusta. Al tocarla con suavidad se aprecia perfectamente el tono general, y el sustain es espléndido. Las notas mantienen toda la presencia, no te da la sensación de que estén perdiendo cuerpo mientras resuenan. Y, al rasguear, el ataque tiene toda la definición que necesito…

Podría tocar un repertorio acústico completo solo con esta guitarra, desde temas de fingerpicking hasta acordes rítmicos. Yo utilizo algunos pedales con mis guitarras acústicas porque me gusta mezclar el sonido eléctrico y acústico aunque solo esté rasgueando acordes. En muchas situaciones, esa dimensión extra que le puedes sacar a un instrumento acústico es la guinda del pastel. Sin ninguna duda, me llevaría esta guitarra a una actuación acústica y también para cualquier otra clase de concierto en directo. Por ejemplo, si estuviera acompañando a un artista, sacaría este cañón y le pondría un micro, sin más. Ni siquiera haría falta amplificarla para que sonara bien. Y también la usaría para grabaciones. Es más, es el tipo de instrumento con el que grabaría la guitarra y mi voz al mismo tiempo.

Esta guitarra me permite escuchar todo lo que necesito cuando toco en acústico. Los graves están muy presentes pero sin tapar a los agudos, y también hay más medios de lo habitual. Sin embargo, por mi forma de tocar, suelo rasguear con mucho feeling, así que no puedo prescindir de esos graves. Los acordes tienen que ser exuberantes, con resonancia, con sustain. Así es como me gusta tocar; le doy mucha importancia al tono.

Janet Robin

Cantautora, guitarrista, integrante de The String Revolution

[Toca la 514ce.] El mástil es comodísimo, como siempre. La acción es genial. Yo toco con un estilo más bien percusivo… La respuesta es muy buena, sobre todo teniendo en cuenta que no es una dreadnought. ¡Difícil de superar! El tono me parece agradable y uniforme, muy equilibrado. [Rasguea con más suavidad.] Qué sustain tan bonito. Tengo otra Taylor de pícea y palosanto (una dreadnought Dan Crary Signature), y la verdad es que el tono es distinto. Este es muy aterciopelado, con unos graves, medios y agudos muy coherentes. De hecho, yo diría que se inclina un poco más hacia los medios, aunque, por supuesto, eso también depende del tipo de cuerdas que utilices.

Creo que es el tipo de guitarra que vale para todo: puedes tocar percutiendo, como estoy haciendo ahora, pero también más a lo fingerstyle [toca con los dedos]. Una delicia. Y ahí está otra vez ese sustain tan sedoso. Sí, es un instrumento perfecto para tocar fingerstyle o rasguear acordes; ideal para un cantautor e incluso para un guitarrista que toque en solitario. Por otro lado, ese toque extra de presencia de medios también iría muy bien para destacar en un contexto de banda. [Sigue tocando] Magnífica dinámica.

Powers Trio

Bajar

Andy Powers asume el reto de liderar la próxima generación de innovación en Taylor como diseñador jefe, presidente y director ejecutivo

Hemos tenido que encargar nuevas tarjetas de visita para Andy Powers. El pasado 31 de mayo anunciamos el nombramiento de Andy como presidente y director ejecutivo de Taylor. Los que conocemos a Andy sabemos que no da importancia a los títulos. Sin embargo, sí esperábamos que quisiera que en su tarjeta apareciera por encima de todo su función como diseñador de guitarras para subrayar la continuidad del foco de Taylor en la construcción de instrumentos que cautiven e inspiren a los músicos.

Bob Taylor y Kurt Listug, cofundadores de la empresa y ahora expresidente y exdirector ejecutivo respectivamente, comunicaron la noticia a los empleados-propietarios de Taylor en un vídeo pregrabado con Andy que se emitió un día antes del anuncio público. Bob y Kurt, orgullosos y entusiasmados con el relevo, también explicaron que continuarán en la empresa como asesores sénior y copresidentes de la junta de Taylor Guitars, creada como parte del plan de transferencia del 100 % de la propiedad de la compañía a los trabajadores.

La primicia se desveló pocos días antes de la feria NAMM de Anaheim (California), que celebraba una edición especialmente significativa con su esperado regreso después de la pausa obligada por la COVID.

La semana siguiente, en el campus de Taylor en El Cajón, organizamos nuestro habitual evento de mitad de año con todos los empleados y ahora también propietarios de la empresa. Allí, Andy tuvo la oportunidad de hablar con ellos en persona sobre su nuevo rol y el camino a seguir de Taylor como fabricante de guitarras. Y, para ir caldeando el ambiente previo a la parte más institucional, sonaron unas cuantas canciones.

Jason Mraz, amigo de Andy desde hace mucho tiempo, subió al escenario para tocar varios temas acompañado a la guitarra por el propio Andy.

En ese momento se cerraba el círculo, ya que la actuación de Mraz en el escenario de Taylor en la NAMM del 2010, con el mismo compinche musical, supuso el encuentro que unió los destinos de Andy y Bob Taylor. A partir de ese día, se sucedieron las conversaciones. Bob hizo su propuesta. Andy entró en Taylor en enero del 2011. Y el resto es historia; una historia que seguirá desenvolviéndose con Andy formalmente en la cabina de mando.

Transición fluida

Teniendo en cuenta el curso de los acontecimientos en Taylor durante los últimos años, las nuevas responsabilidades de Andy no han sido una gran sorpresa para la gente de la casa. Más bien parecen una continuación lógica del plan de sucesión que Bob y Kurt habían puesto en marcha. En el 2019, Andy pasó a ser socio propietario de la compañía. Era una prueba no solo de la confianza que Bob y Kurt tenían en él, sino también de su deseo de mantener el diseño de guitarras en el eje central de Taylor a largo plazo.

«Andy tiene la visión y el talento para llevar hacia adelante la construcción de guitarras en Taylor. Es una figura clave para el futuro de la compañía».

Bob Taylor

Ese compromiso quedó reforzado cuando en el 2021 la compañía anunció la transición del 100 % de la propiedad a los empleados, un movimiento que Bob, Kurt y Andy consideraron como la mejor solución para preservar la cultura de creatividad e innovación que siempre ha impulsado el crecimiento y el éxito de Taylor. El enfoque como luthier de Andy, sus diseños centrados en los músicos, su juicioso liderazgo en Taylor y su implicación profesional en la empresa fueron factores de mucho peso en esa decisión, y dieron a Bob y Kurt la seguridad necesaria para elegir ese rumbo.

«Andy tiene la visión y el talento para llevar hacia adelante la construcción de guitarras en Taylor», afirma Bob. «Es una figura clave para el futuro de la compañía».

Lecciones con Kurt

Si bien la cesión de la antorcha de Bob a Andy era un paso evidente desde el principio, el traspaso de las responsabilidades de Kurt no formaba parte del plan inicial. Pero, según Kurt, Andy demostró inmediatamente tanto el interés como la aptitud para el lado comercial de las operaciones de Taylor, y entendió cómo deben encajar todas las piezas para mantener a una empresa en buena forma.

«Desde que llegó en el 2011, Andy ha estado trabajando de cerca con todos los departamentos que yo dirigía (ventas, marketing, finanzas, recursos humanos…) y conoce profundamente su funcionamiento», afirmaba Kurt durante el anuncio a los empleados-propietarios de Taylor.

En los últimos años, Kurt ha pasado mucho tiempo orientando a Andy, discutiendo presupuestos, revisando las cuentas financieras y hablando sobre la filosofía de gestión empresarial que ha guiado sus decisiones a lo largo de la historia de Taylor. Kurt comenta que vio claro que Andy era la persona adecuada para ocupar el cargo de director ejecutivo cuando en el 2020 estaban preparando el terreno para la transición a la nueva estructura de propiedad de la empresa.

También señala que ahora es más factible que una misma persona coordine tanto la construcción de guitarras como la parte comercial de la compañía, porque Taylor ya está totalmente establecida y cuenta con un equipo ejecutivo robusto y experimentado que apoyará a Andy con el conocimiento acumulado durante décadas.

«Si Bob o yo hubiéramos estado solos, jamás habríamos podido crear y consolidar la empresa», reflexiona. «Cuando empezamos, él tenía 19 años y yo 21. Nuestra experiencia era cero. Cada uno se concentró en las cosas que le interesaban y, a fuerza de trabajar en ellas, acabamos controlándolas. Hoy en día, la compañía es muy diferente».

Y Andy es el beneficiario directo de todo lo que Bob y Kurt han aprendido. «Ha sido muy divertido trabajar con Kurt viendo las cosas desde un punto de vista y luego contemplarlas desde otro ángulo junto a Bob», dice Andy. «Para mí, poder colaborar con ambos y apreciar sus distintas perspectivas ha sido una suerte enorme».

Adoptar el cambio para que nada cambie

Para complementar el comunicado público del nuevo cargo de Andy, grabamos una edición especial de nuestro programa de vídeo en streaming Taylor Primetime, presentado por el productor de contenidos de Taylor Jay Parkin. Bob, Kurt y Andy, los invitados especiales, argumentaron por qué esta estrategia es positiva para la empresa y para todas las personas que participan de ella. Jay le preguntó a Andy cómo cree que cambiará su papel en Taylor.

«Tengo la gran suerte de poder contar con unos profesionales increíbles que me acompañan en todas las tareas».

Andy Powers

«Sinceramente, nada cambiará mucho», aclara Andy. «En muchos sentidos, será lo de siempre… La verdad es que, gracias al fantástico grupo que tenemos en Taylor, podré dedicar la mayor parte de mi tiempo a trabajar en las guitarras. Bob sentó las bases de nuestros equipos de producción, desarrollo de productos, construcción, mantenimiento de máquinas y abastecimiento de madera, y Kurt dio forma a los departamentos de ventas, marketing, finanzas y recursos humanos. Por mi parte, tengo la gran suerte de poder contar con unos profesionales increíbles que me acompañan en todas las tareas. Tenemos veteranos de la industria y personas que juegan en primera división en sus especialidades, de manera que todo lo necesario para que un negocio siga rodando ya funciona con total fluidez. Que nadie me malinterprete: eso supone un trabajo titánico todos los días. Pero las personas con las que lo llevamos a cabo son tan competentes y buenas en lo que hacen que da gusto entregarse a cualquier esfuerzo».

Puede ser que las funciones de Andy no cambien de manera drástica, pero Bob, Kurt y él mismo coinciden en que, al más puro estilo Taylor, nuestras guitarras deben seguir evolucionando. En este sentido, Bob comparte con Andy una perla de sabiduría que ha adquirido con los años.

«Cada vez que le he hecho algo nuevo a una guitarra, la gente se ha preguntado si cambiaría. En realidad, lo que se están preguntando es si va a empeorar. Me ha pasado un millón de veces… Así que no tengas miedo de cambiar cosas, Andy. Hazlas mejores».

Andy entiende que, ahora, sus responsabilidades también incluyen la dirección de la empresa hacia una senda en la que el negocio en general sea mejor. Pero, para él, la gran pregunta es: ¿mejor para quién?

«Nosotros pensamos en los músicos a los que servimos, los proveedores a los que compramos materiales, los profesionales que venden nuestras guitarras y nuestros empleados. Así que, cuando cambiamos algo para mejor, los beneficiados son todos ellos».

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  • Lessons: Técnica de contrapúa, el acorde menor 11.ª y movimiento de tríadas

Guitar Lessons

Lessons: Técnica de contrapúa, el acorde menor 11.ª y movimiento de tríadas

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El fenómeno de la guitarra de R&B Kerry «2 Smooth» Marshall está de vuelta con nuevos consejos para aventurarte en este estilo con una acústica

Llegó la hora de asistir a tres nuevas lecciones de guitarra con el músico de estudio, educador musical y virtuoso del R&B Kerry «2 Smooth» Marshall.

Kerry vuelca más de 20 años de experiencia en el mundo de la música en sus populares vídeos didácticos en Internet y en su escuela de guitarra digital Kerry’s Kamp. Este artista tiene casi 135 000 suscriptores en YouTube y publica vídeos de lecciones cada semana, así que es una fuente constante de inspiración musical para los guitarristas interesados en las técnicas del R&B, el gospel y el neo-soul. Como músico de estudio, Kerry ha tocado y grabado con artistas de primera como Tori Kelly, Jason Derulo, Chrisette Michele o Ledisi.

Técnica de contrapúa

Para empezar, Kerry propone una clase para principiantes en la que muestra una sencilla técnica de ataque a contrapúa que añadirá un sutil acento rítmico a tus interpretaciones. Observa cómo ilustra este fácil recurso para darle un toque de R&B a tu sonido.

El acorde menor 11.ª

A continuación, Kerry explora un sonido que tiene bastante protagonismo en la guitarra de R&B pero que también se puede adaptar a otros estilos: el acorde menor con la 11.ª por arriba. En este vídeo, Kerry te enseña a sacar partido al acorde menor 11.ª como una elegante variación del acorde menor 7.ª más habitual.

Movimiento de tríadas

Por último, Kerry entra a fondo con una clase de nivel avanzado enfocada en el movimiento de tríadas, otra técnica que puede ayudarte a animar tu forma de tocar con un seductor aire a R&B.

¿Quieres ver más lecciones de guitarra acústica de R&B con Kerry «2 Smooth» Marshall? Pásate por su canal de YouTube y suscríbete a sus vídeos didácticos semanales.